Te van a reclamar el alma - Alfa y Omega

Te van a reclamar el alma

Lunes de la 29ª semana del tiempo ordinario / Lucas 12, 13-21

Carlos Pérez Laporta
Foto: Freepik.

Evangelio: Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:

«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».

Él le dijo:

«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».

Y les dijo:

«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola:

«Las tierras de un hombre produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:

“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.

Y se dijo:

“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”

Pero Dios le dijo:

“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, ¿de quién será lo que has preparado?”

Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

Comentario

Jesús rehuye la resolución jurídica del conflicto de esa herencia. Él no es un juez civil ni aspira a serlo. Pero no elude su responsabilidad como Juez Divino: Él está llamado a sacar a la luz, no lo externo, sino los pensamientos de muchos corazones (cf. Lc 2, 34). Jesús va a la raíz del conflicto jurídico, a la que la solución judicial nunca llega. ¿O no está llena nuestra sociedad de familias rotas por cuestiones de herencia, también después de que los jueces hayan alcanzado una partición justa? Si no se resuelve en el origen, la justicia externa nunca es suficiente.

Y el problema de raíz es la codicia, como señala Jesús; pero no en un sentido puramente moral. Jesús no nos invita sencillamente a ser más generosos con consignas morales; Él va mucho más al fondo del problema, para llevarnos mucho más lejos. Lo que subyace a la codicia no es moral, sino existencial: es la falsa seguridad que pretenderemos sacar del dinero la que nos lleva a tener comportamientos egoístas. «Me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente», dice el personaje de la parábola. Es una falsa seguridad, porque nuestra «vida no depende de los bienes». Nuestra vida depende del Sumo Bien, que es Dios: las riquezas materiales, las seguridades mundanas, no impedirán que nos pudramos; pero quien es «es rico ante Dios», quien vive para Dios, vive para siempre. Recuerda que «te van a reclamar el alma». ¿Por qué y para quién empiezas a trabajar tú hoy?