Taizé: Jóvenes que llegan… y jóvenes que los esperan
Miguel ya está en Madrid, ha metido todas sus cosas en su mochila y se dispone a participar «con mucha ilusión» en el Encuentro Europeo de Jóvenes de Taizé. Este portugués de 24 años conoció el pequeño pueblo francés en verano de 2011 y desde entonces reserva una semana de sus vacaciones de verano para volver allí y vivir «una experiencia maravillosa, hacer amigos, compartir y conocer nuevas culturas». Allí hace labores de voluntariado y ayuda en la organización de la acogida y en tareas de solidaridad, y cuando vuelve procura mantener el espíritu de Taizé en la oración que se desarrolla todos los viernes en una parroquia de su ciudad.
Este será el quinto Encuentro Europeo de Miguel, que ha quedado a aquí con amigos de otros países que conoció en años anteriores, con quienes espera «poder rezar con las oraciones y cantos de Taizé y vivir el mismo espíritu que ya he vivido otras veces».
Más de 1.000 voluntarios
Más de 1.000 voluntarios diocesanos han trabajado en las últimas semanas en Madrid para que este Encuentro Europeo de Jóvenes sea una realidad. Como Grecia, que vivió el de Basilea del año pasado y ha estado en Taizé este verano. «Estoy entusiasmada –reconoce–, por eso estoy colaborando todo lo que puedo en mi parroquia, Nuestra Señora de los Apóstoles, en Moratalaz. Así puedo compartir toda la experiencia que tengo con la gente de mi entorno, porque muchos no conocen Taizé o no se atreven con la acogida en la familia. Siempre viene bien alguien con experiencia que les pueda guiar un poco».
Grecia está estos días ocupada en la organización de la acogida, de las oraciones de la mañana en la parroquia, y en cualquier eventualidad que surja relacionada con el encuentro, además de acoger también a otro peregrino en su casa. Pero además de su servicio, espera disfrutar del encuentro por las tardes y revivir lo experimentado en los últimos años. Por eso reconoce que «lo que más me gustaría que se quedase en Madrid de todo esto es la experiencia de la confianza: confianza en Dios y confianza en el otro. Creo que es algo que a todos nos cuesta mucho, y es lo que más me ha calado a mí de Taizé. Cuando nos abrimos al otro entonces estamos confiando en Dios, nos abandonamos a Él, pero es algo que pasa por la acogida del otro».