Ser cristiano toca todas las esferas personales y públicas - Alfa y Omega

Ser cristiano toca todas las esferas personales y públicas

Ser conocedores del destino de nuestro dinero es
parte de nuestra responsabilidad social como creyentes

Alfa y Omega

Por primera vez en la historia de Alfa y Omega ofrecemos un especial dirigido a las inversiones responsables, remarcando la importancia que tiene saber exactamente a dónde va cada céntimo que ponemos en manos de terceros para sacarle más rendimiento. La multitud de expertos y responsables de entidades que están para ofrecernos este servicio a los católicos nos recuerdan en estas páginas que hay cuestiones éticas, muchas, y cada vez más en alza, pero no todas están alineadas con la doctrina social de la Iglesia. Ser conocedores del destino de nuestro dinero es parte de nuestra responsabilidad social como cristianos. Molestarnos en buscar un fondo que sea coherente con nuestra fe, también. Y hay opciones: en el interior de nuestro número se las mostramos. Como dice Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española en su columna, «no toda inversión es aceptable, porque no todos los sectores lo son». Un cristiano «no debe invertir en actividades que vayan contra la doctrina social, por ejemplo, en lo relativo a la vida y dignidad de la persona en cualquier etapa». Y nuestro deber es conocer la ruta que sigue dicha inversión. 

Y como este detalle, tantos otros que diferencian nuestro modo de estar en el mundo. «Mirad cómo se aman», dicen las escrituras. Esto no se circunscribe únicamente a la familia o a los miembros del grupo parroquial. «Mirad cómo se aman» también es cómo haces de lo ordinario algo extraordinario en el puesto de trabajo, ocupado y preocupado por las necesidades del compañero. La fruta que escoges a la hora de ir a comprar al mercado, porque la de fuera de temporada trae consigo un reguero de problemas como la contaminación provocada por el transporte o la explotación de tierras donde viven otros. La atención al mayor que entra en el metro y al que nadie se levanta para cederle su asiento. Las personas solas y enfermas en sus habitaciones de hospital.