Conectando generaciones: toda vida merece ser contada
Conectando generaciones, una iniciativa del Instituto de la Familia de Orense, lleva desde 2017 promoviendo en distintas ciudades gallegas el encuentro entre jóvenes de ESO y Bachillerato con mayores de su entorno, para establecer entre ellos vínculos de afecto y relación
«Transcurría el año 1956 y yo era tan solo un niño. Una mañana mis padres se dispusieron a enviarme a por un kilo de café y una barra de jabón a un pueblo llamado Lama de Arcos, en Portugal. Ese día saldría por primera vez de mi pueblo natal, Villardeciervos, situado al sur de la provincia de Ourense, cerca de la frontera con Portugal , donde vivía desde mi nacimiento, un 28 de febrero de 1946. […] Este se convertiría en el viaje más importante de mi vida, aquel en el que por primera vez crucé la frontera caminando para descubrir que el mundo era más grande de lo que yo podía percibir». Este es el relato que Iria Álvarez hace de la vida de Manuel Blanco, una biografía producto del encuentro entre ambos gracias a Conectando generaciones, un proyecto del Instituto de la Familia de Orense que lleva, desde 2017, reuniendo a jóvenes que cursan el último año de ESO y Bachillerato con mayores.
El objetivo es doble: promover que los ancianos sean escuchados y valorados y que los jóvenes se encuentren con una generación que, por lo general, permanece oculta para ellos. Presente en estos momentos en Orense, Vigo y Lugo, donde acaba de llegar, esta iniciativa fue premiada en su primera edición por la Fundación Barrié de la Maza, reconocida por la Fundación Botín y ahora subvencionada por la Xunta de Galicia.
Lo que se propone es que cada uno de los jóvenes que participa en el programa mantenga una serie de reuniones con un mayor de su entorno para conocer su vida o algún aspecto de ella. Son cuatro o cinco encuentros durante una semana en los que cada joven escucha, pregunta y toma nota de los aspectos destacados de la existencia de ese mayor: claves importante, anécdotas y experiencias relevantes. Con todo esto, escriben una pequeña biografía del mayor con el que se han encontrado y que luego formará parte de un libro. Además, se elabora un videorreportaje que incluye entrevistas a los participantes y en el que se da cuenta de todo el proceso.
Conectando generaciones tiene varios beneficios, según Xosé Manuel Domínguez, director del Instituto de la Familia: los mayores ven reconocida su vida y experiencia, mientras que los jóvenes tienen la oportunidad de hacer un voluntariado social y de publicar un libro. De hecho, antes de empezar el programa, los chicos reciben un taller literario y otro social, donde se les ofrecen claves para escribir una biografía y también para escuchar y tratar a una persona mayor.
La propuesta en sí les ayuda también a descubrir nuevas realidades. «Los jóvenes están acostumbrados a relacionarse con su padres o con el teléfono móvil. Dejar estas dos cosas y dedicarse a escuchar es como asistir a una película con el protagonista vivo», explica Domínguez.
Laura Rodríguez, coordinadora de la actividad en Lugo, se confiesa impresionada. El pasado 11 de febrero fue la primera toma de contacto entre los jóvenes y los mayores –allí se está haciendo en el asilo de San Roque, en colaboración con el COF diocesano– y el resultado «fue muy sorprendente»: enseguida conectaron, con numerosas muestras de afecto. Los días posteriores se celebraron las primeras reuniones y la conexión se mantuvo: «Algunos jóvenes que habían avanzado mucho en las entrevistas y no tenían mucho más que preguntar asistieron igualmente a los siguientes encuentros para jugar a las cartas y al dominó con los mayores», añade Rodríguez.
El próximo curso, con sacerdotes
Desde que se puso en marcha, los estudiantes han podido encontrarse con diversos colectivos de mayores. El primer año los protagonistas fueron personas de cierta relevancia profesional en su juventud: un fundador de un equipo de fútbol, un responsable de un sindicato, un físico nuclear… También se dedicó a mayores inmigrantes, a retornados de Latinoamérica o a aquellos que viven en un asilo, como en Lugo este curso. El próximo año, en Orense, los jóvenes se encontrarán con sacerdotes mayores. «Son muchos los perfiles y muy apasionantes», indica Xosé Manuel Domínguez.
La intención que tienen desde el Instituto de la Familia es que estos mayores no solo participen en estos encuentros, sino que impartan clases magistrales sobre la que fue su actividad profesional y su experiencia en centros educativos. «Es un escaparate para mostrar la riqueza de esas vidas y para los jóvenes es una fuente de asombro», añade.
Se trata, según Domínguez, de aprovechar toda la experiencia de estos mayores en un momento en el que la población envejecida crece de manera exponencial, especialmente en el norte de España. Porque como reza uno de los leitmotiv de Conectando generaciones, «toda vida es única y merece ser contada».