Rafael Blanco: «Sin educación en religión nunca se podrá entender cualquier cultura»
«Es la enésima vez que la Enseñanza Religiosa entra en campaña, resulta cansino ya». La propuesta del líder del Partido Socialista, Pedro Sánchez, de eliminar la clase de Religión definitivamente de las aulas, ha hecho saltar todas las alarmas, y vuelto a colocar sobre la mesa un debate que ya resulta rancio y decimonónico
Pero es lo propio cuando hay elecciones generales a la vuelta de la esquina: dar palos a la Iglesia, y no precisamente de ciego. Para arrojar un poco de luz sobre este tema de las clases de Religión en la Escuela, entrevistamos a Rafael Blanco, delegado diocesano de Enseñanza en Salamanca.
Tiempos difíciles para la asignatura de Religión… ¿qué futuro le augura a la clase de Religión?
Son ciertamente tiempos difíciles. Algunos partidos políticos se han propuesto un escenario político sin clases de Religión en la Escuela pública, incluso ya proponen en la Concertada. Es la enésima vez que la Enseñanza Religiosa Escolar (ERE) entra en campaña. Y esto empieza a ser un poco cansino… aunque algunos dicen que en vez de dar votos en esta ocasión, por primera vez, puede restarlos. Nosotros estamos —por desgracia— preparándonos para un escenario sin ellas. Empezamos a imaginar otros tipos de presencia en la enseñanza a través, por ejemplo, de capellanías, de ONG’s católicas, etc. Aunque daremos la batalla por la permanencia de las clases de Religión.
¿Qué es lo que está en juego? ¿Por qué tanto unos como otros, marginan de este modo a la asignatura de Religión: unos atacándola de frente, y los otros no haciendo nada por evitarlo?
Es cosa de todos los Partidos Políticos. No olvidemos que tanto Ciudadanos como Podemos llevan propuestas similares a las del PSOE. Y la LOMCE del PP es una de las leyes que más drásticamente ha reducido las horas de Religión. Yo creo que lo que está en juego es la presencia pública de la Iglesia. «¡Que se metan en las sacristías…» vienen a decir. Craso error; entre ellas la occidental, la española. Algunos —yo creo que pocos, en el fondo, pero muy ruidosos— ven la religión como un residuo del pasado. Olvidando, sin ir más lejos, que la crisis económica sólo se resuelve apostando por llenar de valores la economía. El hecho religioso como fenómeno cultural ha sido siempre el gran suministrador de valores a las sociedades humanas.
Desde la Delegación de Enseñanza de la Diócesis de Salamanca se ha creado la asociación DOCERE, para amparar los derechos de los profesores de Religión. ¿Cómo está funcionando esta asociación, cuáles están siendo sus pasos?
Sí. Hemos creado esta asociación en defensa de las clases de Religión junto con las diócesis de Castilla y León. Ya se han apuntado muchos profesores. Pretendemos que lo hagan muchos más. Incluso padres y cualquier persona que esté de acuerdo en defender esta asignatura. En Asturias —haciendo lo mismo que nosotros pretendemos— se ha ganado el pulso a su gobierno en los tribunales. Si alguien desea asociarse no dude en dirigirse a nuestra Delegación diocesana. Lo más fácil es mandar un mail solicitando información a ensenanza@diocesisdesalamanca.com.
En el caso de la desaparición de la clase de Religión de las aulas, tanto de la pública como de la concertada, ¿cuántos profesores se irían al paro? ¿No recibimos apoyo de los Sindicatos?
En la pública 80 familias al paro. En la concertada es más difícil saber. Pero yo creo que incluso más. ¡Buena forma de ayudar al descenso del paro…, objetivo político donde los haya! Los sindicatos de izquierdas están claramente en contra de la ERE desde hace tiempo. Otros, más neutrales políticamente hablando, ciertamente apoyan; ¡más de palabra que otra cosa! Aunque todo se agradece.
¿Cuál es el sentir de los profesores de Religión de la Diócesis de Salamanca en este momento?
Temor, incertidumbre, enfado… ¡La LOMCE ya ha reducido una media de dos horas de docencia a cada uno de ellos! Pero la esperanza es lo último que se pierde. Yo insisto mucho en que tenemos que dotar de más «calidad» a nuestra materia para que se defienda por sí sola. Sea lo que sea, la Iglesia no podrá olvidar nunca la «enseñanza».