Tres Vírgenes al rescate
El pesquero Nuestra Madre Loreto vuelve a España tras más de 80 días de travesía
Vicente Sempere dormía tranquilamente en su camarote cuando la llamada de Pascual Durá, patrón de Nuestra Madre Loreto, le hizo levantarse aún somnoliento. Lo que vio después le pareció parte de un sueño. A diez metros del navío, una lancha ocupada por 38 migrantes trataba de escapar de una patrulla de guardacostas libios. Así comenzaba un rescate protagonizado por un pesquero, la fe de sus patrones y tres imágenes de la Virgen que Vicente, patrón segundo de la embarcación, limpia a diario «para que estén bien orgullosas».
Para cuando se quiso dar cuenta, Vicente se vio en mitad de una persecución. «Había ya una película montada y nosotros no teníamos ningún interés en meternos por el medio», comenta. Sin embargo, uno de los fugitivos saltó de la lancha, «trepó por la popa usando una maroma y se tiró a la cubierta». Muchos de sus compañeros trataron de imitarlo, pero no tuvieron tanta suerte y cayeron al agua.
«Era de noche, hacía mucho viento y apenas había luz», cuenta el patrón segundo. Por tanto, al ver a los guardacostas armados y tan cerca, la confusión se convirtió en miedo. «Nosotros no tenemos ni armas, ¿y si nos pegan dos tiros?», se preguntaba. Sin embargo, trató de conservar la calma pues, «aunque las cosas pinten muy mal, siempre voy con la cabeza muy alta y tengo fe siempre», asegura.
Por suerte, al ver su trayectoria interrumpida por los pescadores, los guardacostas detuvieron su patrulla, recogieron a los 26 náufragos más cercanos y dieron media vuelta rumbo a la costa. Los otros doce, que se habían alejado bastante de los libios, comenzaron a hacer señas a Nuestra Madre Loreto para que los recogieran.
«Había gente por la popa y no encendimos el motor por temor a que la hélice los absorbiera. Entonces sí que la habríamos fastidiado», cuenta Vicente Sempere. Después de rescatar a los migrantes en la parte posterior del navío, los marineros encendieron el motor en busca del resto. «Les hacíamos señales con el foco y los llamábamos. Donde oíamos un grito, allí íbamos», comenta con sencillez.
Movilizaciones en Santa Pola y oración diaria
Recoger a los doce migrantes supuso todo un quebradero de cabeza para la tripulación de Nuestra Madre Loreto, quienes llevan más de 80 días en alta mar debido a las dificultades impuestas por diferentes países para atracar en sus puertos. No obstante, creen que cualquiera en su situación habría hecho lo mismo. «Tú imagínate que te encuentras en el agua a un perrito que no sabe nadar. ¿Cómo no te vas a lanzar?», se pregunta Sempere.
Una vez con los migrantes a bordo, los marineros de Nuestra Madre Loreto confiaban en «darles el agua y comida que quisieran mientras esperábamos que viniera alguna ONG a llevárselos». Sin embargo, ninguna ONG consiguió los permisos para recogerles y Nuestra Madre Loreto emprendió un periplo por el Mediterráneo en busca de un puerto en el que faenar mientras huía de las tormentas y racionaba los alimentos.
Durante aquellos días, Vicente le pedía fuerzas todos los días a las tres imágenes de la Virgen que hay dentro del pesquero: una estatuilla de la Virgen de Loreto, otra de la del Carmen y una medalla de la Virgen de Guadalupe que una religiosa brasileña les regaló después de una visita. «Todos los días las limpio para que estén bien orgullosas», presume.
Pero a pesar de las oraciones, las autoridades no ponían de su parte. La primera respuesta del Gobierno fue pedirles atracar en Libia, precisamente el país del que huían los migrantes. Esto provocó la ira de los marineros, quienes se preguntaban: «¿Qué se nos ha perdido a nosotros en Libia? ¡Si es un país en guerra!». De hecho, la situación en el país es tan convulsa que la Embajada española permanece cerrada desde 2014 y su embajador vive en Túnez. «Al Gobierno le da igual porque ellos no están aquí, pero yo les invito a que hagan un viaje de 100 días como este», se queja el patrón segundo.
Finalmente, y tras ser rechazados por Malta, España y todos los puertos seguros cercanos, Nuestra Madre Loreto partió hacia Valencia ante el riesgo inminente de zozobra. «No nos quedaba más remedio, nosotros no hemos querido ponernos en contra de nadie», comenta el marinero, quien sostiene que el único interés de la tripulación era salvar a las doce personas que habían rescatado… Y a sí mismos.
Fue entonces cuando las diferentes manifestaciones de los vecinos de Santa Pola (y las oraciones de Vicente) dieron sus frutos. Malta se ofreció a recibir el barco y trasladar a los migrantes en avión a España. «Yo veía manifestaciones en la tele y me preguntaba para qué, ¡pero sí que sirven, sí! ¡La que hemos armado!», celebra orgulloso el patrón segundo de este pesquero que tuvo durante unos días a toda Europa en vilo.
La Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia en Madrid ha mandado una carta en la que expresa su «reconocimiento y admiración» a la tripulación. En un texto firmado por el vicario de Pastoral Social, la felicita por «rescatar de una muerte segura a un grupo de náufragos» y «salvar la dignidad de la condición humana». «Habéis salvado la dignidad de nuestro país con mucha más diligencia y generosidad que nuestro diletante Gobierno», añade