Trabajar con las manos «te conecta con la realidad»
La cita de este año ofrece un viaje más allá de lo conceptual para hacer una experiencia de labor manual. Los visitantes verán en vivo la labor de varios artesanos y podrán realizar ellos un trabajo con piel
Manus operandi. El valor del trabajo manual en la era de la IA es el nombre de una original exposición que alberga la edición de este año de EncuentroMadrid. El objetivo es mostrar «la conexión directa que establece el trabajo manual entre el autor y su obra», destaca Marta Arespacochaga, artista y docente de artes plásticas, que junto a Miguel Ángel Blázquez hace de comisaria de la exposición.
La ausencia de un intermediario en este proceso «de alguna manera te unifica: el cerebro, las manos y el material se hacen una sola cosa, en una unidad perfecta». Ello ofrece a quien se desempeña de esta manera «experimentar la sensación de estar totalmente presente en lo que está haciendo», y lo «conecta con la realidad» de modo que favorece al mismo tiempo «una comprensión mayor» del trabajo realizado.
La idea de organizar algo así comenzó cuando varias personas que suelen trabajar en el montaje de EncuentroMadrid se dieron cuenta de que en algunas de ellas la predisposición hacia el trabajo manual parecía algo natural. Comenzaron a hablar y de ahí surgieron historias compartidas alrededor de la carpintería, la imprenta antigua, la marroquinería… Pensaron que sería buena idea recordar a los asistentes que hay una forma de trabajar que va más allá de la mediación de los ordenadores y las pantallas, precisamente porque surgió mucho antes: generaciones y generaciones de seres humanos en todo el mundo han trabajado con las manos para subsistir, y las han utilizado también para cultivar su dimensión creativa y artística.
«La felicidad viene por el trabajo con las manos. Sin mano no cabe ni la felicidad, ni el pensamiento ni la acción», decía hace tan solo unos días en España Byung-Chul Han, último premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, una frase que forma parte de los paneles de la muestra.
Pero Manus operandi no es un simple recorrido conceptual por letreros que ensalzan el trabajo manual. También hay una parte práctica, porque durante todo el fin de semana habrá tres artesanos trabajando: un cantero que trabaja la piedra, un carpintero con sus maderas y herramientas, y una vidriera que hace vitrales. Entre los tres prepararán una pieza conjunta final y estarán disponibles para atender las preguntas de los visitantes. Su trabajo conjunto se une a una pequeña muestra de piezas artesanales cedidas por diversas personas que han hecho del trabajo con las manos un arte y una forma de vida.
Aun así, ni siquiera acaba ahí esta dimensión más experiencial. Los mismos asistentes previamente inscritos pueden apuntarse a un taller de marroquinería para hacer un llavero con piel. Es «un modo de que la gente tenga ese contacto con la materia y con el proceso de creación», destaca Arespacochaga.
El valor del tiempo
Hoy estamos asistiendo al desarrollo y a la implementación de la inteligencia artificial, de un modo que hasta cuesta asimilar todas las novedades. En este contexto «en el que hemos perdido contacto real con nuestro trabajo», destaca la comisaria, el trabajo con las manos recupera «el sentido del aprendizaje, y el valor del tiempo y de la espera», así como la visión del error «como una continua búsqueda de la perfección desde una imperfección». De hecho, y relacionado con esto, los trabajos manuales son cada vez más recomendados por terapeutas en procesos de sanación y salud mental.
No es raro así que muchas personas aparten de su mesa el móvil y todo tipo de dispositivos tecnológicos para concederse un renovado contacto con la materia y la realidad. «Estamos asistiendo a una vuelta de aficiones que antes eran oficios o labores domésticas, como la cerámica, la pintura, la costura…, lo que suponen un inestimable valor cultural», señala Arespacochaga.
Por eso, a la hora de comenzar a recuperar esta forma de laboriosidad y destreza, la comisaria de la muestra recomienda no irse a lo más complicado: «Basta empezar por lo que a uno le llame más la atención, algo que forme parte de su propia vida diaria. Puede ser coser, o pintar, hacer música o cocinar, o buscar en nuestra infancia esa afición que perdimos con los años y en la que se nos pasaba el tiempo como si no existiera».