Srood Maqdasi: «Temo que las milicias cristianas terminen luchando entre sí»
Srood Maqdasi (Ankawa, 1975) es el líder de una de las pocas formaciones políticas asirias de Irak, la Entidad de los Hijos de Beth Nahrain, que han conseguido mantenerse al margen de la sospecha de servir a unos intereses ajenos a los de los cristianos de Mesopotamia. La consistencia de carácter, agudeza mental y honestidad de este cirujano ortopédico le han ayudado a ocupar uno de los cinco asientos que los kurdos reservaron en Erbil a los cristianos del Creciente Fértil. La cámara ha sido suspendida, pero Maqdasi sigue llevando a cabo una intensa actividad política a través de las comisiones parlamentarias y de su propio partido, en cuyas oficinas de Ankawa tiene lugar esta entrevista
Las jerarquías eclesiásticas no comparten su ideario nacionalista, que pongan ustedes el acento en su identidad étnica asiria y no en la cristiana.
Hemos intentado reunirnos muchas veces con los responsables de las iglesias para consensuar una posición común sobre los problemas que afectan a nuestra comunidad, pero no ha sido posible. Cada una de las iglesias y de los partidos tiene una visión diferente acerca de lo que debería hacerse en los territorios cristianos liberados del Daesh en los llanos de Nínive.
¿Y cuál sería la mejor opción?
Una especie de zona segura y autónoma bajo supervisión de la ONU.
Árabes y kurdos se disputan ese territorio por su riqueza petrolífera.
Me niego a culpar a los árabes o a los kurdos de todos nuestros problemas cuando los propios asirios no hemos sabido consensuar un documento que concrete nuestras peticiones. Algunos altos funcionarios kurdos nos han preguntado cuáles son nuestras demandas y no hemos sido capaces de darles una respuesta conjunta.
El caso más claro de discrepancia entre la Iglesia y los nacionalistas es el de las milicias cristianas. El patriarca caldeo, Luis Rafael I Sako, cree que esos grupos armados solo sirven a los intereses de los políticos.
De entrada, entendemos que el pueblo asirio no puede permitir que sean otros quienes liberen sus tierras y, en tal sentido, una fuerza armada asiria es necesaria. El problema es que el asunto ha terminado convirtiéndose en una verdadera pesadilla…
¿A qué se refiere?
¿Sabe cuántas milicias o guardias militares asirias operan ahora mismo en los llanos de Nínive? Más de cinco. Y todas pertenecen a partidos diferentes, con intereses diferentes, no siempre en línea con las necesidades del pueblo asirio. Nuestra formación era partidaria de crear una única milicia. Lo intentamos y fracasamos. Más tarde planteamos la creación de un consejo militar que actuara como paraguas. También fue imposible. En definitiva, creemos en la necesidad de tomar parte en la liberación de nuestras tierras, pero no mediante una pléyade de milicias partidistas, a menudo subordinadas a agendas ajenas a los intereses asirios. Nos tememos que las distintas fuerzas de las que forman parte terminen arrojando a unas contra otras.
Se diría que Irak está al borde de la guerra civil y el colapso.
Tras la liberación de los llanos de Nínive, la zona ha quedado en manos de tres autoridades militares distintas. Las milicias cristianas se hallan desplegadas sobre unas u otras dependiendo de su filiación y simpatías. Eso ha provocado enfrentamientos armados incluso entre los propios grupos asirios.
¿Está usted diciéndome que los cristianos se han enfrentado entre sí?
Sí. Hace algunas semanas, hubo un enfrentamiento armado entre las tropas cristianas que combaten junto a los chiítas y un pequeño grupo nuevo que ha surgido en los llanos. El intercambio de fuego se saldó con varios jóvenes asirios heridos y el encarcelamiento del comandante de una de esas unidades.
¿Ha comenzado la población a regresar a sus hogares?
Muchos no tienen a donde volver ni, menos aún, las garantías de seguridad necesarias. A Teleskoff han regresado 50 familias. Y a Karakosh, tan solo una. Batnaya ha sido completamente destruida.
¿Y en qué estado se hallan las infraestructuras?
Catastrófico. La mitad de las casas fueron quemadas; al menos un 5 % resultaron completamente destruidas y todas, sin excepción, han sido saqueadas. Ni siquiera es fácil llegar a los llanos. Para alcanzar nuestros pueblos tenemos que atravesar cinco o seis puntos de control militares y, créame, los soldados no acostumbran a ser muy educados con nosotros.
Parece ser que el grueso de los asirios que aún vivían en el país han decidido unirse a sus familiares en la diáspora o están pensando en hacerlo.
Los nuestros perciben su futuro en negro. Debería haber visto cómo reaccionaron tras descubrir el estado en que habían quedado sus casas o la deplorable situación de las iglesias. La gente gritaba, lloraba… Cada vez es más difícil persuadir a la gente de que no abandone el país. A día de hoy, la población asiria de Irak ha caído a menos de 300.000 personas, una quinta parte de la estimada hace 20 años.
El patriarca caldeo cree que no hay nada más perjudicial para los cristianos que otorgarles privilegios, tal y como Donald Trump pretende.
La prohibición de inmigración que pesa sobre siete países [Ndr: Irak estaba incluida en la primera lista, anulada después por un juez] afecta a los asirios igual que a los musulmanes. El patriarca está en lo cierto. ¿Recuerda a aquel pastor de Florida que quemó coranes a las puertas de una iglesia? Cada vez que se produce algún tipo de provocación a los musulmanes de EE. UU., terminamos pagándolo nosotros. Lo mejor para todos es evitar el odio, allá y aquí.