Juan del Río, arzobispo castrense: «Tenemos paz gracias a nuestros militares desplazados»
Juan del Río apuraba una semana atrás sus últimas horas en Líbano, hasta donde había llegado el día 23 de diciembre para pasar los días de Navidad con los militares españoles desplegados en la base Miguel de Cervantes y en las distintas posiciones que controlan, en el marco de una misión internacional. Además, pudo comprobar la situación en la que viven los refugiados y compartir celebraciones y encuentros con la comunidad cristiana local, entre maronitas, melquitas, latinos y coptos. A su vuelta a España, cuenta a Alfa y Omega las impresiones de esta visita pastoral y hace balance del año 2017. Cataluña y la situación de sus diocesanos, policías y guardias civiles, en el conflicto no podían quedar al margen. Pero empecemos por lo más reciente…
¿Cómo ha sido el viaje al Líbano?
El balance no es solo positivo o gratificante, sino también valioso desde el punto de vista pastoral, espiritual y humano. Como pastor he animado a mis feligreses diocesanos y les he agradecido el servicio que están haciendo a España, y también he apoyado el servicio de asistencia religiosa que reciben. A nivel humano, destacaría el encuentro con los refugiados que me impactó, con la realidad de Cáritas Líbano y con los cristianos perseguidos y, finalmente, pondría en valor la riqueza de las Iglesias cristianas orientales, de ritos diversos.
Una de las prioridades era visitar a los militares españoles allí destinados. ¿Cómo están?
El ritmo de trabajo que tienen allí es muy duro; también las condiciones. Viven en contenedores metálicos que, al ensamblarlos, se van convirtiendo en diversos espacios. Agradecieron mucho nuestra visita, que su obispo estuviera allí en unas fechas tan señaladas. Incluso organizaron un coro para cantar villancicos durante la Misa del Gallo en Nochebuena.
¿Y cómo les ven la población local?
La gente tiene un alto concepto de los militares españoles. La valoración es muy positiva. Saben que los nueve años de paz que llevan disfrutando se deben en gran medida a la misión de paz que integra, entre otros países, España. Los dirigentes locales y autoridades religiosas recalcan la profesionalidad, la valentía y la prudencia de los españoles en un lugar donde la convivencia, como dice el Papa Francisco, es una artesanía, porque se tiene que tejer todos los días. Nuestros militares tienden puentes con los nativos y esto se ve en la relación diaria.
Y aquí… ¿se les valora también?
Gracias a que ellos están allí, nosotros tenemos paz. La libertad y la independencia nos la jugamos hoy a muchos kilómetros. Nuestros militares tienen dos objetivos fundamentales en esta misión: frenar los enfrentamientos en la zona y ayudar al Ejército libanés. Hay en la actualidad un cierto buenismo que cree que la paz cae del cielo, al igual que la independencia y la libertad. Si no nos defendemos, seremos invadidos de un modo u otro. No se puede negar la existencia de las fuerzas del mal. El militar tiene el ideal de la defensa de los suyos, y no hay principio más evangélico. Dice Jesús que nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos y los militares están dispuestos a dar la vida para que otros tengamos paz y justicia.
En medio de los militares, está la figura del capellán castrense, que también se desplaza a las misiones, y cuya presencia ha sido cuestionada por algunos grupos políticos…
El pater es un hombre más. Está allí las 24 horas, escucha las penas y alegrías de cualquier familia. Es el hombre de confianza, el hombre para todo, el que, por encima de la situación religiosa del militar, humaniza la base y las relaciones. Su trabajo es de un intensidad fuerte en el orden espiritual porque escucha lo que en la vida ordinaria no se cuenta. Además, debe ser un hombre creativo, pues son muchas horas y hay que llenarlas con algo. Porque si el militar se encierra en sí mismo, la misión se le va a hacer muy difícil. Es muy gratificante para ellos, estando a miles de kilómetros de su casa, que haya una persona que esté pendiente. Sobre el cuestionamiento que hacen algunos en España, diría que este es producto del desconocimiento. La asistencia religiosa no es un privilegio de la Iglesia, sino un derecho del militar creyente. Un militar, al igual que cualquier otra persona, es atendido en el orden médico, psicológico… ¿Por qué, de igual modo, no puede serlo en lo espiritual? Solo los países dictatoriales no contemplan un servicio de asistencia religiosa. Los demás países de nuestro entorno lo tienen, incluso los más laicos. Repito: es un derecho que viene derivado de la libertad religiosa. A no ser que algunos quieran cargarse este derecho.
Además, son personas muy bien formadas…
Los capellanes tienen formación teológica y también física, además de los conocimientos propios del entorno militar. Tienen que pasar por un tribunal médico y otro psicológico. El éxito pastoral de un pater reside en que sea un buen relaciones públicas. Porque no hay campanas con las que llamar a la gente, sino que tiene que ir al soldado que está tomando café, hablar con cada uno… Es una pastoral de suela de zapato.
Durante su visita pastoral tuvo oportunidad también de conocer a los cristianos que viven en el Líbano. ¿Cómo es su situación?
Es complicada. De hecho, me pidieron que denunciase que están siendo diariamente víctimas de discriminación por su condición de cristianos. Su denuncia es también que los organismos internacionales no tratan del mismo modo a los creyentes de otras religiones que a los cristianos en Oriente Medio. Y, así, esta zona se va vaciando de cristianos. Algún obispo de la zona me dijo que él no se iría jamás de aquella tierra, que se quedaría para cuidarla.
De vuelta a España, ¿qué resumen hace del año que acaba de terminar para el Arzobispado castrense?
Siempre digo que esta sede es como una esposa poliédrica, que requiere de una pastoral del boca a boca, de cercanía y de una gran capacidad de itinerancia. Y también obliga a estar al día de los grandes movimientos en los grandes temas. Por dar unas cifras, destacaría los casi 200 Bautismos de adultos celebrados este año, así como las más de 2.000 Confirmaciones. Hemos trabajado sobre el trípode matrimonio, familia y jóvenes, que es nuestra guía pastoral de estos últimos tres años. Fruto de este trabajo y reflexión nos hemos replanteado la ayuda a las familias en peligro o en dificultades o el apoyo a los militares que tienen abiertos expedientes de nulidad matrimonial. Además, a nivel familiar, afrontamos varios problemas: los matrimonios justo después de salir de la academia y tras un noviazgo con poco tiempo en común o la dificultad para compatibilizar su dedicación con la familia.
Este año ha estado marcado por lo sucedido en Cataluña, donde policías y guardias civiles, también feligreses suyos, han tenido que vivir momentos muy difíciles…
Desde el primer momento estuve muy pendiente de lo que sucedía con ellos gracias al capellán de Barcelona. Luego fui a visitar a los agentes allí desplazados junto con los vicarios de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Estuve con los mandos y con ellos en los barcos. Me sorprendió el equilibrio psicológico y humano de nuestros guardias y policías. También su capacidad de aguante y de maduración. El jefe superior de Policía estuvo retenido contra su voluntad durante 23 horas por un escrache de unas 200 personas. Los agentes y sus mandos sintieron y valoraron nuestra presencia allí. Una presencia de Iglesia que es muy enriquecedora y que ayuda a la paz.
Este sábado se celebra la Pascua Militar, una ceremonia presidida por los reyes y a la que asistirán los monarcas eméritos. Usted es el capellán de la Casa Real. ¿Cómo ve a don Felipe, después de que tuviera que intervenir con aquel discurso el 3 de octubre ante el desafío soberanista?
Como español y como obispo, me siento muy orgullo de los reyes que tenemos: de Felipe VI y del emérito Juan Carlos I. Don Felipe es un hombre que siente la Constitución, que la vive y no se sale de ella. Por eso, sus palabras tienen una carga de convencimiento muy grande. Porque su convicción es España, una España democrática y constitucional, una idea que enmarcó aquel 3 de octubre. Todo buen español y demócrata ve en Felipe VI un referente y una garantía de estabilidad, paz y prosperidad.