Pedro Almodóvar ha aprovechado el Festival de Venecia para pedir una ley universal de eutanasia en nombre de una sacrosanta palabra, la libertad. Con recado incluido para los creyentes que, según piensan estos grandes intelectuales del momento, no usamos la razón y no amamos la libertad. Los cristianos amamos la libertad y la vida, por lo menos, tanto como Almodóvar, y ese debería ser un buen punto de encuentro. Ante el misterio del sufrimiento y de la enfermedad no tenemos recetas, pero la fe abre la razón y, desde ahí, podemos hablar. Los cristianos rechazamos el llamado «encarnizamiento terapéutico». Habría sido bueno que Almodóvar utilizase los reflectores para reclamar un gran plan de cuidados paliativos en todo el mundo, empezando por nuestro país, donde aún no existe. Pero resulta más fácil empujar a quien tiene una enfermedad incurable a la muerte, suministrada con el aval del Estado. Un agnóstico ilustrado debería inquietarse por el temor que embarga a no pocos ancianos en Canadá o los Países Bajos ante la supuesta compasión social que puede considerarlos descartables.
Ante miles de jóvenes en Timor Oriental el Papa proclamó que «ser libre no quiere decir hacer lo que uno quiere, sin tener en cuenta cómo afectan a los demás las propias acciones, ni tampoco renegar de los lazos de amor que nos han nutrido desde los primeros instantes de nuestra existencia y que nos unen a nuestros seres queridos… ser libre significa optar por el bien, por el respeto, por el amor, en todas estas situaciones, incluso cuando cuesta». Esto debería ser materia para un diálogo sin prejuicios con el agnosticismo europeo. Sostener que mi vida no es solo mía no es una rígida abstracción de los creyentes, es una verdadera apertura de la razón. Como decía Benedicto XVI, la libertad es siempre libertad compartida en el vivir con toda la humanidad, y no el simple e individualista «todo es posible y todo es lícito». También un no creyente puede entender lo que dicen los Papas: ser libre es optar por el bien, por los vínculos del amor, incluso cuando cuesta. ¡Qué argumento para una película del director manchego!