Sudán del Sur cumple un año
Después de treinta años de violencia y de intentos del Gobierno por imponer la sharia a todo el país, Sudán del Sur, de mayoría cristiana, se independizó de Jartum, convirtiéndose en el país más joven del mundo. Varias ONG y asociaciones han aprovechado este aniversario para recordar cuáles son los mayores retos en el proceso de construcción de este nuevo Estado. La falta de profesionales capacitados en educación y sanidad, la actividad de las guerrillas en las zonas fronterizas y la explotación y comercialización del petróleo son algunas de las principales dificultades a las que los sudaneses se enfrentan.
Esta semana, la Asociación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada —AIN— presentaba el informe Sudán del Sur. Un país que no se levanta, que afirma que, un año después de la secesión, ambas repúblicas se encuentran al borde de un nuevo conflicto armado. De todos los episodios, de distinta índole, sucedidos a lo largo de este año, AIN pone el acento en el éxodo burocrático: «Después de la división de Sudán, el Gobierno del Norte insistió en que los ciudadanos originarios del Sur debían volver a sus lugares de procedencia y registrarse allí como ciudadanos de Sudán del Sur, recibiendo los correspondientes documentos de identidad». Se trataba de una condición imprescindible tanto para obtener permiso de trabajo, como para poder volver al Norte.
Para continuar con su presencia en Sudán, la Iglesia también debía pasar por este trámite. Fue en este contexto en el que el cardenal Gabriel Zubeir Wako, arzobispo de Jartum, se dirigió a Ayuda a la Iglesia Necesitada: «Les rogamos encarecidamente su pronta ayuda en este momento extraordinariamente crítico para la vida de este país y de la Iglesia en Sudán». AIN, en colaboración con otras organizaciones, colaboró con lo que pudo, 133.000 euros, con los que se pudo regularizar la situación de 174 personas, entre sacerdotes, religiosos y seminaristas, como residentes en Sudán y así poder continuar con su importante actividad.
En un contexto tan duro, AIN hace ver la especial necesidad del anuncio de la fe, un motivo para esperanza. La Fundación destina su ayuda fundamentalmente a la construcción de escuelas cristianas para niños de Jartum, que hasta ahora no tenían acceso a la educación; a proporcionar mantas, alimentos y medicamentos a los que huyen de la violencia; así como a apoyar a los agentes pastorales y a todos aquellos que predican el Evangelio.
Jesús García, autor de este trabajo, explica que los dos grandes retos de Sudán del Sur son acoger a todos los cristianos que llegan del Norte y construir las infraestructuras para hacer viable económicamente un país que vive una situación de colapso. Esas infraestructuras permitirían al joven país comercializar su petróleo, que actualmente no es capaz de exportar.
Por su parte, la ONG Redes, que engloba a varias ONG de inspiración cristiana, ha presentado esta semana un estudio, como parte de su campaña África cuestión de vida, cuestión debida. Se insiste en la necesidad de profesionales cualificados y en la insustituible labor que realizan en estos momentos las ONG, particularmente en la formación de educadores.