Esta es la crónica de una muerte política anunciada. Así, con el tópico literario por bandera, queda enmarcada esta miniserie sobre el ascenso y ocaso de Boris Johnson, un primer ministro británico retratado como un auténtico patán; con buena voluntad, pero inepto total. Acaba de soltar Movistar Plus+ los primeros capítulos y en ellos Michael Winterbotton tira de oficio cinematográfico para presentarnos una ficción con tono de documental donde los hechos se ficcionan y la ficción se apoya, como buenamente puede, en hechos.
Atrapa, sin duda, la narración inicial en la que pasamos del Boris Johnson de verdad al interpretado magistralmente por Kenneth Branagh sin apenas darnos cuenta. Esa es su trampa y, al tiempo, su mayor virtud: la de hacernos creer que aquí no hay posicionamiento moral alguno y que nos lo cuenta como notario que da fe de unos hechos, sin pasarlos por ningún filtro, como si eso fuera posible. Y es otra virtud también la interpretación que hace Branagh del primer ministro, que es de Óscar. Véanla, si pueden, en versión original. Por lo demás, y como los males nunca vienen solos, al excéntrico primer ministro se le añaden unas dosis de pandemia y de Brexit para que el resultado final, más que historia del presente, parezca distopía que se nos viene encima.
La tesis del director es de trazo grueso desde los primeros compases, en los que con tópica narración paralela se presume de lo bueno que va a ser 2020 con el nuevo Gobierno, mientras vamos viendo asquerosos pangolines entremezclados con la trama.
Puede parecer dura y grosera, pero esa es la posición de fondo: que Boris Johnson y los políticos como él también son una epidemia, acaso una pandemia mayor que la que conocemos con ese nombre. Esa moralina echa por tierra el encanto que pudiera haber tenido la serie de haber optado por el thriller político. La opción es otra, lamentablemente más tópica y menos interesante: la crónica anunciadísima de un primer ministro que, tal vez, nunca debería haberlo sido.