Tirón de orejas a Europa y fuerte crítica a la eutanasia
Ante el presidente, las autoridades y representantes sociales de Portugal, Francisco ha lamentado «los remedios superficiales y equivocados, como el fácil acceso a la muerte». «Y pienso en tantas leyes sofisticadas sobre la eutanasia», ha señalado entre aplausos
«Esta es la juventud del Papa», «queremos ver al Papa», gritaban los jóvenes por las calles de Lisboa al paso del coche de Francisco de camino al Palacio Nacional de Belém donde ha tenido lugar la ceremonia oficial de acogida. Siguiendo el esquema más frecuente de sus viajes apostólicos, Francisco dedicará su primera jornada en Portugal a los encuentros con las autoridades civiles.
Portugal ha recibido con todos los honores y salvas de cañón al Pontífice. En el libro de honor del palacio, Francisco ha dejado el siguiente mensaje: «Peregrino de la esperanza en Portugal, rezo y espero que este país de corazón joven siga encaminándose hacia los horizontes de la fraternidad; Que Lisboa, ciudad de encuentro, inspire cómo abordar conjuntamente los principales problemas de Europa y del mundo».
Después de su reunión con el presidente portugués Rebelo de Sousa, el Papa ha pronunciado su primer discurso en Portugal dirigido a las autoridades, el cuerpo diplomático y la sociedad civil. Una larga intervención en la que Francisco ha reivindicado la Europa de los fundadores y ha dado un repaso por varias cuestiones sociales más que religiosas. En primer lugar, ha asegurado que con la JMJ Lisboa se ha convertido en la capital del mundo «y del futuro, porque los jóvenes son el futuro». Ha pedido invertir en los jóvenes y retomar el diálogo entre jóvenes y ancianos: «A esto se refiere el sentimiento portugués de la saudade, que expresa una nostalgia, un deseo de bien ausente, que solo renace en contacto con las propias raíces. En este sentido es importante la educación, que no solo puede impartir nociones técnicas para progresar económicamente, sino que está destinada a entrar en una historia, a transmitir una tradición, a valorar la necesidad religiosa del hombre y a fomentar la amistad social».
«El mundo necesita a Europa, a la verdadera Europa»
Francisco ha recordado que en 2017 en Lisboa se firmó el tratado de reforma de la Unión por el que se afirma que «la Unión tiene como finalidad promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos». Por eso, ha indicado que Lisboa recuerda la necesidad de abrir caminos de encuentro y que la JMJ puede ser para el viejo contiene «un impulso de apertura universal» porque «el mundo necesita a Europa, a la verdadera Europa: necesita de su papel de constructora de puentes y de paz en su parte oriental, en el Mediterráneo, en África y en Oriente Medio», ha destacado.
Así, a continuación, ha evocado los días más oscuros del continente para recordar que los europeos fueron capaces de salir de la oscuridad de la confrontación y construir una unión: «De ese modo, Europa podrá aportar, dentro del escenario internacional, su originalidad específica, esbozada en el siglo pasado cuando, desde el crisol de los conflictos mundiales, encendió la chispa de la reconciliación, haciendo posible el sueño de construir el mañana con el enemigo de ayer, de abrir caminos de diálogo e inclusión, desarrollando una diplomacia de paz que apague los conflictos y alivie las tensiones, capaz de captar los más tenues signos de distensión y de leer entre las líneas más torcidas».
«Falta de rumbos valientes hacia la paz»
Por eso, ha dado un toque de atención sobre «la falta de rumbos valientes hacia la paz». Ha aprovechado la ocasión para, una vez más, pedir una solución para Ucrania: «Mirando con cariño sincero a Europa, en el espíritu de diálogo que la caracteriza, nos saldría espontáneo preguntarle: ¿hacia dónde navegas, si no ofreces procesos de paz, caminos creativos para poner fin a la guerra en Ucrania y a tantos conflictos que ensangrientan el mundo? Y de nuevo, ampliando el campo: ¿qué camino sigues, Occidente?».
Y ha criticado la escala armamentística calificando de «preocupante» «cuando uno lee que en muchos lugares se invierte continuamente en armamento, en lugar de hacerlo en el futuro de los hijos».
El Papa ha expresado su sueño para Europa: «Sueño con una Europa, corazón de Occidente, que utilice su ingenio para apagar focos de guerra y encender luces de esperanza; una Europa que sepa reencontrar su alma joven, soñando con la grandeza del conjunto y yendo más allá de las necesidades de lo inmediato; una Europa que incluya a los pueblos y a las personas, sin perseguir teorías ni colonizaciones ideológicas».
El fácil acceso a la muerte, solución de conveniencia
Después de tomar el pulso al europeísmo, ha lamentado la continua falta de respeto por la vida, «las derivas utilitarias» que usan la vida y la desechan. En este largo discurso, el Papa ha criticado abiertamente la eutanasia, práctica cuya despenalización aprobó el pasado mayo el Parlamento portugués. «Pienso en tantos niños no nacidos y ancianos abandonados a su suerte; en la dificultad por acoger, proteger, promover e integrar a los que vienen de lejos y llaman a las puertas; en la soledad de muchas familias que luchan por traer al mundo y criar a sus hijos. También aquí se podría decir: ¿hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de los ancianos, los muros de alambre espigado, las tragedias en el mar y las cunas vacías? ¿Hacia dónde van si, ante el dolor de vivir, ofrecen remedios superficiales y equivocados, como el fácil acceso a la muerte, una solución de conveniencia que parece dulce, pero que en realidad es más amarga que las aguas del mar? Y pienso en tantas leyes sofisticadas sobre la eutanasia», ha lamentado Francisco cuyas afirmaciones han generado los aplausos de su audiencia.
Jóvenes sin rabia, sino con esperanza
Por último, ha alabado a la marea juvenil que ha llegado estos días hasta Portugal. Unos jóvenes, ha dicho el Papa, que «no están en las calles para gritar de rabia, sino para compartir la esperanza del Evangelio. Y si desde muchos sectores se respira hoy un clima de protesta e insatisfacción, terreno fértil para el populismo y las teorías conspirativas, la Jornada Mundial de la Juventud es una oportunidad para construir juntos».
Ha abogado por luchar por el medio ambiente, el futuro y la fraternidad. Y ha lamentado que las circunstancias sociales en Europa propicien la inversión de la curva demográfica apelando a que la política haga su parte.