Un año de gracia tras un annus horribilis
El Año Jubilar de Zamora aspira a infundir esperanza en la diócesis tras la muerte de su anterior obispo, un largo periodo de sede vacante y la crisis de la COVID-19
La diócesis de Zamora ha vivido un año muy complicado. Primero se murió su obispo, Gregorio Martínez, casi repentinamente. A esto se le sumó el lógico periodo de sede vacante, que en este caso se alargó durante más de un año. Y, por último, llegó la COVID-19.
Ahora, con la concesión por parte del Papa de un Año Jubilar ante el noveno centenario de la restauración de la diócesis, esperan que cambien las tornas. «La idea es pedirle al Señor un año de gracia que acompañe la salida de la pandemia, el inicio del pontificado de don Fernando [Valera, que tomó posesión como obispo el 12 de diciembre] y para que nos ayude a nosotros a retomar una vida diocesana que se interrumpió bruscamente con el fallecimiento del pastor y con la pandemia», explica Fernando Toribio, vicario de Pastoral.
El periodo jubilar se inicia este viernes, 19 de marzo, con el lema Raíces con esperanza. El objetivo es «crecer en esperanza, reconstruir los lazos comunitarios que han podido verse deteriorados con la pandemia y detectar pistas que nos ayuden a vislumbrar el futuro de la nueva comunidad eclesial que va a surgir tras este tiempo tan difícil».
Cuatro fases
Para su celebración, la diócesis ha pensado en cuatro fases, que irán evolucionando desde lo puramente virtual hasta la más absoluta presencialidad al mismo ritmo que lo haga la vacunación en España. Tras la apertura de la Puerta Santa, en la que participará el nuncio, «comenzaremos con una batería de exposiciones y conferencias virtuales sobre la historia de la diócesis, el año de san José y el de la familia, o sobre el Jacobeo». También «queremos tener un encuentro de familias en cada arciprestazgo». Y cuando la situación de la pandemia mejore, «la idea es implementar dos grandes proyectos». Por un lado, «vamos a impulsar la caridad de manera que al finalizar el Año Jubilar podamos cuajar un proyecto caritativo específico de la diócesis». Por otro, «queremos poner en marcha unos foros de amistad social para abordar temas de interés significativo en nuestra tierra, como la despoblación, la soledad o la crisis socioeconómica». Se trata de «facilitar el diálogo para que la sociedad civil reflexione sobre estos temas para ir encontrando caminos de esperanza», concluye Toribio.
Pacto con los musulmanes
Nada de esto sucedería hoy si en el siglo XI no se hubiera llegado a un acuerdo con los musulmanes. La diócesis había sido fundada en el año 900, pero en el 986 Almanzor arrasó la ciudad y estableció allí una guarnición. Se pactó la devolución y en 1121 se pudo restaurar la sede episcopal, que se le encargó al obispo Bernardo de Perigord.
Tras el paso de las hordas musulmanes, los primeros años tomó un impulso enorme la construcción de templos. Se levantaron gran cantidad de ellos de estilo románico y todavía hoy subsisten más de 20. Alfonso VII fue motor de todas estas construcciones y a él también se le debe la iniciación de la construcción de la catedral, de la que resalta su cúpula bizantina.
900: Se funda la diócesis, que es arrasada en el 986 por Almanzor
1121: Se restaura la sede episcopal
1151: Comienzan las obras de la catedral por impulso de Alfonso VII. Se consagra en 1174
1712: El obispo Francisco de Zapata proyecta la fundación de una casa-seminario
1851: Por el concordato de 1851 la diócesis pasa a depender del metropolitano de Valladolid