Sin justicia nuestra misión está incompleta
Queremos afrontar los desafíos de nuestra sociedad y del mundo a la luz del Evangelio y la doctrina social, construyendo el Reino
La Iglesia expresa su ser y misión y, por ello, su lugar en el mundo en una triple tarea: el anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad. La pastoral del Desarrollo Humano Integral de la Iglesia de Madrid es, ante todo, acción evangelizadora, junto a la palabra anunciada, la vida celebrada y la fraternidad vivida, pues el compromiso por la justicia y la transformación de las estructuras injustas es una dimensión constitutiva de la evangelización; es decir, un elemento sin el cual la misión de la Iglesia quedaría incompleta. El servicio que realiza esta pastoral en el campo de lo social abarca el desarrollo integral del ser humano, la exclusión, la incidencia sociopolítica; es decir, todo lo que afecta a la dignidad y desarrollo de las personas; tanto hacia dentro de la Iglesia como hacia fuera de la sociedad, trabajando en sinodalidad con las vicarías territoriales y sectoriales y otras entidades e instituciones eclesiales de Madrid.
Dentro de esta área pastoral están presentes un buen número de realidades diocesanas y sociales, entre ellas, Cáritas Diocesana de Madrid, la Delegación de Migraciones, la Delegación de Pastoral de la Salud, la Comisión de Justicia y Paz, la Comisión de pastorales específicas en los ámbitos de las prisiones, del trabajo, de la ecología integral, de personas gitanas, del mundo del tráfico o de la violencia contra la mujer y la víctimas de trata, además de un Servicio de Atención Católica de Urgencia (SARCU) de un servicio de comunicación e innovación.
En todos esos ámbitos humanos y sociales queremos afrontar los desafíos de nuestra sociedad y del mundo contemporáneo a la luz del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia, alumbrando caminos de esperanza, justicia y paz, colaborando en la construcción del Reino de Dios. Esta tarea nos exige estar atentos a los signos de los tiempos y estar cerca de las personas que más sufren, escuchando y acogiendo sus dificultades y sus sufrimientos, así como sus anhelos y esperanzas. Por ello, nos dirigimos no solo a la Iglesia, sino a toda la sociedad en la medida en que la dignidad de todos los seres humanos debe ser explicitada, reivindicada, fortalecida e integrada.
Siguiendo a Jesús de Nazaret, enviado a anunciar la Buena Noticia a los más pobres y a liberar de todo tipo de opresión, queremos mirar nuestra sociedad con la mirada del Señor, desde una mirada creyente, que bebe del Evangelio, una mirada misericordiosa y samaritana, que se pregunta quiénes son hoy día los pobres y excluidos, los cautivos y los ciegos; una mirada actuante, que propone alternativas de vida y esperanza, actuando con el estilo de Dios, que se caracteriza por la cercanía, la compasión y la ternura.
Por ese camino queremos ser signos tangibles de la misericordia de Dios, promoviendo una cultura del cuidado y del encuentro basada en relaciones justas, fraternales y respetuosas con la creación. Se trata de ir dando pasos hacia una sociedad más humana y justa en comunión y colaboración con el resto de los ámbitos diocesanos y comunidades cristianas. Y procurando articular el acompañamiento y la amistad con las personas con la denuncia de situaciones injustas y el ejercicio de buenas prácticas como forma profética de mejorar nuestro mundo.
En el ser y hacer de todas la delegaciones, comisiones y secretariados que conforman esta área pastoral tenemos presente tres líneas estratégica que consideramos fundamentales: la identidad eclesial encarnando el Evangelio, la transversalidad que facilita la comunión y coordinación entre las pastorales de la Iglesia y con otras realidades sociales y la territorialidad para un mejor servicio al territorio, particularmente las parroquias, arciprestazgos, unidades pastorales y vicarías territoriales.