Tú, la luz, Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística
La obra ganadora ha sido Tú, la luz de la poetisa argentina Rafaela Pinto. El premio está dotado con 7.000 € y la publicación de la obra. Han recibido una mención de honor las obras finalistas Solo Dios basta, de la poetisa española Teresa de Jesús Rodríguez Lara, y La eternidad que habita en mi memoria, de la escritora cubana Yanira Marimón Rodríguez
La Embajada de España ante la Santa Sede en Roma acogió ayer la proclamación del fallo del XXXV Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo. La obra ganadora ha sido Tú, la luz de la poetisa argentina Rafaela Pinto. A juicio del Jurado es el libro que mejor ha reflejado, de los 279 poemarios presentados de 31 países, el espíritu del Premio.
Carta del cardenal Ravasi
El acto ha contado con el patrocinio del Pontificio Consejo de la Cultura, cuyo Presidente, el Cardenal Gianfranco Ravasi, en su carta de adhesión, ha destacado que «la mística no es un despegarse de la tierra hacia cielos remotos, sino un tender a lo eterno y a lo infinito teniendo los pies bien plantados en el polvo de la historia». Recogiendo además las palabras del escritor francés André Gide quien afirmaba: «Sin la mística no se alcanza nada grande».
El Archivista y Bibliotecario de la Santa Sede, Excmo. y Rvdmo. Mons. Jean-Louis Bruguès, que presidió el acto, recogió en su Discurso la universalidad de la poesía mística, así como su carácter apostólico y carismático: «El Premio acoge a todas las religiones y concepciones con tal que permanezcan abiertas al significado más hondo de la vida, lo que Rielo llama «el dolor del amor», el «misterio patético» que late en cada ser humano».
(…) La poesía mística es apostólica y carismática: nos embelesa, nos extasía, nos transmite a través del instrumento musical, visivo e interpretativo que es la palabra humana, las modulaciones y resonancias de la presencia divina en nuestro espíritu. La poesía mística, en sus manifestaciones más netas y sublimes, tiene la potestad de convertir el corazón humano con el fuego del amor divino y de unir los corazones entre sí. En este sentido, si «Dios es poesía», como dice Fernando Rielo, Cristo viene a encendernos con la llama de su palabra unitiva.
De la obra galardonada, el Jurado ha destacado que «Los poemas de Tú la luz de Rafaela Pinto están dotados de gran fuerza expresiva, se desatan como ráfagas de apasionado sentir, y en ellos cabalga un corazón anhelante y cuestionador. Una sed de amor, de calor, de sentido los invade, siendo su ardiente sinceridad una nota característica. Así nos revela que su condición es la de un “espíritu en ruinas” que abandonándose en las manos de Dios hace que se abra a “la dimensión de lo esperado”. En este camino, el deseo de unión, junto con la conciencia limitante de la propia condición, encuentra la respuesta a tantos porqués de la vida, y el reposo en la Verdad que se hace vida en la certeza de que solo el Amor salva. Este místico amor al que aspira la poetisa se pone de manifiesto en los siguientes versos»:
«Te amo soy de Ti y en Ti me crezco, / habitas mis espacios navegas por mi sangre / en mi silencio hablas / en tu luz me sostienes / en tu espera pervivo».
Menciones de Honor
En virtud de la calidad de las obras, el Jurado ha otorgado por unanimidad la mención de honor a las obras finalistas Solo Dios basta de la poetisa española Teresa de Jesús Rodríguez Lara, y La eternidad que habita en mi memoria de la escritora cubana Yanira Marimón Rodríguez.
Discurso de clausura
En el discurso de clausura del acto de entrega de esta XXXV Edición, el Presidente de la Fundación, P. Jesús Fernández Hernández, indica la necesidad de definir la poesía mística y su diferencia con la poesía religiosa. Así, deja constancia de la definición que dio el propio Fernando Rielo el 14 de diciembre de 1998: «la poesía mística, poseyendo su propia autonomía, es verdadero género literario porque eleva a arte la expresividad de la experiencia de la unión personal con Dios, cincelada por el dolor del amor».
«Hay poesía mística –subrayaba Rielo- allí donde termina toda búsqueda, toda meditación, todo discurso, todo esfuerzo de la técnica y de la manipulación lingüística, toda proyección meramente humana. Si las palabras no se desprenden de su physis, de su literalidad, de su proyectada fenomenología; si el poeta se satisface en sus versos, se mira y se contempla en sus propios poemas, no hay poesía mística. La poesía mística es personificación, es rostro, es presencia de un alma unida a lo divino».
«Hoy más que nunca nuestra sociedad –continua el presidente- tiene necesidad del poeta místico: ese alguien que sabe elevar su experiencia de Dios a arte. No debe pasar desapercibido este hecho a aquel que se sabe cristiano, o judío, o musulmán, o budista, o, simplemente, religioso de cualquier religión. La poesía mística es potenciante, y en ningún caso reductiva; es incluyente, y en ningún caso excluyente; es dialogante, y en ningún caso, intransigente».
La celebración del Premio concluyó con un Concierto de Arpa por María Rosa Calvo-Manzano en el que se interpretará un variado repertorio de autores como Salzedo, Gombau, Albéniz y la propia artista.