The Terror. Una epopeya de patillas, compañerismo y hielos - Alfa y Omega

The Terror. Una epopeya de patillas, compañerismo y hielos

Iñako Rozas
Francis Crozier es el capitán del barco HMS Terror. Foto: AMC.

La miniserie The Terror, que podemos devorar en Amazon Prime, narra las aventuras y desventuras de los tripulantes que conformaron la expedición perdida de sir John Franklin, una de las aventuras más enigmáticas del siglo XIX y puede que la empresa más ambiciosa que hubo emprendido la Royal Navy. Una historia sencilla: dos barcos rompehielos pioneros, el HMS Erebus y el HMS Terror, que intentan cruzar del Atlántico al Pacífico desafiando los helados pasos del noroeste de Canadá y el océano Ártico. Y digo intentan, sin ánimo de spoilear.

The Terror se basa en la novela homónima del norteamericano Dan Simmons y bebe de una cantidad ingente de fuentes: las literaturas de Lovecraft y Poe, de Melville, London y Conrad navegan junto a una inspiración cinematográfica que va desde La cosa, de Carpenter, hasta el Capitán de guerra y mar, de O’Brian, que nos dio el Master and Commander de Weir. Para ponernos en ambiente. Blanco y terrorífico, huelga decirlo.

La serie se toma su tiempo y no quiere impresionar de primeras —cosa que se agradece mucho—. Dosifica, capítulo a capítulo, toda la tensión para llegar a resolver con destreza los enigmas que van surgiendo, que son muchos. Porque el Terror será el barco, horror no de sus enemigos, sino de su propia tripulación. Terror es el barco y terror encontrarán en el mar donde navegan, en el hielo, en la presión del agua y del frío, en esa indómita meteorología y geografía que llevará a tripulación y espectadores al extremo, con esas tormentas o el fuego de san Telmo del que ya Melville decía en Moby Dick, hablando a través del segundo oficial del Pequod: «¡Fuego de san Telmo, ten piedad de nosotros!».

No puedo, por último, no mencionar una excelente ambientación y vestuario, repletos de detalles para el ojo atento. En definitiva, una serie totalmente recomendable para aquellos que, como yo, tengan una sed de aventuras del todo insaciable. Eso sí, para verla, abríguense y sírvanse algo caliente.