Triduo Pascual del Papa Francisco. «Os traigo una caricia de Jesús» - Alfa y Omega

Triduo Pascual del Papa Francisco. «Os traigo una caricia de Jesús»

La primera Semana Santa del Papa Francisco ha estado llena de elocuentes gestos, como el del Jueves Santo con los jóvenes de un centro penitenciario, a quienes llevó «una caricia de Jesús»; o el vía crucis, ofrecido por los cristianos que sufren en el mundo, especialmente Líbano, Oriente Medio y Tierra Santa

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En el Lavatorio de los pies, de la Misa que presidió el Papa, el Jueves Santo, en el penal de menores Casal del Marmo.

La oportunidad de celebrar la Misa de la Cena del Señor en un centro penitenciario se le presentó al Papa de modo inesperado. Sucedió a raíz de un comentario al vuelo de la ministra italiana de Justicia, que le dijo al capellán de un hospital psiquiátrico que le gustaría invitar al Papa a una cárcel. La noticia le llegó a Francisco, y de inmediato se organizó la visita al Instituto Penal de Menores Casal del Marmo. Los Papas celebran esta Misa en la basílica de San Juan de Letrán, pero en esta ocasión no era posible, pues hasta el próximo domingo el obispo de Roma no toma posesión de su catedral.

La homilía fue muy breve, apenas un prólogo para dar paso al lavatorio de los pies de doce jóvenes, entre ellos dos chicas, una de ellas musulmana. «Os traigo una caricia de Jesús», les explicó el Papa. «Gracias, Padre, por haber venido hoy. Pero quiero saber una cosa: ¿por qué has venido hoy aquí?», le preguntó un joven musulmán. «Es un sentimiento que viene del corazón», respondió Francisco. «Me pregunté a mí mismo: ¿dónde están los que tal vez me ayuden a ser más humilde, a ser un servidor, como debe ser un obispo? ¿Y dónde están aquellos a quienes les gustaría una visita? Y me dijeron: quizá en Casal del Marmo. Y por eso he venido aquí. Pero llegué por el corazón, sobre todo. Las cosas del corazón no tienen una explicación; son así, vienen solas», dijo el Papa, antes de despedirse con un: «Oren por mí, y no dejen que les roben la esperanza. ¡Siempre adelante!».

Algunos chicos lloraron de la emoción. El padre Lombardi, presente en la ceremonia, contó que fue un momento de los que no se olvidan. El Papa se arrodilló con dificultad en el suelo y les lavó los pies. Luego los secó y fue besando los pies de cada uno.

Después de la Misa, en la que participaron alrededor de 120 personas, entre los casi 50 jóvenes de diversas nacionalidades que conviven en el Instituto y los trabajadores del centro, el Papa obsequió a los chicos con unos huevos de Pascua y el famoso dulce italiano para estas fechas, la colomba. Uno de los chicos, en representación de todos ellos, entregó al Santo Padre un mensaje redactado conjuntamente.

Vía crucis por la paz en el Líbano

En la tarde del Viernes Santo, las celebraciones comenzaron en la basílica de San Pedro. El Papa se postró en el suelo ante el altar y adoró la Cruz en silencio. La homilía, como es habitual en esta celebración, fue predicada por el padre Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia.

Por la noche, el tradicional vía crucis en el Coliseo estuvo dedicado, especialmente, a la paz en el Líbano y a los cristianos en Oriente Medio. Se recordó también el reciente viaje de Benedicto XVI al Líbano. Las meditaciones, de hecho, habían sido encomendadas por el ahora Papa emérito a un grupo de jóvenes libaneses, guiados por el Patriarca de Antioquía de los Maronitas, el cardenal Béchara Boutros Raï. Los textos que ofrecieron estos jóvenes en las catorce estaciones llamaron la atención sobre los cristianos que sufren persecución en las diversas regiones del mundo. El cardenal Agostino Vallini, Vicario del Papa para la diócesis de Roma, portó la Cruz durante la primera y última estación; en la segunda y la tercera, lo hicieron dos familias: una italiana y otra india; en la cuarta y la quinta, religiosos y religiosas; en la sexta y la séptima, seminaristas chinos; en la octava y la novena, frailes custodios de Tierra Santa; en la décima y undécima, religiosas de Nigeria y del Líbano; en la duodécima y la decimotercera, dos jóvenes de Brasil, donde se celebrará la próxima JMJ. Llevaban las antorchas a ambos lados de la Cruz dos jóvenes de la diócesis de Roma y otros dos jóvenes libaneses. Fue impresionante el silencio durante la celebración, que incluso los miles de fieles que se agolpaban fuera del Coliseo sólo rompían para rezar el Padrenuestro.

Al final del Via Crucis, el Papa dio las gracias «por estos momentos de intensa oración». Su intervención fue breve. «En esta noche debe permanecer sólo una palabra, que es la Cruz misma. La Cruz de Jesús es la Palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo… Cristo sólo ama y salva», dijo.

Miedo a las sorpresas de Dios

La celebración más importante, la Vigilia Pascual, comenzó con el rito de la Luz, en el atrio de la basílica vaticana. Se incluyó, como es habitual, la administración de los sacramentos de la iniciación cristiana, esta vez a 4 niños y 4 adultos: un albanés, un italiano, un ruso y un vietnamita, que recibieron el Bautismo, la Confirmación y la Comunión.

En la homilía, el Papa dejó un mensaje simple pero rotundo: hay que dejarse sorprender por Dios. «Tenemos miedo de las sorpresas de Dios», dijo. «No nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a Él».

Cristina del Olmo. Roma