Sufrió un secuestro pero Antonio Pampliega sigue denunciando la «violencia irracional» de la guerra
Fue secuestrado en 2015 en Siria por Al Qaeda. Tras su liberación, continúa ejerciendo el periodismo «porque lo que precisamente quieren los terroristas es cambiar nuestro modus vivendi. Nos inculcan miedo para que dejemos de ir a determinadas zonas» y así ellos puedan campar a sus anchas. Este lunes la CEE le entrega el Premio ¡Bravo! de Prensa por su compromiso social
Antonio Pampliega es periodista en zona de conflicto y, como tal, ha visitado los países más devastados y peligrosos del mundo. Ha estado en Siria, Yemen, Afganistán, Somalia, Sudán del Sur o el Congo. En este último, por ejemplo, el reportero estuvo del 2 al 13 de enero y se encontró una «violencia irracional, desmesurada. No pensaba que el ser humano podía ser tan malvado». Se refiere a casos como el de Janette Walika, una congoleña de 58 años con 9 hijos que ha sido violada en dos ocasiones por grupos guerrilleros distintos y cuyo marido la culpabilizó de la violación y la echó de casa. O el caso de Trésor que con 11 años fue secuestrado por un grupo guerrillero para convertirlo en niño soldado.
Cuando el periodista, que hasta ese momento se consideraba una persona religiosa, se empezó a enfrentar a esta maldad cara a cara a través de sus artículos «muchas veces le preguntaba a Dios “¿por qué permites esto? No lo entiendo” y llegó un momento en el que me enfadé con Él. “No merece la pena hablar contigo, no haces nada”», explica Pampliega a Alfa y Omega.
Sin embargo, hace dos años esa violencia irracional se cebó con él. En julio de 2015 el periodista se dirigía junto con dos compañeros hacia la ciudad siria de Alepo. «Era un país donde no había periodistas occidentales porque o los secuestraban o los asesinaban». Aún así, «decidimos ir allí porque apostábamos por el periodismo y porque en aquel momento Siria era un agujero negro informativo. El mundo tenía derecho a saber qué estaba ocurriendo allí, sobre todo los sirios, y contar su historia». Pero Pampliega nunca llegó a su destino. Poco antes de hacerlo, una furgoneta les cerró el paso y de ella se bajaron miembros del Frente Al Nusra, grupo perteneciente a Al Qaeda, que los secuestró. Comenzó entonces el cautiverio que lo mantuvo 299 días en una celda y que el periodista ha relatado en su libro En la oscuridad, diez meses secuestrado por Al Qaeda en Siria.
Es allí, en la soledad de su calabozo, cuando el freelance retomó su contacto con Dios y comenzó a hablar con Él a diario «como si fuera mi amigo». El primer día «le dije: “Yo creo que debo ser tu oveja más negra y es posible que no me hagas ni caso pero es que no tengo otra cosa”. Al principio me sentía mal porque “recurro a ti porque no me queda otra”». En aquellos diálogos, el periodista sobre todo pedía ayuda, «pero no para mí», aclara. «Le pedía que por favor cuidase de mi familia y de mis dos compañeros que también estaban secuestrados». Para si mismo, «solo pedía fuerza. Le decía: “tú aguantaste el calvario antes de ir a la cruz y es posible que yo acabe igual. ¿De dónde sacaste la fuerza?”».
Aquella relación entre ambos, que continúa a día de hoy, «me ayudó muchísimo, muchísimo, muchísimo», recuerda el periodista. «Le estoy muy agradecido. No me cabe ninguna duda que si estoy hablando ahora contigo es por Él».
«Nos inculcan miedo»
Durante aquella dramática experiencia, Antonio Pampliega se planteó seriamente seguir ejerciendo el periodismo en los lugares más complicados de la tierra. No tenía claro en aquel momento si merecía la pena o no. Pero tras su liberación se dio cuenta de que «por supuesto que merecía la pena», asegura. «Sigo porque no sé hacer otra cosa, porque me apasiona lo que hago y porque lo que precisamente quieren los grupos terroristas es cambiarnos nuestro modus vivendi. Nos inculcan miedo para que dejemos de ir a determinadas zonas o para que dejemos de hacer determinadas cosas» y así ellos puedan campar a sus anchas.
El periodista no solo no abandonó la profesión sino que, desde entonces, se muestra más activo que nunca. «Noviembre del 2017 me lo pasé entero en Afganistán. La Navidad la pasé en el Mediterráneo Central con Proactiva. Ahora he estado 12 días en el Congo haciendo un documental. Sin nosotros, muchas de esas historias no se conocerían. Los periodistas somos imprescindibles en el mundo para que no haya agujeros informativos como Siria o Yemen».
Premio ¡Bravo! de la CEE
Este extraordinario compromiso del periodista le ha sido reconocido por la Conferencia Episcopal Española, que este lunes le entrega el Premio ¡Bravo! de Prensa por su compromiso social. «Para mi es un reconocimiento a muchos años de trabajo, a mucho esfuerzo y un empujón para seguir adelante».
El ¡Bravo! es un premio que Pampliega «no me lo esperaba» y que «me gustaría compartir con toda esa gente, durante todos estos años, que me ha dado su testimonio. Sin ellos yo no sería quien soy yo hoy».