Sin Dios la vida se desvanece - Alfa y Omega

Sin Dios la vida se desvanece

Miércoles de la 4ª semana de Pascua. San Felipe y Santiago, apóstoles / Juan 14, 6-14

Carlos Pérez Laporta
Pantocrator. Mosaico. Cúpula del Baptisterio en Florencia (Italia). Foto: María Pazos Carretero.

Evangelio: Juan 14, 6-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:

«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

«Si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice:

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica:

«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.

¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Comentario

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta». En esta petición de Felipe podemos incluirnos todos. Tampoco nosotros tenemos suficiente si no vemos al Padre. Si no se nos muestra el Padre, nuestra sed nos ahoga. Incluso con Jesús, si no tenemos intimidad con Él no alcanzamos a vislumbrar a Dios. «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Si estamos ante Jesús, ante su figura humana —que hoy es su Iglesia—, y seguimos esa figura, y tratamos con esa humanidad, pero con ello no nos adentramos en su divinidad, perderemos el tiempo. Por eso, Jesús le responde: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre». Hace tanto tiempo. No ha sido tanto, han sido unos años. Pero esos años son una pérdida, son un gasto inútil si no ha servido para gustar a Dios. Sin Dios cada momento sigue al siguiente para perderse sin remedio. Sin Dios la vida se desvanece. Y no es que no estemos ante Dios, porque estar con Cristo es estar con Dios, y no puede verse a uno sin ver al otro. Pero no nos aprovecha. Pero ¿cómo reconocerle?

Dios está, porque actúa, porque podemos verle obrar en Cristo: «El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras». Podemos reconocer a Dios en el obrar humano de Cristo, y de su Iglesia, porque no hay acción en la que el Padre no actúe conjuntamente. La Iglesia, cuerpo místico de Cristo, no podría hacer nada sin Él.