Mercedes Lahoz: «Solo he encontrado la felicidad abandonándome a Dios»
Entrar en un congregación que se está fundando, ¿cómo lo vives?
En el año que entré, 2009, nos aprobaron las Constituciones. Todas formamos parte de la primera historia del instituto y la verdad es que es como un regalo. Al principio lo vivimos con sorpresa, con dudas… Pero una experimenta cómo también el Señor da la fuerza primera del carisma, cómo entre unas y otras lo vamos construyendo casi desde cero…
Las fundadoras viven.
Sí, las cuatro hermanas que empezaron viven. Y tenemos una relación muy bonita. Cada una de ellas tiene como una parte de nuestro carisma que ha desarrollado más. Son un espejo en el que mirarse.
¿Cómo empezó tu vocación?
Había terminado Arquitectura, tenía 24 años y es cierto que me lo había preguntado muchas veces, pero no acababa de arrancar y, al terminar la carrera, di el paso.
¿Por qué esta congregación?
Porque la conocía a través de la pastoral juvenil de Cuenca. Yo daba catequesis, trabajaba con niños y jóvenes… Cuando sientes que el Señor te llama y te encuentras con alguien que hace eso mismo y que se ha entregado a Él, es fácil la respuesta, no tienes que buscar mucho.
El cambio de «yo quiero ser arquitecto» a «quiero ser religiosa» es fuerte. ¿Te costó?
Costó, porque al final has dedicado mucho tiempo a los estudios, mucho esfuerzo, aunque ahora miro hacia atrás y pienso que no fue para tanto. El Señor también da la gracia y te ofrece las herramientas y a las personas oportunas para poder dar el salto.
Ahora también eres arquitecto: eres constructora de algo nuevo.
La verdad es que sí. Yo no siento que haya perdido nada, creo que el Señor me está enseñando a construir otras cosas. Aprendí a construir lo físico, y ahora me está invitando a construir mi vida y la vida de otros… Yo me sorprendo. ¡Las cosas que uno es capaz de hacer cuando Dios entra en su vida!
¿Cuáles son las características de vuestra congregación?
El espíritu carmelitano, la Sagrada Familia… Un pilar fundamental es la fraternidad, mirándonos en la Sagrada Familia. De ahí en nuestro nombre, la Eucaristía y la comunión con la Iglesia.
No tenéis obras propias.
No, sentimos la llamada a evangelizar en el contexto de las parroquias, de la Iglesia diocesana. Estamos allí donde la Iglesia nos necesita. En Ávila, por ejemplo, estamos en dos parroquias, y participamos en la pastoral juvenil diocesana.
Y además tienes Twitter. Por ahí te encontré yo…
(Ríe) ¡Sí, tengo Twitter! Es una manera, sobre todo las que trabajamos en pastoral juvenil, de estar en el mundo en el que vive la gente y de acercarnos a ellos. Al final una tiene experiencia de que casi acompañas más en las redes que en persona.
¿Cómo planteáis el desarrollo de la congregación? ¿Os preocupa el futuro?
Pues la verdad es que tampoco estamos muy preocupadas por el futuro, por las vocaciones… Uno reza… Lo que el Señor quiera. Es la actitud de dejarte llevar y dejarte conducir. Es como la Familia de Nazaret, aquella historia pequeña, en aquel sitio y que solo Dios sabía lo que iba a pasar.
¿Qué busca tu corazón?
Yo creo que a Dios, sí… He descubierto que no hay nada que sea como Él; me lo puede dar todo… Cuando tenía 18 años y pensaba en la arquitectura, pensaba que allí iba a encontrar el oro y el moro, y descubro que solo he encontrado la felicidad abandonándome a mí misma y dejándome y haciendo lo que Él me estaba pidiendo.
Mercedes Lahoz tiene 30 años, es de Cuenca, y en 2009 renunció a la arquitectura para entrar en las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia (ECSF), congregación de reciente fundación (1980). Ahora son un instituto de derecho diocesano y están dentro de la familia carmelitana. Son 32 religiosas en ocho casas. Mercedes se prepara para la profesión perpetua en Ávila. En agosto, se encargó de la logística del Encuentro Europeo de Jóvenes. Durante nuestra charla, repite más de diez veces la palabra «sorpresa».