«Sin la oración toda acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma. Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no solo con palabras sino, sobre todo, con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios». Lo dice el Papa Francisco en Evangelii gaudium. Toda su cruzada por reformar la Iglesia, para que sea más santa, más pobre, más humilde, más madre, más misionera, más en salida, no se forja y se sostiene en un programa o en una idea, sino en una llamada, escuchada, acogida, luchada interiormente, en la oración. Por eso el Papa no solo nos pide insistentemente que recemos por él, sino que nos pide que recemos, porque sin oración no ha lugar ni para la comunión, ni para la misión.
Fernando Prado Ayuso, misionero claretiano, teólogo y periodista, es uno de los grandes promulgadores del testimonio personal y del magisterio pontificio del Papa, al que le une una larga amistad y confianza. Por eso además de haber publicado antes de su elección como sucesor de Pedro casi todos los escritos de Bergoglio, desde su elección ha divulgado constantemente su magisterio. Botón de muestra es la colección Las diez cosas que el Papa Francisco dice a…, de libros de bolsillo. Y también está en la vanguardia de la renovación de las publicaciones religiosas en clave misionera, haciendo accesible el mensaje evangélico del modo más directo y sintético, como muestra la iniciativa Intergentes, que presenta en pequeños folletos todos los grandes contenidos de la fe y de la vida de la Iglesia.
La última publicación de Prado es un librito precioso, que nos adentra en el Papa orante y en el Papa maestro de oración. En la primera parte nos habla del orante, bajo un título muy ilustrativo: «Conocer a Bergoglio para comprender a Francisco». En esta parte nos muestra la continuidad entre Bergoglio y Francisco, pero también la impronta tanto interior como exterior que el Papa experimenta desde que es llamado a capitanear la nave de la Iglesia. Desde ahí nos adentra en la escuela de oración que tuvo en su familia, en la formación para hacerse jesuita, y en la experiencia de sacerdote y obispo que necesita ardientemente «orar por su pueblo», que pasa a ser la Iglesia universal.
En la segunda parte nos adentramos en el magisterio de Francisco sobre la oración. Tal vez una de las referencias más hermosas de este magisterio está en la carta que el pasado verano el Papa envió a todos los sacerdotes, con ocasión del 160 aniversario de la muerte del santo cura de Ars: «La oración del pastor se nutre y encarna en el corazón del pueblo de Dios. Lleva las marcas de las heridas y alegrías de su gente, a la que presenta desde el silencio al Señor para que las unja con el don del Espíritu Santo. Es la esperanza del pastor que confía y lucha para que el Señor cure nuestra fragilidad, la personal y la de nuestros pueblos. Pero no perdamos de vista que, precisamente en la oración del pueblo de Dios, es donde se encarna y encuentra lugar el corazón del pastor […]. No perdamos de vista que, en los momentos más difíciles de la comunidad primitiva […], la oración se constituyó en la verdadera protagonista».
Muchos nos hemos hecho esta pregunta: ¿De dónde saca el Papa la alegría, la fortaleza, la capacidad de afrontar tantos problemas en la Iglesia y en el mundo? Se pueden imaginar ustedes la respuesta.
Fernando Prado Ayuso
Publicaciones Claretianas
2020
72
6 €