«Si te deportan, ¿con quién quieres dejar a tus hijos?»
En la frontera de Estados Unidos con México, la Iglesia asesora a los inmigrantes indocumentados y les invita a hacer planes por si los detiene la Migra. En el lado mexicano, la diócesis de Ciudad Juárez ha pedido ayuda a ACNUR para atender las peticiones de asilo de los centroamericanos que optan por quedarse allí
«La gente tiene miedo. Ya no sale de casa. Hace unos días deportaron a México a un hombre cuya mujer e hijos son ciudadanos estadounidenses. Él había solicitado el permiso de residencia», pero cometió el error de acudir a un notario, un tipo de profesional que no está facultado para llevar estos casos. «La Policía le paró porque tenía fundido un faro del coche, y su solicitud no constaba en Inmigración». Ramona Casas describe así el ambiente entre los inmigrantes de las colonias del condado de Hidalgo (Texas). Es responsable de inmigración de ARISE, una entidad de las Hermanas de la Misericordia y las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado que trabaja en estas barriadas del extremo este de la frontera con México. En las colonias faltan infraestructuras como el alumbrado, el transporte público o las bocas de incendio. Pero desde hace dos años no faltan policías: «Ha aumentado muchísimo su número. No tienen mucho que hacer, y vienen a nuestras calles».
El lunes, Casas participó en una reunión de la sociedad civil con congresistas para mostrarles su preocupación «por todo lo que se está proponiendo a nivel federal y estatal». No se trata solo de las medidas decretadas por el presidente Donald Trump, que convierten a los once millones de inmigrantes indocumentados en objetivo prioritario de las Fuerzas de Seguridad. El ambiente antinmigración del que beben estas medidas viene de antes. En Texas, además del aumento de policías, se tramita una ley que los obligará a investigar el estatus migratorio de las personas a las que paren por cualquier motivo, y entregar a Migración a los indocumentados. Las ciudades que se nieguen perderán la financiación estatal, además de la federal.
Por todo esto, desde hace seis meses ARISE ofrece a los inmigrantes talleres sobre sus derechos y «sobre cómo prepararse por si tienen algún encuentro con la Patrulla Fronteriza» o la ICE. A los irregulares con hijos estadounidenses «les aconsejamos que rellenen un documento designando a quién confían a sus hijos si ellos son deportados. También que les es tramiten la doble nacionalidad».
ARISE es una de las entidades que, del 16 al 19 de febrero, participó en Modesto (California) en el IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares. La cita contó con la presencia del cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Su mensaje final pide que cada comunidad de fe sea un santuario que informe a los inmigrantes sobre sus derechos y organice equipos de respuesta rápida.
«Aprovechemos ahorita»
A 1.300 kilómetros de Hidalgo, en el otro extremo de Texas, está El Paso. Desde 1977, Annunciation House acoge a los inmigrantes que acaban de cruzar la frontera. Su director, Rubén García, explica que en este momento «nuestra prioridad es animar a cada familia a que reflexionen qué harán si viene la Migra. ¿Volverán todos a México si deportan a uno? También les aconsejamos que busquen un abogado» que los represente y los asesore. Melissa López, directora ejecutiva del Servicio Diocesano al Migrante y Refugiado, explica que sus doce abogados están viendo más interés de la gente por regularizarse, pero –matiza– «suele subir por estas fechas; no sabemos hasta qué punto» es por Trump.
Por otro lado, ha cesado la oleada de centroamericanos que hubo en otoño. «Desde enero se presentan en la frontera unas 100 personas a la semana, frente a las 1.000 de antes», explica García. «Entre septiembre y diciembre llegó muchísima gente de Honduras, Guatemala, El Salvador, Venezuela, Haití y hasta África», cuenta desde el otro lado del río Grande el padre Javier Calvillo, delegado de Pastoral de Movilidad Humana de Ciudad Juárez (México). «No había visto nada así. El mensaje de Trump contra los migrantes cuando era candidato era tan fuerte que muchos dijeron: “Aprovechemos ahorita, no vaya a ser elegido”».
«Puede ser tremendo»
A esta ciudad siguen llegando inmigrantes, sobre todo centroamericanos. Pero ya no todos cruzan la frontera. «Algunos se están quedando aquí», a la espera de ver cómo evoluciona la situación en Estados Unidos. «Nos estamos convirtiendo de ciudad de tránsito en ciudad de destino». Los datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) confirman esta tendencia en los últimos años. Entre 2015 y 2016, las peticiones de asilo en México aumentaron un 156 %, y se han multiplicado por diez en seis años. En 2017, se esperan al menos otras 20.000.
Ante esta nueva situación, «la Casa del Migrante ha ampliado su horario y número de voluntarios –cuenta su responsable–, la Casa de Ejercicios se ha convertido en albergue temporal y las parroquias cercanas al río y los puentes de la frontera también ofrecen estos servicios. Les buscamos trabajo con gente de la Iglesia» que los trate con dignidad. Pero le preocupa también lograr que «tengan algún permiso para estar aquí, trabajar…». Para solucionar esta cuestión el padre Calvillo se ha puesto en contacto con ACNUR. «La semana pasada visitaron el proyecto» y, si consideran que reúne los requisitos necesarios, acreditarán a la Casa del Migrante como centro para asesorar y tramitar las peticiones de asilo de aquellos que huyen de la violencia en sus países.
Francesca Fontanini, portavoz de ACNUR en América, no descarta que en el futuro puedan producirse crisis en las ciudades mexicanas de la frontera si en ellas empiezan a concentrarse los inmigrantes, aunque «es pronto para decirlo». En lugares más pobres y con menos infraestructura que sus vecinos del norte –plantea Calvillo– la situación «puede ser tremenda».
Era la primera vez que Francisco no estaba presente en uno de los Encuentros Mundiales de Movimientos Populares. Ha acompañado desde sus comienzos en 2014 el camino de este movimiento de movimientos que comenzó luchando por las tres T (tierra, techo y trabajo) y el año pasado incorporó a su agenda la inmigración y el racismo. Dos veces los ha acogido en Roma, y otra los visitó en Bolivia, en 2015. Esta vez, hizo llegar su apoyo en un contundente escrito en el que lamentaba que «hemos perdido tiempo valioso sin prestarle suficiente atención» al giro histórico que vive el mundo. Las heridas causadas por un «sistema económico que tiene en el centro al dios dinero […] han sido criminalmente desatendidas».
Francisco esboza en su escrito la relación entre problemas como el desempleo, la violencia, la corrupción, «la crisis de identidad» y el «vaciamiento de las democracias», y otros que han encontrado especial resonancia por su actualidad, especialmente en Estados Unidos, como la deshumanización del otro. Las heridas causadas por un sistema centrado en la riqueza –explica el Pontífice–, «no se pueden maquillar eternamente». Y, cuando surgen los problemas, el poder manipula «el miedo, la inseguridad, la bronca, incluso la justa indignación» para culpar «de todos los males a un “no prójimo”» al que se deshumaniza. Más que apuntar a «personas en particular», Francisco subrayó que se trata de «un proceso social que se desarrolla en muchas partes del mundo y entraña un grave peligro».