Tras los pasos de la beata María Ana
La copatrona de Madrid «repartía pan subida a una borriquita». Una ruta aspira a darla a conocer a los turistas
«La beata María Ana ha hecho por Madrid lo que nadie sabe, es una figura inmensa que no se entiende cómo se ha desdibujado», reivindica María de los Ángeles Curros. Es mercedaria e impulsora de la ruta que sigue los pasos que la copatrona de Madrid dio por sus calles. Una iniciativa que, 400 años tras la muerte de esta terciaria mercedaria, aspira a consolidarse y busca guías. «Nuestro objetivo es conseguir que la canonicen», revela.
Mario Alonso, sacerdote mercedario, explica que el proyecto comenzó a planearse hace ocho años entre cinco instituciones ligadas a la beata. El año jubilar por el centenario, inaugurado el 14 de abril, le dio un nuevo impulso, que se intenta reavivar con el nuevo curso. Pretende ser «una ruta de peregrinaje» desde la casa de esta mujer, que «subida a una borriquita repartía pan a los pobres». Una de las primeras paradas es «la parroquia de Santiago, donde está bautizada». En esta iglesia del Barrio de las Letras los organizadores aspiran a «repartir una especie de compostela» —en fase de diseño— para los turistas que completen la ruta. Aprovecharían así la ubicación y fama del templo, pues es lugar de entrega de las acreditaciones para quienes emprenden el Camino de Santiago.
El mercedario detalla que la ruta pasa por el Palacio Real para «evocar la relación de María Ana con la corte y su amistad con los monarcas». También por el antiguo Ayuntamiento de Madrid, en la plaza de la Villa, «donde fue proclamada copatrona de la villa y corte con el aval del pueblo de Madrid» a raíz de su beatificación, en 1783. El recorrido llega más tarde al Palacio de Santa Cruz. Ahora es sede del Ministerio de Exteriores, pero antes, recuerda Alonso, «allí estaban los reos a los que la beata visitaba y llevaba consuelo en consonancia con el carisma mercedario». Después, atraviesa la Puerta de Alcalá, levantada en 1778 sobre una entrada primigenia a la ciudad donde «estaba encumbrada una imagen de María Ana». Curros recalca: «El pueblo de Madrid la llamó santa y la elevó allí doce años después de morir, en 1624».
Alonso explica que, tras pasar por otros enclaves como la colegiata de San Isidro —elegida por el empeño de la beata en la canonización del agricultor— esta ruta concluye «ante el sepulcro con el cuerpo incorrupto» de la madrileña en el convento don Juan de Alarcón, de las mercedarias descalzas.
Finalmente, el mercedario pide apoyo del Ayuntamiento para dar a conocer a la copatrona a la que el mismo Consistorio se acogió en su día. «Sería bueno que la incluyeran entre las rutas trazadas para los turistas. No solo es una madrileña ilustre, también un ejemplo de entrega a los demás», concluye.