The Newsroom - Alfa y Omega

The Newsroom

Javier Alonso Sandoica

Sería tan ambiguo titular este artículo La redacción, que decididamente respetaré el original. The Newsroom es la serie mimada de la HBO, que Canal Plus está emitiendo todos los martes para sus abonados. Es la historia de Will, un periodista que se las sabe todas, conoce las directrices de los emporios de comunicación, ha seguido escrupulosamente los indicadores de audiencias, y ha servido al ideario de las empresas sólo porque le daban de comer. Pero está más que harto, y quiere que el programa informativo que dirige cada noche sea un pulmón de honestidad en la televisión por cable donde trabaja. Ya no habrá sumisiones, peleará por la integridad moral, la decencia profesional y la rectitud.

Conozco más de una Facultad de Comunicación en España que exige a sus alumnos que vean cada martes The Newsroom, y se la tomen como asignatura de obligada asistencia. Dice Will: «Ya no tenemos buenos profesionales de la comunicación, porque hemos perdido los valores morales». Hay un capítulo apasionante, en el que todas las cadenas que entran en competencia: aseguran que una congresista tiroteada en un centro comercial acaba de morir. Will se niega a dar la noticia de su fallecimiento porque sólo hay una fuente, y las fuentes hay que corroborarlas: «Además, alguien fallece no porque lo diga la televisión, sino un informe médico».

Hay en la serie un tono, una ínfula épica muy interesante. El autor de la música es el impecable Thomas Newman, que te lleva en volandas desde el minuto uno. Y el guionista es, ni más ni menos, que Aaron Sorkin, autor de El ala oeste de la Casa Blanca. Sorkin le dice al espectador: Ciudadano americano, recupérate a ti mismo, la verdad es más poderosa que ese cotilleo que te entretiene y vacía. Se cuenta, en uno de los primeros capítulos, que el país se encuentra más polarizado que durante la Guerra de Secesión, y se necesita un marco de reflexión seria sobre lo que está pasando. Parafraseando a Cervantes, a la editora del programa se le escapa: «Escúchame, mundo, eres vil y corrupto, pero ahora es el momento de arrojarte un guante, es la hora de don Quijote».

Aconsejable para los amantes de la comunicación, y para los que siempre han creído que contar noticias es uno de los ejercicios más honrosos de servicio al bien común.