Triunfadora en Silicon Valley y en Deloitte lo deja todo «para seguir a Jesús de cerca»
Después de fundar una exitosa compañía en Estados Unidos y volver a España como socia de la prestigiosa consultora Deloitte, Montse Medina entra en una comunidad contemplativa. «He encontrado el tesoro y dejo todo lo que tengo en este mundo para comprarlo», afirma
«Con mucho pesar tengo que despedirme de Deloitte. He decidido dejarlo todo y responder a lo que creo que es una llamada de Dios a seguirle más de cerca. Que Dios os bendiga»: de este modo se despidió hace unos días de la conocida consultora Deloitte una de sus socias jóvenes más valoradas, Montse Medina.
Después de más de dos años en Deloitte, donde llegó con tan solo 34 años tras fundar una startup en Silicon Valley que entró en la lista Fortune 100 de empresas con mayores ingresos, Medina ha decidido dejarlo todo para hacerse monja contemplativa.
En una carta a sus compañeros en la que explica una decisión «que no puedo retener sólo para mí», cuenta que se ha abierto una nueva etapa en su vida «que comporta dejar mi carrera profesional», pues «creo que Dios me está llamando a dejarlo todo para seguir a su Hijo Jesús más de cerca».
«Creía que era buena católica»
En un texto que se ha viralizado estos últimos días, afirma que durante años se consideró «buena católica» por ir a Misa los domingos, pero en realidad estaba «enorgullecida por la gloria, poder y dinero que iba obteniendo».
Pero Montse reconoce que «lejos de hacerme feliz, esa actitud sólo me provocaba un vacío cada vez más creciente», y que «me había hecho un dios a mi medida que debía servirme a mí y ajustarse a mis objetivos y ambiciones».
«Yo le decía al Señor: mira lo bien que he aprovechado tus talentos», confiesa al mismo tiempo que afirma que «usaba todos los talentos que Dios me había regalado para mi propia gloria y para acumular riquezas en este mundo».
«¿Cómo he podido estar tan confundida todos estos años?», se pregunta, ya que «no era Dios quien me estaba dando la gloria de la tierra sino el príncipe de este mundo, quien me estaba engañando sin yo saberlo».
Por eso, «he necesitado experimentar las tinieblas y el poder desgarrador del mundo para apreciar más la vida de la fe y el Evangelio de Cristo», reconoce, decidida ahora a «renunciar a los ídolos y volverme al Señor en una ofrenda completa de mi vida».
De este modo, Dios «ha puesto en mí un fuego que enciende una insaciable necesidad de amarle y servirle», por lo que «si Él me llama, en su Nombre me lanzo a esta aventura de dejarlo todo para buscar su rostro» en la vida contemplativa.
Montse, que recuerda cómo desde niña le conmovía escuchar en Misa la frase «Has dicho mi nombre» en el canto Pescador de hombres, desvela que «desconozco el plan que Él tiene de ahora en adelante para conmigo», y que lo único que sabe con certeza «es que he encontrado el tesoro y, como dice el Evangelio, quiero vender todo lo que tengo en este mundo para comprarlo. Siento que secundando esta llamada mi vida adquiere un sentido lleno de luz, que me hace sentirme dichosa y feliz».
Esta decisión, «la más importante y al mismo tiempo la más sencilla de mi vida», le permitirá «ayudar a tantos que buscan a Dios sin saber dónde y cómo encontrarlo», como le sucedió a ella. Además, «no dejo el mundo, propiamente, sino lo mundano, para entregar mi vida en oración y ofrenda por todos aquellos a quienes Dios ama», concluye.