Sin Cristo no hay esperanza para el hombre - Alfa y Omega

Sin Cristo no hay esperanza para el hombre

Lunes de la 23ª semana del tiempo ordinario / Lucas 6, 6-11

Carlos Pérez Laporta
El hombre con parálisis en el brazo. James Tissot. Museo de Brooklyn (Nueva York).

Evangelio: Lucas 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar.

Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.

Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:

«Levántate y ponte ahí en medio».

Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo:

—«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».

Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:

«Extiende tu mano».

Él lo hizo y su mano quedó restablecida.

Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

Comentario

Los fariseos y los letrados le acechan. Jesús lo sabe, aunque no por ello deja de hablar. No deja que la oposición le venza. Es más, no deja de tratar de vencer esa oposición, de abrir los corazones de aquellos que tratan de acabar con él. Lo lógico habría sido hablar solo a los suyos, pero él no pierde la esperanza de llegar a todos, de salvar a cada uno. Y lo hace gastando su tiempo en desvencijar sus artimañas, tratando de cribar sus argumentos artificiosos con la elección entre la vida y la muerte.

¿Qué está permitido en sábado? ¿Salvar una vida o causar la muerte? Porque no hay término medio: si no están a favor de la vida que desborda en Jesucristo entonces están a favor de la muerte. Impedir que Jesús actúe, tratar de eliminarle, significa no solo negar la sanación a los enfermos, sino causarles la muerte. Porque Cristo no solo es el médico que les restablece el cuerpo, sino que es también la salud de su vidas. Él es la Vida de sus vidas. Acabar con Cristo significa acabar con la esperanza del hombre, especialmente de los enfermos.

Porque Cristo cura a aquel hombre su mano paralizada no solo para que pudiese volver a trabajar, sino para que su trabajo por fin encontrara su verdadero sentido. Porque Cristo es la finalidad de todos los oficios. Pero lo que no sabían es que Cristo aprovecharía su muerte para desbordarla de vida: ¿qué está permitido en sábado? ¿Salvar una vida o causar la muerte? Pues en el mismo sábado santo en que a Cristo se le causaba la muerte salvaba la vida de los hombres, sosteniendo la esperanza más allá de la muerte.