«Ana, siento que me quieres». Son las palabras, hace pocos días, de una de las mujeres con las que vivo. Empezamos la conversación –de esas que llamamos informales–, hablando de todo y de nada, de los gustos en la moda, los colores, la música… Y terminamos hablando de la importancia que tiene encontrarnos con personas de esas que parece que te devuelven la esperanza, la confianza, las ganas de retomar objetivos de futuro, las ilusiones de cuando eras más joven… En estas andábamos ella y yo, compartiendo experiencias, anécdotas…, y en un momento de la conversación me espetó: «Ana, siento que me quieres, eres de esas personas que invitan a vivir, a seguir». ¡Qué alegría! Creo que se me iluminó la cara después de decirle que ellas son la razón de mi vocación, el sentido de mi estilo de vida; que han sido ellas quienes me han enseñado a ser como soy, que yo también me siento querida por ella…Seguimos con trivialidades hasta que llegó otra compañera.
Vivir con mujeres que han sido víctimas de la trata con fines de explotación nos hace desarrollar el talante del respeto, cuidado, detalle, proximidad. Nuestra pedagogía expresa que el cuidado tiene que ser sentido, experimentado, concreto, personalizado. Leyendo a María Micaela (el 15 de junio fue su fiesta), constato que nos lo ha dejado como legado. En los primeros capítulos de su autobiografía encontramos la experiencia de sentirse cuidada desde niña, y cómo su madre le enseñó a desarrollar el cuidado. Cuenta que el cuidado transciende la presencia. Nos dice que cuando faltó su madre «me dejó muy recomendada al padre Carasa», y relata que, «como era muy devota de la Virgen, al faltarme mi madre, la escogí para que la reemplazara… Y de este modo tenía una entera confianza en la guarda suya de mí». A lo largo de su vida tiene mucho momentos en los que siente el cuidado de Jesús.
En la capilla viene a mi memoria «siento que me quieres», y momentos en los que me he sentido y me siento cuidada por mi madre, que me ha enseñado con su vida a cuidar; por Jesús en estos años de entrega consciente. Y actualizo el sentido de hablar a María de cada una de las mujeres, para que las cuide sobre todo cuando se van.