La Iglesia, con los sin hogar en la emergencia: «Si les fallamos, se van a la calle»
«Son tiempos muy difíciles y nuestra responsabilidad es quedarnos en casa, por nosotros mismos y por los demás, pero como cristianos tenemos el deber de asistir a las personas que dependen de nosotros», asegura Jorge Vicente, voluntario responsable de coordinación operativa de la Mesa por la Hospitalidad de Madrid. Durante estos días, la mesa continúa con su labor de atención a estas personas, porque «si les fallamos, se van a la calle. No tienen dónde ir. Las acogidas dependen de los espacios que ofrecemos y de los voluntarios. Pero la respuesta está siendo increíble. Los voluntarios están siendo un ejemplo impresionante de generosidad. Hay muchas personas que no dudan a la hora de seguir prestando su voluntariado, también los que acuden de noche a los centros. La mayoría no ha renunciado, aunque los que están en riesgo no van, evidentemente. Gracias a eso nuestros espacios siguen abiertos, y ninguna parroquia los ha cerrado», señala. Con todas las condiciones de seguridad, la Mesa por la Hospitalidad sigue manteniendo estos días la red de alojamientos de urgencia para situaciones críticas de peticionarios de asilo y refugio.
Jorge Vicente además es voluntario de Cáritas en su parroquia, y durante los primeros días de la emergencia ha podido comprobar cómo muchas empleadas del hogar han dejado de ir a su trabajo por petición de sus empleadores; y lo mismo ha sucedido con aquellos que trabajan cuidando ancianos; y también se han cancelado trabajos prestados en negro. En algunos casos, esta decisión ha venido acompañada de una reducción de ingresos porque han dejado de pagarles.
La caridad no cierra
Pablo Genovés, de la Vicaría de Desarrollo Humano Integral de Madrid, confirma a Alfa y Omega que las Cáritas de la diócesis siguen atendiendo, «con las precauciones adecuadas», las situaciones que se les presenten o que ya atendieran y requieran seguimiento especial. También siguen en funcionamiento los proyectos habituales de Cáritas Madrid, que estos días ha lanzado una campaña denominada La caridad no cierra. Quiero ser tu vecino de apoyo, para promover la solidaridad vecinal. Junto a ello, el Centro diocesano de Pastoral Social Santa María de Fontarrón ha habilitado un teléfono para orientar a cualquiera que tenga consultas, necesidades o propuestas solidarias.
También desde las comunidades religiosas se sigue dando apoyo en la medida de lo posible incluso con soluciones imaginativas como la campaña No estás solo, de la Compañía de Jesús, por la que se piden voluntarios que puedan atender y llamar a personas que por esta crisis se han recluido en sus casas y se sienten solas.
«No queremos dejar a nadie solo»
A pie de calle, la asociación Bokatas denunciaba hace unos días que el cierre de bares, comedores, bibliotecas y centros cívicos estaba dejando a estas personas sin alimentos y sin sus espacios habituales para resguardarse, una situación que «agrava la vulnerabilidad de este colectivo», dice Esperanza Vera, presidenta de la asociación. Por eso, los voluntarios de Bokatas han organizado rutas de emergencia para ofrecer alimentos, kits de higiene e información, una situación que se mantiene en el Estado de alarma al amparo del decreto del Gobierno que permite los desplazamientos para asistir a personas «especialmente vulnerables». «Y las personas que atendemos lo son», confirma Esperanza.
Por su parte, Carlos Trujillo, de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid cuenta que «estos días les están parando por la calle para decirles que se vayan a casa», algo imposible para ellos. Además, «algunos comedores han cerrado, y los que viven de pedir no reciben estos días nada porque no hay nadie por la calle. Viven muy aislados y muy desprotegidos». Por eso, desde Sant’Egidio «seguimos repartiendo la cena por la calle y alimentos a familias en sus casas, y seguimos acompañando a tantos ancianos que conocemos». Trujillo pide «estar muy pendientes de las personas sin hogar estos días al salir a la calle, y si vemos a alguien que no se encuentra bien, llamar al 112». Pero sobre todo, «no olvidar la importancia de las relaciones personales y de amistad con los pobres, que son nuestros amigos».
Como afirma José Luis Segovia, vicario de Desarrollo Humano Integral de Madrid, este tiempo en que «nos tenemos que poner en «modo catacumba» es sin embargo «una oportunidad que Dios ha puesto en nuestra vida para que brille su santidad a través de la nuestra», de modo que «no nos podemos refugiar en el sálvese quien pueda», sino, como en los primeros siglos del cristianismo, «hacer de la via caritatis el instrumento privilegiado para hacer visible el cariño y la cercanía de nuestro Dios en medio de esta pandemia».
Iniciativas de las administraciones
El Ayuntamiento de Madrid ha habilitado en IFEMA 150 plazas para personas sin hogar que podrían ampliarse a 600 si fuera necesario, además de 180 plazas en hoteles y pensiones, lo que supone una ampliación de la red para personas sin hogar en más del 25 %. Junto a ello, ha prorrogado dos meses más las 479 plazas de la campaña del frío, y pasan a ser plazas 24 horas, para garantizar que los usuarios puedan llevar a cabo el confinamiento. Además, el Consistorio ha destinado los dos centros más adecuados a aislar a las personas sin hogar que presenten síntomas, para evitar focos de infección.
Por su parte, la Comunidad de Madrid ha abierto en su página web un registro de voluntarios que deseen prestar ayuda a la población más vulnerable ante el coronavirus. Por último, el Ministerio de Defensa ha ofrecido sus instalaciones a las diferentes administraciones para albergar a las personas sin hogar que lo requieran.