«Si decides tener un hijo, es con o sin discapacidad»
Uno de los aspectos del anteproyecto de la nueva ley del aborto que más polémica ha suscitado es la restricción del aborto eugenésico. Los detractores de esta ley aseguran que este cambio obligará a las mujeres a ser madres de hijos con problemas. Ana, madre de una niña con síndrome de Down, les responde: «Un hijo es una responsabilidad. Si decides tenerlo, es con o sin discapacidad. Tienes que asumir que puede ser perfecto o menos perfecto, como el resto de la vida. No le culpes de no ser como tú quieres»
«Fue muy duro. Nunca estás preparado para una noticia así». Con estas palabras recuerda Ana el momento en que, nada más nacer su hija, los médicos descubrieron que podía tener síndrome de Down. «No tenía apenas los rasgos, pero era como una muñeca de trapo, no tenía fuerza». Seis años después, gracias a la fisioterapia, el tono muscular de Anita «es casi normal. No ha tenido ningún problema de corazón, que es algo que les ocurre a casi todos estos niños. Va retrasada en el habla, pero es sobre todo porque tenía un problema de oído. Desde que la operamos hace unos meses, es otra». El contraste con ese primer día es enorme. Entonces, «sentí pánico, y me pregunté ¿por qué a mí? Te viene a la cabeza la imagen del tonto del pueblo. Luego pensé: ¿Y por qué no? Si me ha tocado a mí, será por algo. Al poco tiempo, pedí a la enfermera ver a mi hija. Cuando la ves y la coges, ya todo te da igual. Creo que si las madres que piensan en abortar» porque su hijo tiene una discapacidad «esperaran a vivir ese momento, cambiarían de opinión».
Es fácil dejarse llevar por el miedo
Ante una noticia que destruye muchos planes y exige a los padres una gran dedicación de por vida, «hay gente que necesita más tiempo para asumirlo, y hay que dárselo». A Ana le ha ocurrido en su propia familia: como ocurre con cierta frecuencia, el nacimiento de su hija desencadenó la ruptura de su matrimonio, porque a su marido le costó aceptar su discapacidad. Pero, aunque hubiera sabido que ocurriría esto, «habría tenido a la niña igual. Ahora, mi hija está enseñando a su padre. Él la ve crecer, ve que le gusta hablar de su cole e ir al cine»; que es presumida como una niña de su edad. «Y me dice: ¡Qué guapa se está poniendo!». Abortar habría borrado todo eso de un plumazo. «Es ponerse la tirita antes que la herida. Dejarte llevar por el miedo y quitarte el problema de encima es fácil. Pero, ¿después qué? Siempre te va a quedar la duda».
Esta mujer madrileña celebra que el Anteproyecto de ley de protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada restrinja el aborto por anomalías en el feto, una decisión que ha levantado ampollas en el propio PP. La nueva ley alude sólo a los casos de enfermedades incompatibles con la vida y dentro del supuesto de daño psíquico para la madre, pero puede abrirse un nuevo coladero: según el portavoz adjunto del Grupo Popular en el Congreso, don Rafael Hernando, dicho supuesto ampararía todo aborto eugenésico.
Una petición de la ONU
Quienes defienden el aborto de fetos con anomalías suelen hablar de niños con discapacidades severas y totalmente dependientes. Pero en casi todo el mundo desarrollado también se acaba, bajo este supuesto, con cerca del 90 % de los niños con síndrome de Down, cuya vida, si se respeta, ha mejorado sustancialmente en los últimos años gracias a los avances médicos y sociales. Incluso se aborta por problemas leves. Un Comité del Parlamento británico pidió, el verano pasado, que se revisara la ley inglesa del aborto, al comprobar que se usa para eliminar, durante todo el embarazo, a bebés con malformaciones como labio leporino o pie zambo.
Doña Carmina García Valdés, Directora General de la Fundación RedMadre, recuerda que la supresión del supuesto eugenésico lo habían pedido tanto «las personas con discapacidad como la ONU. Nos parece bien, porque vemos muchas mujeres abocadas a abortar por una malformación asumible. El aborto siempre es la pérdida de un hijo, y vemos el sufrimiento de esas madres». Cree que la limitación de este supuesto ha causado tanto revuelo porque «parece que tenemos que pasarles el control de calidad a los hijos antes de nacer, y si no cumplen nuestras expectativas, no son aptos. Hoy se pueden corregir malformaciones que hace poco eran incompatibles con la vida. Pero acabando con esa vida no solucionamos nada».
Mi hija es feliz y nos hace felices
Ana conoce de primera mano los problemas a los que muchos aluden para justificar el aborto eugenésico. Sabe que un hijo discapacitado supone para los padres una carga extra, y que se están recortando las ayudas. Pero «hay asociaciones en las que, entre todos, se ayuda. Yo estuve en una, y nos hacíamos cargo de las terapias que la familia no podía pagar». También se acusa a los provida de condenar a muchos niños al sufrimiento. Ana responde con firmeza: «¿Por qué mi hija no puede ser feliz y hacernos felices? Ella no sufre. Es muy feliz, te lo dice tal cual, y nos hace felices. Se ríe a carcajadas y disfruta de todo a tope. Se hace amiga de todos. Es consciente de sus limitaciones, pero cuando consigue algo que le cuesta, como decir una palabra nueva, lo valora mucho más y la repite ocho veces». Ana opina que, incluso con una discapacidad más grave, «estos niños sufren cuando tú les haces sufrir. Si para ti son un problema, al final se dan cuenta y sufren».
Por último, está «nuestra mayor preocupación»: la pregunta sobre el porvenir de estos hijos. «Los padres lo planificamos mucho», en lo económico y en lo personal. «Salvo casos muy especiales, estas personas tienen a alguien» que se haga cargo de ellos. La madre de Anita está convencida de que siempre habrá alguien que cuide de la pequeña, sean sus tíos o su hermano mayor. «Además -añade-, están las fundaciones tutelares», que se hacen cargo de los pocos casos en los que falta este apoyo.
El problema de fondo es otro. Se resume en la idea, tan repetida estos días, de que, aunque es respetable que una familia siga adelante con un embarazo de este tipo, no se les puede obligar a ello. Desde la Fundación RedMadre recuerdan que, hasta ahora, la obligación era más bien al revés: «Casi se imponía abortar a un niño con una supuesta malformación, porque a los padres se les presenta como un lastre horroroso». Ahora, esperan que «la mujer tenga todo el apoyo, compañía y asesoramiento necesarios para elegir la vida de su hijo».
Tienen problemas, como todos
A quienes defienden el aborto eugenésico, Ana quisiera preguntarles: «Si tú tienes un hijo perfecto y por un accidente se queda en cama, ¿lo vas a matar? Un hijo es una responsabilidad. Si decides tenerlo, es con o sin discapacidad, alto o bajo, rubio o moreno. Tienes que ser consciente de todo lo que puede surgir, y asumir que puede ser perfecto o menos perfecto, como el resto de la vida. No le culpes de no ser como tú quieres. Claro que no es la mejor opción, pero quiero a mi hija tal como es. Evidentemente, tiene problemas. Pero todos los tenemos. Si quieres un hijo, lo quieres como sea, aunque esté en la calle y sea drogadicto».
El hermano mayor de Anita la adora, y ella a él. «No sé cuál de los dos quiere más al otro», subraya su madre. Lo único que hace sufrir al chico es cuando «los compañeros del colegio, para atacarle, se meten con su hermana». Con sólo diez años, empieza a conocer la hipocresía de esta sociedad. Seguro que los profesores no toleran esta actitud de unos niños abusones, de la misma forma que muchos se escandalizan ante cualquier caso de discriminación contra discapacitados. Uno de los casos más recientes fue en mayo pasado, cuando un hotel rechazó a un grupo de jóvenes con síndrome de Down. La semana pasada, el Tribunal Constitucional condenó a un extinto programa de televisión por burlarse de un hombre con discapacidad. Pero, al mismo tiempo, Anita o su familia pueden encontrarse, en cualquier momento, a algún defensor del aborto eugenésico que les diga que sus vidas no tienen valor. O, incluso, que les llame monstruos, como hizo la escritora Rosa Regás en verano de 2012, al saberse que la reforma del aborto modificaría este supuesto.
Afortunadamente, el rechazo a los niños con discapacidad no es general. Hay muchas familias dispuestas a quererlos y cuidarlos. En RedMadre -explica doña Carmina García Valdés, su Directora General-, «hemos recibido a varias que venían para ofrecerse a adoptar niños con cualquier discapacidad. Las hemos remitido al Instituto Madrileño de la Familia y el Menor. Allí tienen una lista de espera especial para ellas. Esas adopciones son casi inmediatas». Ana es consciente de que «no todo el mundo puede hacerse cargo de un niño así, pero alguien podrá darle las oportunidades que tú no puedes». En RedMadre, opinan que «la adopción no es la mejor solución», pero aun así es preferible «al trauma del aborto». Prefieren el acogimiento, una medida por la cual otras personas se hacen cargo temporalmente del cuidado que la madre no puede dar a su hijo, pero con vistas a que ella se haga cargo de él en el futuro. El anteproyecto del Gobierno contempla que la mujer que se plantea abortar reciba información explícita y clara sobre la existencia de estas alternativas.