Primer español exonerado de la pena de muerte en EE. UU.: «Si se hubiera aplicado la sentencia estaría muerto» - Alfa y Omega

Primer español exonerado de la pena de muerte en EE. UU.: «Si se hubiera aplicado la sentencia estaría muerto»

Desde que salió del corredor en 2001, Joaquín José Martínez trabaja contra el fin de esta práctica. «Creo que tarde o temprano acabaremos con la pena de muerte»

José Calderero de Aldecoa
Martínez antes de su intervención en la Casa de América
Martínez antes de su intervención en la Casa de América. Foto: Casa de América.

El español Joaquín José Martínez creía en Dios y en la pena de muerte hasta que él mismo fue condenado a la pena capital en 1997 por el asesinato de Douglas Ray Lawson y su novia, Sherry McCoy-Ward, cometido en Tampa (EE. UU.) el 31 de octubre de 1995. Entonces, dejó de creer en ambos. «Si se hubiera aplicado la sentencia, ahora estaría muerto», pero se repitió el juicio y fue absuelto. Cuando salió de la cárcel el 8 de junio de 2001, una fecha que él nunca olvidará, se convirtió en el primer ciudadano español exonerado de la pena capital en Estados Unidos, algo que con el tiempo se dio cuenta de que era obra de ese mismo Dios en el que había dejado de creer durante los 37 meses que pasó en el corredor de la muerte de la prisión de Starke. «Ahora le doy gracias todos los días. He visto su mano detrás de mucha gente que se ha implicado a fondo en mi caso. Mis padres, los primeros, que vendieron todo para apoyar mi casusa», asegura durante una entrevista con Alfa y Omega que tuvo lugar en el Día Mundial Contra la Pena de Muerte, que se celebra anualmente el 10 de octubre.

—¿Usted creía en la pena de muerte?

—Sí, date cuenta de que yo llevaba viviendo en Estados Unidos casi toda la vida y creía en su sistema judicial. Por aquel entonces, me hubiera parecido bien que se aplicara la pena de muerte como castigo si algo le hubiera sucedido a mis hijas. Pero cuando yo llegué al corredor de la muerte en 1997 la pena de muerte no era un debate. Había algunas organizaciones que empezaban a hablar en contra, pero ya está. Era algo bastante normalizado entre la gente.

En cifras

20 % más de ejecuciones en el último año, según Amnistía Internacional

55 países tienen aún legalizada la pena de muerte, EE. UU. entre ellos

579 ejecuciones se registraron en 2021, aunque se cree que podrían ser muchas más

Su fe en el sistema norteamericano se desmoronó tras la sentencia que lo condenó a la silla eléctrica. Martínez, que siempre defendió su inocencia —las pruebas de ADN no lo situaban en la escena del crimen y en su contra solo había una grabación de mala calidad en la que supuestamente se le oye confesar—, se sintió «traicionado por la justicia». «¿Cómo creer en un sistema capaz de matar a alguien que era inocente?». Desde entonces, además de colaborar como informático en un despacho de abogados, se ha mostrado disponible para desenmascarar está práctica «cruel e inhumana», según sus palabras. «Lo peor de todo no es la ejecución en sí, sino la espera. Un mes antes te avisan del día, la hora, el minuto y hasta del segundo en el que vas a morir, y eso es despiadado», acierta a decir Martínez, que todavía guarda en su memoria los nombres de sus compañeros de pabellón. «Soy el único vivo de los 13», lamenta. Uno de ellos, Frank, le ayudó a terminar de convencerse de la injusticia de esta práctica. «Pasó 20 años en el corredor de la muerte, pero no fue ejecutado. Murió de cáncer. Un año después, el ADN lo exculpó».

Una práctica en retroceso

Una de sus últimas intervenciones contra la pena capital tuvo lugar el lunes 10 de octubre en la Casa de América, en Madrid, donde reflexionó sobre La pena de muerte en América junto a Martin O’Malley, gobernador de Maryland
—que abolió esta práctica en su estado en 2013 argumentando que «no funciona, no puede ser aplicada de manera justa y además es cara»—; Carolina Fernández, encargada de negocios de la embajada de Costa Rica en España, y el director de Amnistía Internacional España, Esteban Beltrán. Un simposio que fue organizado por la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte y clausurado por José Manuel Albares, ministros de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, que pidió a «los países abolicionistas mantener este asunto en la agenda internacional para caminar hacia su fin en todo el mundo».

­­—¿Cómo está la situación en Estados Unidos y en el resto de América? ¿Veremos la abolición total de esta práctica?

—Poco a poco vamos avanzando. Cada vez son más los estados que van deshaciendo la pena de muerte, pero creo que todavía queda mucho trabajo y mucho camino por delante. Sí soy de los que cree que Estados Unidos podría convertirse en un aliado muy importante en la abolición en otros lugares del mundo, una vez sean desterradas las ejecuciones en este país. Creo que en EE. UU. están haciendo lo posible para acabar con cosas como esta. Los tiempos van cambiando. Recientemente estuve en Roma y no podía parar de pensar en el Coliseo y en todos los martirios que allí se perpetraron. Gracias a Dios todo aquello pasó, y creo que también, tarde o temprano, acabaremos con la pena de muerte.

Las palabras de Joaquín José Martínez se ven refrendadas por los datos. Según Amnistía Internacional (AI), en 2021 se registraron 579 ejecuciones repartidas en 18 países distintos. Un dato que, aunque supone un incremento del 20 % respecto a las 483 ejecuciones rastreadas por AI en 2020, representa la segunda cifra más baja en lo que se refiere a esta práctica desde el año 2010. Todavía hay 55 países en el mundo que siguen utilizando la pena capital.