«Todos podemos ser captados por una secta»
Patricia Aguilar huyó a Perú con 18 años para ser una de las mujeres con las que un gurú repoblaría el mundo tras el apocalipsis. Su psicólogo advierte de que «se puede caer sin tener ningún factor de riesgo»
¿Qué lleva a una chica de celebrar feliz sus 18 años a desaparecer de repente y tener que ser rescatada 18 meses después de la selva de Perú, en los huesos y con una bebé recién nacida? «Todos podemos ser captados» en una relación sectaria, asegura José Miguel Cuevas, psicólogo del Centro de Atención a las Adicciones de Marbella. Es el único servicio público que atiende en España a las víctimas de este fenómeno, que se estima que afecta a 400.000 personas.
Cuevas ha ayudado a Patricia Aguilar, desaparecida en 2016 y protagonista de uno de los casos de sectas más mediáticos de los últimos años. Su periplo y el de su familia —a la que también acompañó mientras la buscaban, desesperados— se muestra en la serie documental 548 días, de Disney+. Sus primeros contactos virtuales con Steven Manrique, el príncipe Gurdjieff, dos años antes; el viaje a Perú para unirse a él y a sus otras dos esposas; las prácticas de «magia sexual»; la huida a la selva; su cambio de nombre a Silvana, las palizas y su embarazo. Y, en paralelo, la investigación del caso, que en parte sus parientes tuvieron que hacer por sus propios medios.
Aunque el especialista explica que las relaciones sectarias no se dan solo en grupos sectarios, cree que la joven alicantina sí entró en «una secta en formación» con un perfil típico de sincretismo de «nueva era, religiones, esoterismo, gnosticismo, numerología y consumo de sustancias» como la ayahuasca —incluso los niños—, con «claros elementos apocalípticos». Manrique se presentaba como otro Cristo que después de una gran catástrofe repoblaría el mundo engendrando reencarnaciones de deidades hindúes con un grupo de elegidas.
«Hay situaciones de vulnerabilidad o factores de riesgo que pueden potenciar que caigas en una secta», como la ingenuidad o la tendencia al pensamiento mágico, explica Cuevas. «En el caso de Patricia fue el miedo a la muerte» tras el fallecimiento de un tío muy querido. Buscando respuestas online encontró al príncipe, que la colmó de adulaciones y le ofreció nuevos conocimientos. De ahí pasó a «una relación cada vez más especial» que acabó en la dependencia y aislándola de su entorno. Con todo, «se puede caer sin tener ningún factor de riesgo. Hay una secta para cada tipo de persona». Algunas utilizan ganchos como el manga, concursos, actividades para mujeres y hasta esquemas piramidales, el mercado de criptomonedas o partidos políticos. Manrique «estaba en 100 foros de internet». Todo para «saciar su apetito sexual y de poder».
La primera conversación
Cuando acompaña a familiares todavía en contacto con su pariente captado el psicólogo les enseña pautas para facilitar el cambio, como una actitud de «acercamiento incondicional». También ofrece a la víctima mediar con su familia, para ayudarla a reflexionar sobre si su relación tiene rasgos sectarios. En el caso de Patricia, al haber huido, a sus padres «no les quedó otra opción que el activismo» hasta lograr el rescate.
Cuevas no la conoció hasta varias semanas después de la liberación. Diseñó la intervención con mucho cuidado, pero «se estaba adaptando bien y tenía ganas de hablar». Él empezó a presentarle los rasgos de las relaciones sectarias para ver si se identificaba con ellos. «En menos de dos horas me dijo: “No sigas, veo que he estado en una secta. Y chunga”». Hasta entonces «solo era consciente de algunas cosas». El psicólogo cree que le ayudó el abandono que sufrió al final, cuando dio a luz sola porque Manrique y sus compañeras se habían ido unos días al pueblo a trabajar y le habían dejado con los niños. También fue fundamental que, aún en Perú, le llevaran separada de las otras a un servicio de atención a la mujer maltratada. Allí trabajaban entre otros unas religiosas. «El trato con ellas fue muy bueno, afectuoso y acogedor. Fueron muy cuidadosas para no juzgarla. Eso le vino muy bien».
Sin embargo, a pesar del éxito inesperado de aquella primera entrevista, quedaba mucho por hacer. «Tocaba que comprendiera las manipulaciones que había sufrido para desarmar los mecanismos que seguían operando en su mente de forma inconsciente. Y también generar un plan de vida» que le ha permitido readaptarse como hija y como nueva madre, hasta el punto de afirmar que la relación con su familia es ahora mejor que nunca.
Olmo Figueredo y José Ortuño
España
2023
Docuserie
+16 años