Ucrania no quiere oraciones por Rusia en el Vaticano de Kiev
El Gobierno ordenó a la Iglesia ortodoxa ucraniana, con una ambigua relación con el invasor, abandonar el icónico monasterio de las Cuevas
Con sus tejados verdes y cúpulas doradas asomando entre los árboles de una colina a orillas del río Dniéper, el monasterio de las Cuevas de Kiev, el Pechersk Lavra, es «el equivalente del Vaticano» de la Iglesia ortodoxa ucraniana (IOU), asegura el experto estadounidense Peter Anderson. Allí tiene su curia, una comunidad de 200 monjes y la Academia de Teología de Kiev, importante institución académica con casi 300 estudiantes. El pasado miércoles la zona inferior del complejo que las abarca debía haber quedado vacía por orden del Gobierno ucraniano, emitida solo una semana antes y recurrida ante los tribunales.
Pero no fue así. Ese mismo día por la mañana, el metropolita Pavel, abad del monasterio, informó a los fieles de que la comunidad no abandonaría el lugar hasta que se resolviera la demanda que habían interpuesto ante los tribunales. Tampoco se produjo ningún intento de expulsión ese día, confirmando así el pronóstico que hacía Anderson unas horas antes. «Creo que el 29 de marzo la IOU se negará en su mayor parte a abandonar el Lavra», y que con un plazo tan corto habría sido imposible trasladarse aunque hubieran querido, valoraba para Alfa y Omega. «Zelensky será reacio a que en las noticias de todo el mundo se vea a la Policía sacar a la fuerza a los monjes», por lo que cree que «el asunto terminará en los tribunales».
Con todo, Pavel apuntó a que esto podía ocurrir este jueves, pues se había notificado a la Iglesia ortodoxa ucraniana que sería el día 30 cuando se ejecutaría el traspaso de la propiedad. El ministro de Cultura ucraniano, Oleksandr Tkachenko, se pronunció en la misma línea al informar a la radiotelevisión pública Suspilne que el jueves arrancaría sus trabajos una comisión constituida para abordar «la recepción de los edificios que van a ser transferidos de uso por la sede metropolitana a uso del Estado».
Todo el Lavra —en la parte superior están la catedral y varios museos— es propiedad estatal, arrendado a esta Iglesia. La cesión de la zona superior acabó en diciembre y las autoridades quieren anular la de la inferior por incumplimiento de sus deberes de conservación del patrimonio. «El Gobierno ya no quiere a la Iglesia ortodoxa ucraniana en el Lavra», explica Anderson, cuyo boletín sobre actualidad ortodoxa replican varios medios religiosos. Esta Iglesia, a la que hasta mayo se denominaba «del Patriarcado de Moscú», se encuentra en una situación compleja desde la invasión rusa. «Una gran mayoría de los fieles, sacerdotes y obispos apoyan a Ucrania». En mayo modificó sus estatutos para desvincularse de Moscú y desde entonces «no hay pruebas de que haya seguido sus instrucciones». Pero Anatolii Babynskyi, profesor del Instituto de Historia de la Iglesia de la Universidad Católica de Ucrania, asegura que canónicamente «sigue siendo parte de la Iglesia rusa». Anderson lo atribuye al deseo de no ser declarada «cismática».
Iglesia ortodoxa ucraniana
- Primado: Onofre.
- Erección: 1990, sustituyendo a una diócesis de la Iglesia ortodoxa rusa.
- Extensión: 53 diócesis, 114 obispos, 12.148 parroquias, 12.551 sacerdotes (datos oficiales), y se estima que un 5 % de la población (InfoSapiens).
- Practicantes: 25,4 % de sus fieles, una vez a la semana o más (Centro Razumkov).
- Primado: Epifanio.
- Erección: 2019, por la unificación de dos iglesias no vinculadas a Moscú.
- Extensión: 45 diócesis, 61 obispos, 7.200 parroquias en 2021 (más unas 600 acogidas durante la guerra), 4.600 sacerdotes (datos oficiales), y se estima que un 52 % de la población (InfoSapiens).
- Practicantes: 13,5 % de sus fieles, una vez a la semana o más (Centro Razumkov).
Además, entre sus pastores hay varios «formados en Rusia», que «perciben a Ucrania como parte del mundo ruso» —Russkiy mir—, explica Babynskyi. Aunque «no apoyan la guerra», comparten su justificación teórica. Los más extremos han sido acusados de cooperar con las tropas de ocupación. De hecho, el obispo de Zaporiyia participó en septiembre en la ceremonia de anexión a Rusia. El Servicio de Seguridad registró propiedades en varias zonas del país, y asegura haber encontrado documentos prorrusos. Esto llevó a sancionar en diciembre a 17 clérigos, entre ellos, su numero dos, el metropolita Antoni.
El polémico abad
«La misma Iglesia reconoce» el problema, apunta Anderson. Pero «la jerarquía no ha reaccionado», añade Babynskyi. El escándalo en una sociedad que sufre la guerra es significativo y ha reducido considerablemente el apoyo a esta Iglesia que, según algunas fuentes, ha perdido a buena parte de sus fieles.
Según el abogado estadounidense, el Gobierno de Zelenski «quiere especialmente apartar del Pechersk Lavra al metropolita Pavel», el controvertido —y sancionado— abad del monasterio. «Siempre ha apoyado a políticos prorrusos y fue miembro del consejo» de un partido ahora prohibido, recuerda el historiador ucraniano. Además, en el monasterio se ha rezado alguna vez en los últimos meses por la «madre Rusia».
La salida de la Iglesia ortodoxa ucraniana del Lavra sería una oportunidad de oro para que se instalara en él la Iglesia ortodoxa de Ucrania, erigida como autocéfala —independiente— en 2019 por el Patriarcado de Constantinopla y comprometida con el Estado ucraniano. «Quien tenga el Lavra está en el centro simbólico de la Ortodoxia ucraniana», explica Babynskyi. Pero solo cuenta con 230 monjes, los que necesitaría solo para esta comunidad. Por eso, el 18 de marzo, su primado, el metropolita Epifanio, exhortó a los monjes actuales a «rechazar el poder ilegal de Moscú» y afiliarse a su Iglesia, y así «continuaréis en el Lavra». «Tiene el mismo objetivo» que el Gobierno, «pero no he visto pruebas de que sea un plan conjunto», apunta Anderson.
El 15 de marzo, cuando ya el Gobierno había anunciado algunas medidas sobre el Lavra, el Papa Francisco aludió a él en la audiencia general. Pidió «a las partes en guerra que respeten los lugares religiosos», pues los «consagrados a la oración son un apoyo para el pueblo de Dios». El viernes pasado, también el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos señaló posibles violaciones de la libertad religiosa de la Iglesia ortodoxa ucraniana por los registros en sus propiedades y por la tramitación de tres proyectos de ley, incluido uno, el 8371, que pretende impedir las actividades de organizaciones religiosas «afiliadas con centros de influencia» en un Estado agresor.