Teatrillo de Navidad: el cuarto rey mago - Alfa y Omega

Teatrillo de Navidad: el cuarto rey mago

En la fiesta de la Epifanía del Señor, Alfa y Omega rescata un relato de la profesora Salomé Adroher recogido en su obra Belén viviente

Salomé Adroher Biosca
Ilustración: DALL·E / R. P.

Narrador
Cuentan algunas leyendas
que más que tres, fueron cuatro
los reyes que, tras la estrella,
abandonaron palacios,
riquezas, comodidades,
en busca del Niño Santo.
De Persia partió Melchor,
el rey científico y sabio,
y de Arabia el buen Gaspar,
un guerrero consumado;
de la India Baltasar
un oriental refinado;
y de Europa el cuarto Rey,
Artabán el olvidado,
que aceite y vino llevaba
como presentes sagrados.
En un punto del camino
todos ellos se encontraron
y unieron sus caravanas
y destinos, tras el rastro
de la estrella que guiaba
hacia ese lugar soñado.

Melchor
Se hace muy largo el camino
en este tan duro invierno,
esta noche están cansados
y ateridos los camellos,
y se acerca una tormenta
¿no escuchais allí los truenos?

Gaspar
El viento azota los árboles,
el horizonte está negro,
y las nubes amenazan
con echar abajo el cielo.
¿Dónde habrá en estos lugares
tan inhóspitos y yermos
una sencilla posada
en que poder guarecernos?

Baltasar
Veo una humilde cabaña,
si miráis allí, a lo lejos,
parece que está habitada,
se ven algunos destellos.
Acerquémonos a ella
y pidamos al casero
que en el corral nos permita
refugiarnos de este viento,
de esta noche tan oscura,
de este frío y de este hielo.

Artabán
Aguardad aquí, hermanos
que yo enseguida me acerco
y le ruego nos acoja
al honrado posadero.

Ah de la casa, ¿me abrís?
Buscando cobijo vengo,
os ruego, mi buen señor,
que sujetéis a los perros
no sea que de un mordisco
me dejen hoy en los cueros.

Pastor
¿Y quien sois vos, esta noche
tan oscura, que no os veo?
¿a qué venís a estas horas?
¿a qué venís forastero?

Artabán
Somos nobles de otras tierras,
somos reyes extranjeros
que seguimos a una estrella
que nos va llevando lejos.
Al Rey de reyes buscamos
con esperanza y deseo.
¿Puede dejarnos vuecencia
descansar bajo su techo
esta noche tormentosa
en su corral o granero?

Pastor
Soy un humilde pastor,
este mi hogar yo os ofrezco.
En el corral del rebaño
podéis dejar los camellos.
calentaos en mi lumbre,
compartid este puchero.
Dicen en esta comarca
que soy un gran cocinero
con mi guiso de lentejas
os vais a chupar los dedos.

Artabán
Dios os bendiga, señor,
acogedor caballero,
aceptamos sus lentejas
su hospitalidad y su fuego.
Y como pequeña muestra
De nuestro agradecimiento
Aquí le dejo un buen vino
un vino que está soberbio
(reserva de 2001),
y este aceite estupendo
que de oliva virgen extra
se ha molido con esmero.

¡Venid hacia aquí hermanos
hemos hallado consuelo,
un buen pastor que hoy acoge
a unos reyes forasteros!.

Narrador
Al primer canto del gallo,
y después de descansar,
fresquitos con la mañana
quisieron continuar,
cuando el sol sobre los riscos
empezaba a clarear,
y la estrella comenzaba
en el cielo a destellar.
Mas hete aquí la sorpresa,
pues, al abrir el corral,
para sacar los camellos
y poderlos ensillar,
las ovejas se escaparon
a los prados a pastar.
El pastor salió corriendo
a su rebaño buscar,
no fuera que hacia el barranco
se pudieran despeñar.

Artabán
Id vosotros avanzando
que yo le voy a ayudar
al pastor que en su morada
nos ha dejado descansar.
Yo seguiré vuestro rastro
y pronto os he de alcanzar
y a los pies del tierno niño
cuando lleguemos allá
con los ángeles del cielo
esta nana voy a cantar:
A tu vera yo he llegado
Ay, Señor de mis entrañas,
atravesando los mares
los ríos y las montañas.
A la vera del más grande
que, para salvar mi alma,
te hiciste pequeño y pobre,
y en una humilde cabaña
naciste para enseñarme
llevar una vida santa.
A tu vera, mi Señor,
Señor de la madrugada,
te canto con mi tristeza
y con mi vieja guitarra
.

Narrador
Y así marcharon Melchor
con su oro, y Gaspar
con el incienso sagrado,
y la mirra, Baltasar.
Y en la majada quedó
el bondadoso Artabán
ayudando al buen pastor
su rebaño a rescatar.
Pronto, por verdes praderas
pudieron recuperar
a 99 ovejas
que pacían con gran paz
y en arroyos muy tranquilos
se acercaban a abrevar.
Sin embargo, el buen pastor
cuando se puso a contar
vio que le faltaba una
y dejó al buen Artabán
pastoreando el rebaño
para poderla a encontrar.
Por senderos peligrosos
por una semana, o más,
buscó a la aventurera
y al fin la pudo atrapar
a punto de ser vendida
al matadero real.
Y cargándola en sus hombros
pudo a casa regresar,
y quiso con alegría
una fiesta celebrar
pues la que estaba perdida
había vuelto al hogar.
Así que, cuando en camino
se puso el buen Artabán
un mes había pasado,
un mes en pastorear,
en fiestas de bienvenida
y en alegrías sin par.
Pero la historia vivida
la habría de recordar
cada vez que por las noches
se retiraba a rezar.
Y en esa imagen tan tierna
del buen pastor, Artabán
vió el amor de un Dios Padre
siempre tan presto a esperar
y a buscar al que se aleja
sin desfallecer jamás.

Artabán
Me ha dicho un campesino
que hará dos meses o tres
vio pasar a mis compadres
con sus camellos y grey
caminar hacia las tierras
de ese pueblo de Israel.
Les he perdido la pista,
la estrella ya no se ve,
este camino empedrado
me ha destrozado los pies,
y esta soledad tan grande
me hace desfallecer.
El caminar con hermanos
el camino de la fe,
se hace más llevadero
es mejor de recorrer,
se comparten alegrías
y las tristezas también
y cuando uno flaquea
hay otro que tira de él.

Ay, pena penita pena,
pena en este anochecer,
voy a cantarle una nana
a ese mi Niño Rey
cuando le encuentre en los brazos
de su padre san José,
y toda mi soledad
se la pondré a sus pies:
A tu vera yo he llegado
Ay, Señor de mis entrañas
atravesando los mares
los ríos y las montañas.
A la vera del más grande
que, para salvar mi alma,
te hiciste pequeño y pobre,
y en una humilde cabaña
naciste para enseñarme
llevar una vida santa.
A tu vera, mi Señor,
Señor de la madrugada
te canto con mi tristeza
y con mi vieja guitarra
.

Narrador
Artabán el cuarto rey
prosiguió su caminata
y cuando llegó a Belén
el niño allí ya no estaba.
A Egipto había escapado
para evitar la matanza
del malvado rey Herodes
que con furia le buscaba.
En Belén quedó ayudando
a familias destrozadas,
consolando a tantas madres
que a sus hijitos lloraban,
y ayudando en la cosecha
que aquel año fue muy mala,
y los campos por el hielo
muy arrasados estaban.
Artabán el compasivo
a los pobres regalaba
una tinaja de aceite,
y a los tristes, la garrafa
del buen vino que traía
en sus alforjas cargadas.
A Egipto marchó después
encontrando refugiadas
tantas personas que huían
de guerras y de batallas.
Y curó muchas heridas,
y consoló muchas lágrimas,
y acompañó muchos duelos
en aquella tierra extraña.
Más nunca encontró al Jesús
que con tanta ansia buscaba,
y regresó a Israel
con el alma derrotada.
33 años después
por fin oyó una palabra
y le dijeron que el Niño
(de niño ya no era nada)
llegaba a Jerusalén
en la próxima semana.
Y de Jericó subió
por una cuesta empinada
camino a Jerusalén
la ciudad muy bien fundada
al encuentro del Señor
a su meta tan soñada.

Artabán
Hay que ver este camino
hoy está muy transitado,
todo el mundo lleva prisa,
parecen muy ocupados.
Un sacerdote corriendo
por el camino ha pasado,
será que va a preparar
la celebración del sábado.
Y también pasó un escriba
con cara de enfurruñado
debe de tener el trabajo
demasiado retrasado.
Pero: ¿oigo unos gemidos
allí, al pié del barranco?
¡Pero si es un hombre herido!
¡Dios mío lo han asaltado,
le han dejado medio muerto
el pobre, está apaleado…!
Y el escriba y sacerdote
acaban de pasar de largo,
han seguido su camino
y un rodeo le han dado.
Queda una libra de aceite
y un poco de vino blanco
se lo echaré en las heridas
que vayan cicatrizando
Y luego en esa posada
que se quede descansado,
yo le velaré esta noche
y me quedaré cuidando.
¡Otra vez en mi camino,
otra vez voy retrasado!

Narrador
Así fue cómo Artabán
llegó a Jerusalén un año,
ya entrada la primavera
en el primer Viernes Santo.
Agotado, viejo y triste
arribó sin los regalos
que para el Niño bendito
él tenía preparados,
pues por el largo camino
los había entregado
a quienes necesitaban
su cariño y su cuidado.
Y así llegó hasta el Señor,
al Señor crucificado,
y a sus pies se arrodilló
a sus pies dijo llorando:

Artabán
Ay, Señor, que llegué tarde,
pues quise haberte adorado
cuando a este mundo viniste
hace ya 33 años.
Y hoy, con las manos vacías,
ante Ti me he presentado,
pues lo que yo te traía
lo he ido dando a lo hermanos.
Solo me queda Señor
el villancico sagrado
que para cuando naciste
te tenía preparado:
A tu vera yo he llegado
Ay, Señor de mis entrañas,
atravesando los mares
los ríos y las montañas.
A la vera del más grande
que para salvar mi alma,
te hiciste pequeño y pobre
y en una humilde cabaña
naciste para enseñarme
llevar una vida santa.
Y hoy cuando llego a Ti,
Tú vuelves a la morada
de tu Padre que te espera,
de tu Padre que te abraza
después de todo el calvario
que en la tierra te esperaba.
A tu vera, mi Señor,
Señor de la madrugada
te canto con mi tristeza
y con mi vieja guitarra
.

Jesús
Hijo mío, mi buen rey,
tu marcha ha sido muy larga
debes de estar muy cansado
de esta eterna cabalgata.
Mas hoy llegas con tus manos
repletas de ofrendas santas:
pues cada vez que a uno de esos
el consuelo le llevabas
una de estas mis heridas
que ahora ves, tu me curabas.
Y en mis hermanos humildes
era a mí a quien adorabas.
Hoy me voy junto a mi Padre
y os dejo, desconsolada
a mi Madre, dolorosa,
estrella de la mañana
consuelo de pecadores
y enjugadora de lágrimas.
Encomendaos a Ella
en esta Semana Santa.

Narrador
Dicen viejas tradiciones
y olvidadas leyendas
que más que tres fueron cuatro
los reyes que, tras la estrella,
emprendieron el camino
en busca de la promesa
de ese Dios que hecho niño
iba a nacer en la tierra.
Y hay quienes aventuran
que quizá vino de Persia
Artabán el despistado.
Mas también algunos piensan
que de las estepas rusas
venía con sus ofrendas:
vino y aceite traía
en sus alforjas repletas.
Pero ¿cuál es el rincón
donde la oliva es tan buena
y con vinito se pasan
un poco mejor las penas?
¿Cual es la tierra en que el tiempo
se vive de otra manera
y si llego tarde un día
quizá mejor se presenta
el momento del encuentro
o también de la tristeza?,
¿de dónde será Artabán
que la primera saeta
se la cantó a su Señor
con sus dolores a cuestas?,
¿la tierra donde la Virgen
es Reina y Señora nuestra
y le mecen y le cantan
iluminada con velas?
El pueblo que todo el año
prepara en la primavera
con derroche de colores
con tambores y trompetas,
con el olor a azahar,
y también a hierbabuena,
con la magia de la noche
y el sonido de cadenas
que arrastran los penitentes
para redimir sus penas.
que ¿de dónde era Artabán?
De la Andalucía eterna.

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