Soy manso y humilde de corazón - Alfa y Omega

Soy manso y humilde de corazón

Jueves de la 15ª semana de tiempo ordinario / Mateo 11, 28‐30

Carlos Pérez Laporta
'Jesús carga con la cruz'. James Tissot. Museo de Brookly, Nueva York
Jesús carga con la cruz. James Tissot. Museo de Brookly, Nueva York.

Evangelio: Mateo 11, 28‐30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario

Lo que Dios nos pide es excesivo para nosotros. Siempre está más allá de nuestras fuerzas. Por eso, puede darnos la sensación de que se trata de algo imposible, porque es imposible para nosotros. No podemos solos con el sufrimiento, con el cansancio, con el sacrificio, con la vocación. Ante la distancia que hay entre lo que tenemos que hacer o vivir y lo que somos puede darnos vértigo, y hacer que nos retiremos. Porque esa distancia parece un puro vacío.

Pero esa distancia está salvada por la presencia vaciada en la cruz de Jesús. El aparente vacío es el vaciamiento de Cristo. Parece nada, pero es Él. El crucificado es el suelo firme por el que pisar para alcanzar nuestro destino y afrontar las dificultades. Entre nosotros y nuestro destino está ya la cruz de Cristo sobre la que podemos apoyarnos y sostenernos, e incluso descansar, para realizar nuestra vida. Por ello nos dice: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera». Es necesario tan solo agarrarse a Él, sostenerse sobre la cruz. Él es la gracia para hacerlo todo y que nos sostiene en todo. Basta la relación con Él. Nos basta su gracia.