Teléfono de Escucha: Carmen espera cada día la llamada de Mercedes
Este servicio de Cáritas y de la archidiócesis de Madrid, conecta a mayores necesitados de «receta social» con recursos de su barrio y parroquias
Carmen tose mucho al otro lado de la línea. «Llevo una semana en la cama y tengo 38 ºC de fiebre». Con varios años por encima de los 80, acaba de contraer COVID-19 y lleva una semana sin ver a nadie. Así, se ha pasado convaleciente el Día Internacional de las Personas Mayores que se celebra cada 1 octubre. Una de las pocas personas con las que habla cuando la casa se le cae encima es Mercedes Beguiristain, una voluntaria que la contacta todos los miércoles, con o sin enfermedad, a través del Teléfono de Escucha (696 987 885) que Cáritas coordina en Madrid con apoyo del Arzobispado. «Llevo un año haciéndolo, hemos creado un vínculo y por la mañana espera mi llamada», detalla la voluntaria.
Con 77 años y diez nietos, Beguiristain bromea con que «ya tengo alguna gotera», aunque recalca que «Dios aún me regala esta vitalidad y, cuando te sientes tan querida, tienes que dar». Recibe unas diez llamadas al día y —de forma proactiva en vez de reactiva— ella misma telefonea a cuatro ancianos de forma recurrente para «mantener el vínculo de cariño». En total, está disponible desde las 9:00 hasta las 21:00 horas, gratis y «muy realizada». Casualmente, para este servicio demandado principalmente por señoras mayores, quienes ofrecen su tiempo suelen ser mujeres con solo unos años menos. «Aunque también hay hombres», matiza Marimar Carpintero, técnico de apoyo en el área de Mayores y Cuidado de la Vida de Cáritas Diocesana de Madrid.
Con nueve colaboradores a bordo de momento —y la apertura a contar con muchos más—, la especialista explica que el Teléfono de Escucha es la manera perfecta «de hacer voluntariado desde casa». Como ejemplo, ahí está Mercedes, quien ofrece su tiempo por los demás desde su salón con solo una pequeña salida de una hora «para ir a Misa».
Evolución de otros servicios
Mar Crespo, responsable del área de Mayores y Cuidado de la Vida de Cáritas Diocesana de Madrid, explica que el actual Teléfono de Escucha es una evolución del servicio que esta entidad comenzó a prestar a raíz de la pandemia de la COVID-19. «Entonces nos dimos cuenta de que había muchas personas mayores que están solas y no salen de casa». Pasado lo peor, ya en 2022, «el cardenal nos dijo que mantuviéramos lo que estábamos haciendo».
Esta especialista de la institución señala que «el número de personas de más de 65 años que permanecen todo el día en casa en Madrid es muy elevado y es una de las regiones más envejecidas de toda Europa». «A muchas personas se las está dejando de lado y el único cariño que reciben es el de la propia soledad», denuncia. Por tanto, tener un teléfono siempre abierto «es una forma de, como Iglesia, estar presentes».
María Trigo explica que «los voluntarios que participan en el teléfono reciben una formación en escucha activa». «No es lo mismo que una conversación de tú a tú y necesitas herramientas propias», recalca.
Esta trabajadora social de Cáritas señala como prioridades «tratar con calidez, cercanía y cariño a la otra persona y que sienta que no la estás juzgando».
La voluntaria Mercedes Beguiristain pasó por estas charlas para atender con criterio las llamadas que recibe, pues algunas son de «personas con depresión». «Me apunto lo que me dicen en un cuaderno para no confundirlas entre sí», confiesa.
Crespo detalla que los voluntarios del Teléfono de Escucha «son todos laicos» y provienen de parroquias, de Cáritas, de las comunidades de Vida Ascendente, de la Delegación de Pastoral de la Salud y de la Comisión Diocesana para la Pastoral con las Personas Mayores. «Cada voluntario se instala una aplicación en el teléfono y, cuando es su turno, las llamadas le entran a él», detalla. Y aunque no es estrictamente un servicio nocturno, toman nota de las llamadas que reciben por la noche y las atienden a primera hora.
También identifican situaciones que trascienden a la soledad. «A veces llama gente diciendo que no tiene para comer o que en invierno está sin calefacción. Entonces ponemos en contacto a la persona con los servicios sociales».
María Trigo, otra de las responsables de este teléfono, revela que sus voluntarios lo han dado a conocer «por farmacias y peluquerías, centros de salud, asociaciones de barrio y otras entidades que trabajan con mayores». Gracias a ello, «hemos recibido llamadas de médicos que reciben semanalmente a la misma persona mayor» —lo que en jerga sanitaria se conoce como un «hiperfrecuentador»—. Estos sanitarios, a su vez, han dado a conocer la iniciativa a sus pacientes como «receta social». «En Cáritas apostamos mucho por trabajar con la comunidad», presume Trigo.
La trabajadora social revela además que «en cada vicaría tenemos servicios de acompañamiento a domicilio» que mantienen en el radar a estos perfiles «si quien escucha detecta que tienen otro tipo de necesidades». Así, una vez se ha establecido cierto vínculo, se ofrecen encuentros presenciales con otros voluntarios para «hacer gestiones, ir al médico o simplemente jugar al dominó». Aunque la gran aspiración, añade Mar Crespo, es que los ancianos se integren «en los espacios de encuentro que tenemos en las parroquias para personas mayores».
Esta responsable de Cáritas destaca la estrecha colaboración con otras iniciativas de la archidiócesis de Madrid como el teléfono nocturno del Servicio de Atención Religiosa Católica Urgente, SARCU, (913 717 717), más centrado en la administración de emergencia de sacramentos, para que los sacerdotes de guardia atiendan apremiantes crisis vitales. «Al final somos todos Iglesia, tenemos que estar unidos en esto y es importante que no vayamos cada grupo como francotiradores», reivindica Crespo. Añade que, «al crear una pastoral con los mayores, que ha sido un encargo del cardenal, llevamos tiempo reuniéndonos todas las delegaciones para que en cada parroquia haya un grupo que los atienda».