«Sería bueno que hubiera más vínculo con la catedral» - Alfa y Omega

«Sería bueno que hubiera más vínculo con la catedral»

El congreso El mundo de las catedrales aborda en Burgos cómo diseñar una catedral moderna en una diócesis nueva o los retos de que sea un monumento

María Martínez López
Foto: Nicolas Nova.

Cuando en 1965 se crearon alrededor de París cinco nouvelles villes para descongestionar la capital, la Iglesia erigió otras tantas nuevas diócesis. Una de ellas era Corbeil-Essonnes. Se eligió la parroquia de Saint-Spire como catedral. Pero los responsables diocesanos no tardaron en darse cuenta de que no era adecuada. La sede de la diócesis se trasladó a Évry en 1988, y se encargó al arquitecto suizo Mario Botta la construcción de un templo adecuado, que se inauguró en 1995.

Botta pronunciará la conferencia final del congreso internacional El mundo de las catedrales, que se celebra del 13 al 16 de junio en Burgos con motivo del VIII centenario de su catedral. Recuerda las «discusiones apasionadas y estimulantes» con el entonces arzobispo de París, el cardenal Jean-Marie Lustiger. Botta buscaba en teólogos y liturgistas «respuesta a las demandas contemporáneas de lo sagrado», que aunara las necesidades celebrativas con «las expectativas espirituales de los fieles, el valor simbólico» del edificio, y la sensibilidad de la cultura contemporánea. Reto aún más importante en una catedral, que además de la sede del obispo, «abarca a una comunidad mayor y más heterogénea», apunta a Alfa y Omega.

Con todo, reconoce que en este ámbito «la mayoría de las veces no hay soluciones convincentes», por el peso de la cultura del momento. Después del posconcilio, «Lustiger había teorizado sobre un regreso a lo monumental, una apuesta por un nuevo diseño que tuviera una referencia explícita a la memoria y los modelos del gran pasado». Esta visión inspiró a Botta. Pero matiza que a pesar de que las iglesias tienen «un valor simbólico» por estar presentes en el paisaje urbano como «signo de una cultura milenaria», sus lenguajes «a veces se separan» de los anteriores. «Estamos en los años 2000, y buscar referentes en la Edad Media parece fuera de lugar».

Dotar de una catedral digna a una diócesis joven no es, con todo, ni el único ni el principal desafío al que se enfrentan las iglesias locales en este ámbito, apunta José Luis Cabria Ortega, catedrático de la Facultad de Teología del Norte de España. Cita la «ambivalencia» que se genera cuando la catedral es un monumento histórico emblemático, y, además de tener que compatibilizar el culto con el turismo y su potencial evangelizador, surgen problemas «a la hora de hacer incluso pequeños cambios». Más difícil aún es cuando se decide agrupar varias diócesis, como viene ocurriendo en distintos lugares. «Cuesta mucho aceptar» que solo puede quedar una catedral y las demás serán concatedrales. Lograrlo dependerá en gran medida «de la prudencia del obispo» para que nadie se sienta abandonado ni despreciado.

Cabria recuerda que, cuando empezaron a surgir las parroquias, «los acólitos llevaban a cada una un trozo de la hostia consagrada en la catedral» como signo de comunión. Cree que «sería bueno, sin entrar en competencia», fomentar un mayor vínculo afectivo de los creyentes con el templo que constituye «el corazón de la diócesis». Subraya la «revolución» que supuso que, en Milán, el Duomo se llenara para la lectio divina que presidía el cardenal Carlo Maria Martini. Propone también «recuperar la Misa del obispo los domingos», compatibilizándola con las visitas pastorales. Pero también «se puede convertir la catedral en un elemento dinámico de cultura», fomentando el diálogo con el arte y la formación de los fieles.

«Casa para todos» en Mejorada

En la localidad madrileña de Mejorada del Campo, se están dando los últimos pasos para la apertura de la catedral que Justo Gallego construyó con sus propias manos desde 1961 hasta su muerte, en noviembre pasado. «No está acabada ni se acabará nunca», subraya el padre Ángel, fundador de la ONG Mensajeros de la Paz, a la que Gallego encomendó su obra. Sí se ha cubierto el techado y «va a ser confortable, pero no vamos a poner mármoles ni oro», continúa. Ahora se están terminando de gestionar las licencias necesarias, después de que el Colegio de Arquitectos de Madrid haya afirmado que «es sostenible y no hay peligro de que se caiga».

El monumental edificio va a ser, sobre todo, «un encuentro de personas más que una catedral al uso». Mensajeros de la Paz no quiere que sea «una iglesia católica que se abre a los demás, sino un centro social abierto a todos», en el que «todas las personas que lo deseen y no puedan ir a ningún otro sitio puedan hacer eventos»: conciertos, presentaciones de libros, cursos de formación o para matrimonios «rotos y no rotos». En definitiva, una «casa de todos, no solo de los que creen en distintas religiones», que también podrán tener allí sus celebraciones, «sino de los que no creen. No solo de los ricos, sino de los más desfavorecidos».