Primer cardenal de Sudán del Sur: «Si los políticos quisieran habría paz en mi país»
Stephen Ameyu Martin Mulla reconoce que décadas de guerra le han marcado, como a todo su país y al vecino Sudán. Tras la visita del Papa, la gente apuesta de forma renovada por la reconciliación
¿Qué impacto han tenido en usted décadas de guerra, primero en el Sudán unido y ahora en Sudán del Sur?
De joven tuvimos que desplazarnos varias veces, por lo que nuestra formación no fue muy sólida. Todos teníamos miedo de que nos mataran. De hecho, tuvimos que irnos del sur y acabé mis estudios en Jartum (actual Sudán). Este estado continuo de guerra intermitente me ha pasado factura. Quizá habría podido ser alguien mejor, pero estoy limitado por el trauma. Por otro lado, nos hizo más resilientes. A mí me hizo más fuerte en mi fe y me ayudó a centrarme más en mi vocación. La llamada de Dios es misteriosa.
Desde muy pronto se interesó por la reconciliación. ¿Por qué cree que en su tierra se suceden los conflictos?
El primero, cuando Sudán estaba unido, giró en torno a los intentos de imponer el islam en el sur, mayoritariamente cristiano y animista. Pero la guerra siempre genera nuevas causas de conflicto. En este caso, se fue convirtiendo en un enfrentamiento étnico. Como además ha sido tan larga, ha afectado a cada sudanés y sursudanés. La gente aún no se ha recuperado del daño y por eso seguimos viendo tanta agitación en ambos países.
Cuando el Papa lo nombró arzobispo de Yuba se encontró con bastante oposición en su diócesis por razones étnicas, aunque no llegaron a dispararle como al obispo de Rumbek, Christian Carlassare. ¿Por qué estas cuestiones tienen todavía tanto peso en la Iglesia?
Es un problema que como Iglesia sigamos atados a nuestras afiliaciones tribales. Gran parte de los problemas los causaron algunos sacerdotes ambiciosos, que querían ser obispos y manipularon a los fieles. A Carlassare lo dispararon a quemarropa. Sobrevivió por un milagro: Dios estaba con él. Con esto, el Señor nos ha enseñado que un clérigo no debe odiar tanto como para intentar matar. Pero, en ambos casos, poco a poco la gente se ha dado cuenta de que fue algo horrible.
¿Están viendo frutos de la visita del Papa en febrero pasado?
Tuvo un gran impacto: ayudó a que la gente se tranquilizara en un momento de ebullición y enfado porque no se avanzaba en la implementación de los acuerdos de paz. El Santo Padre predicó sobre la reconciliación y la necesidad de construir la paz desde la base, y la gente está intentando poner todo de su parte para reconstruir sus vidas y reconciliarse. Pero no es fácil, porque los políticos también juegan un papel importante en la violencia. Si quisieran, habría paz.
Cuando Stephen Ameyu nació en Ecuatoria (hoy Sudán del Sur) en 1964, Sudán llevaba nueve años en guerra civil. Tras ordenarse, en 1997 se doctoró en la Pontificia Universidad Urbaniana con una tesis sobre el diálogo y la reconciliación. También ha colaborado con entidades de desarrollo y de derechos de la mujer.
¿Se refiere a problemas con el proceso de paz o a otros conflictos étnicos?
La violencia ahora la crean sobre todo políticos locales que rivalizan entre ellos. A veces hay violencia incluso en la misma tribu. En una zona en particular conseguimos, dentro de un proyecto ecuménico, que los habitantes se reconciliaran. Pero algunos políticos no lo aceptaron y volvimos a la casilla de salida. Es frustrante, pero como líderes religiosos la frustración no nos puede llevar a dejar sola a la gente. Hay que insistir en que solo la reconciliación nos llevará a la paz.
En agosto, el cardenal Parolin visitó el país para seguir las tareas que les encomendó el Papa. ¿Cuáles eran?
El Santo Padre subrayó que todos los políticos debían estar unidos. Pero hay que crear las condiciones adecuadas. Muchos protocolos del acuerdo de paz no se están implementando, especialmente los relativos a la seguridad. Siguen produciéndose muertes. El Papa les pidió que detuvieran esta situación. Aún no hay un cambio radical, pero se están dando pasos. También pidió que se avanzara en la integración [de los excombatientes] en el Ejército y las Fuerzas de Seguridad. En este ámbito ya se ha llevado a cabo el adiestramiento y hay un mando integrado, pero el despliegue sigue pendiente.
Francisco le ha elegido para ser, desde el 30 de septiembre, el primer cardenal de su joven país. Hay varios cardenales electos más de territorios de misión.
El Santo Padre es muy sensible a las minorías. Quiere que estén representadas de forma significativa dentro de la corriente principal de la Iglesia. La aportación de la Iglesia en Sudán del Sur puede ser un movimiento ecuménico fuerte.