Profundamente interesada en la espiritualidad de J. R. R. Tolkien, la filóloga Holly Ordway emprendió la investigación que sustenta esta biografía centrada en la fe del autor de El Señor de los anillos, cuya vida religiosa estuvo repleta de drama y dificultades. Casi 500 páginas de exploración inédita, matizada y sumamente minuciosa, sobre cómo la religión moldeó la vida y la obra tolkienianas, nos ofrecen una lectura de incalculable valor. Lejos de abrumar, todo interesa sobremanera, ¡desde las primeras líneas de agradecimientos! Por ellas pasan archivistas y bibliotecarios tanto británicos como estadounidenses y colegas académicos como John Garth, que ha facilitado material propio sobre los capellanes de la Gran Guerra. Se cita incluso a Priscilla Tolkien, con quien la autora asegura haber coincidido en Misa y que accedió a confirmarle que su padre tomó el nombre élfico de Philip por san Felipe de Neri, fundador de la Congregación del Oratorio.
El contenido se estructura en tres grandes bloques por períodos de «Comienzo (1892-1916)», «Madurez (1916-1952)» y «Final (1952-1973)», un apéndice con una línea temporal de vida, oraciones y textos litúrgicos, glosario, notas, bibliografía, índice de citas bíblicas, onomástico, de materias y general, y una galería de imágenes muy atractiva. No sorprende leer que a Tolkien siempre le interesó todo lo relacionado con la traducción de las Escrituras pero sí lo hace la exhaustividad con que lo documenta Ordway. Como el académico cristiano que fue, le interesó profesional y personalmente uno de los retos a los que se enfrentó la Iglesia de su época: cómo responder a los avances modernos en materia de crítica literaria aplicados al estudio de la Biblia.
En lo íntimo, se nos explican detalles de la vida de oración del Tolkien adulto como fue su gusto por las acciones de gracias, es decir, las oraciones que alaban y dan gracias a Dios, en latín. También se nos traslada su rutina de rezar por las almas de los que han muerto, que llevó un paso más allá con sus mejores amigos, el grupo denominado como los Inklings. Así, cuando falleció C. S. Lewis en noviembre de 1963, asistió a su funeral en la iglesia de la Santísima Trinidad de Headington Quarry, ofreció una Misa por él y, de nuevo, ayudó en ella. Todos estos detalles se facilitan con un rigor y una delicadeza que se agradecen.
Holly Ordway
Mensajero
2024
536
34,21 €