Semana Nacional de la Vida Consagrada: «A la Iglesia se viene a servir» - Alfa y Omega

Semana Nacional de la Vida Consagrada: «A la Iglesia se viene a servir»

Luis Marín, subsecretario del Sínodo de los Obispos, abre una nueva edición del evento organizado por el ITVR. «Los consagrados debemos ser expertos en comunión», afirma

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Un momento de la apertura de la Semana Nacional de la Vida Consagrada
Un momento de la apertura de la Semana Nacional de la Vida Consagrada. Foto: ITVR.

«La vida consagrada es anuncio explícito del Evangelio, por lo que tenemos que pasar de los lamentos, la inacción y el pesimismo a una vida realmente profética», ha afirmado este miércoles Luis Marín, subsecretario del Sínodo de los Obispos, en la inauguración de la 53 Semana Nacional para los Institutos de Vida Consagrada, organizada por el ITVR. Con el lema Comunión y fraternidad. Dos tareas siempre pendientes, tendrán lugar hasta el próximo sábado cuatro jornadas articuladas en torno a estos dos conceptos de profunda raigambre evangélica.

Así lo ha destacado Marín, para quien el tiempo que está viviendo la Iglesia hoy «es un kairós» marcado por el proceso sinodal. Así, ha señalado que la Iglesia «es un caminar hacia Cristo y en comunión con Él», lo que comporta «reunión, discernimiento y consenso». Esto hace que el Sínodo actualmente en marcha sea «estructural y no accidental», porque «pertenece a lo que la Iglesia es en sí misma».

En este sentido, el religioso agustino ha asegurado que este proceso de discernimiento comunitario «es la respuesta de Dios a las crisis del hombre», pero «no es una varita mágica», ya que «nos compromete a cada uno, y Dios no actúa en nosotros sin nosotros». De este modo, ha abogado ante los consagrados por crecer en una «fidelidad» anclada sobre dos ejes: «volver a las fuentes, al carisma originario en nuestro seguimiento de Cristo», y hacerlo «desde el conocimiento de las necesidades de la Iglesia de hoy».

Para ello es necesario superar tres obstáculos: «El localismo que provoca la desunión entre nosotros», pues «los consagrados debemos ser expertos en comunión»; la polarización, porque «producen escándalo los enfrentamientos a los que asistimos en la Iglesia»; y la «mundanización», porque «a la Iglesia se viene a servir», ha concluido.