«Si Lolo se hubiera juntado con el Papa Francisco la habrían liado buena» - Alfa y Omega

«Si Lolo se hubiera juntado con el Papa Francisco la habrían liado buena»

Ignacio Segura Madico presenta en Granada su libro sobre el beato Lolo, «una figura que hizo de una vida muy normal un hecho extraordinario»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Lolo con unos jóvenes en un campamento de Acción Católica.

Este jueves la delegación de la ONCE de Granada acoge la presentación de Cien años de apostolado del testimonio, un libro sobre el beato Lolo escrito por Ignacio Segura Madico.

«Es un homenaje, no una biografía al uso», asegura el autor, quien se embarcó en este proyecto al cumplirse el año pasado los cien años del nacimiento de Manuel Lozano Garrido, a quien todos conocían como Lolo.

En el libro, Segura Madico —afiliado a la ONCE como Lolo en sus últimos años— destaca facetas de él «muy de actualidad, porque Lolo es un santo para la gente y para la Iglesia de hoy».

Lo primero, su impulso misionero y evangelizador: «Si Lolo se hubiera juntado hoy con el Papa Francisco la habrían liado buena», asegura el autor, para quien el periodista de Linares «desarrolló una labor apostólica muy importante que no se vio impedida cuando enfermó».

En segundo lugar destaca la «sinodalidad» de Lolo, porque «a pesar de no poder salir a la calle, supo hacer comunidad. Durante su vida atrajo a muchísimas personas porque tenía una personalidad que marcaba mucho a quien le conocía».

Además, evitó algo que el Papa Francisco suele lamentar en la Iglesia: el clericalismo. «Él veía la figura al sacerdote como algo necesario sacramentalmente, pero invitaba al laico a ser laico, a darse cuenta de su vocación, con el sacerdote como la figura que hace sonar la orquesta», apunta Segura Madico.

Por último, Lolo supo «ensalzar el valor de la discapacidad», de la que hizo «un altar dentro de la Iglesia», algo que «a los que tenemos alguna discapacidad nos ayuda mucho a vivir y normalizar nuestra fe».

Segura Madico no conoció a Lolo directamente. Fue en una convivencia con su parroquia, en los años 80, cuando «me encontré con un texto suyo que me llamó mucho la atención. Años más tarde pedí a la ONCE que grabaran sus libros, y luego estuve metido en los preparativos de su beatificación. Conocí a varias personas que lo conocieron y así me fue enamorado de su figura».

Por todo ello, ve en Lolo una figura «a imitar», pues «hizo de una vida muy normal un hecho extraordinario». Así, «cuando tienes momentos de bajones en la vida, con los hijos, el trabajo, contigo mismo o con Dios, te fijas en él y ves que Lolo no perdió esa luz de la fe. Y si él pudo vivir así, ¿por qué nosotros no?».