Secuestrados en Gaza. «Cada día que pasa es un riesgo para su vida»
Nik tiene 19 años y hacía la mili en la frontera entre Israel y Gaza. Francisco aseguró a su madre que haría «lo posible para llevarlo a casa»
«Yo solía tener una familia en Gaza», cuenta en el Instituto María Santísima Niña de Roma Mohammed Halalo, gazatí de credo musulmán. Hace tres semanas, viendo las noticias desde la Bélgica a la que emigró hace tiempo, descubrió que el sector oriental de la Franja, donde vivió durante 32 años, había sido intensamente bombardeado por el Ejército israelí. «Empezaron a llegar noticias descorazonadoras de mis vecinos, que me enseñaron fotos de la casa donde nací derruida por una bomba durante la noche», narra con la voz entrecortada. Como resultado, el 7 de noviembre 30 parientes suyos refugiados en esa misma vivienda «fueron asesinados en un instante». Entre ellos, 13 niños y once mujeres. Él es uno de los diez representantes de su pueblo que se reunieron la pasada semana con el Papa Francisco. Aunque ya poco se puede hacer por su familia, Halalo le pidió su mediación en el conflicto entre el Estado de Israel y las milicias de Hamás. «Creemos que la gente en el poder puede actuar para que tengamos un alto el fuego, justicia y paz duradera», sentencia. El mismo día, el Santo Padre recibió también a una delegación de doce israelíes, familiares de algunos de los rehenes retenidos por Hamás.
Poco después, el Ejército de Israel y Hamás firmaron gracias a la mediación de Estados Unidos, Egipto y Catar una tregua de cuatro días que comenzó el pasado viernes. Al cierre de esta edición estaba previsto que se prolongara como mínimo hasta este jueves. Aun así, para el palestino Yousef Alkhoury, el alto el fuego es demasiado corto. Pide un cese de hostilidades más duradero porque «todos los gazatíes son nuestra familia y cada vida que se pierde es preciosa». A su voz se unían las de los mediadores, la OTAN, la Autoridad Palestina, familiares de rehenes y Josep Borrell, alto representante de la Unión Europa para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Al cierre de este semanario, la milicia palestina había liberado a 69 rehenes, 51 de ellos israelíes. Israel, por su parte, había dejado en libertad a 150 palestinos. Hamás proponía además liberar a otros diez secuestrados a cambio de 30 prisioneros palestinos. El alto el fuego ha permitido asimismo la entrada en la Franja de cientos de camiones con ayuda humanitaria.
«¿Qué pasa con los demás?»
«Creo que liberar a cualquier rehén es algo bueno. Pero no nos damos por satisfechos», afirmaba a Alfa y Omega el israelí Yair Rotem. «Si liberan a 50 personas, ¿qué pasa con las otras 90?», se pregunta. Él pertenece al kibutz Be’eri, una comunidad rural donde «85 personas fueron asesinadas y 30 fueron secuestradas por Hamás». Las vidas de más de un 10 % de sus vecinos han sido truncadas o se han visto gravemente trastocadas. El día 22 de noviembre «pude hablar directamente con el Papa y enseñarle el póster de mi hermana y mi sobrina». Tenía la esperanza de que pudiera hacer llegar su mensaje a la Cruz Roja y a los gobiernos «para que presionaran a favor de la liberación de los rehenes», cuenta. Su visita al Vaticano valió la pena, pues su sobrina Hila fue una de las primeras liberadas por las milicias.
Menos suerte ha tenido Ekateryna Beizer. Todavía no ha vuelto a ver a su hijo Nik, de 19 años. El joven realizaba el servicio militar obligatorio cerca de la frontera cuando los terroristas atacaron su base. También ella le contó su historia al Papa Francisco. «Nos dijo que haría todo lo que pudiera para llevarlo de vuelta a casa lo más rápido posible. Cada día que pasa es un riesgo para su vida», subraya la israelí. Recalca además que su hijo no es un soldado profesional, sino que simplemente hacía la mili, como todos los —y las— jóvenes del país. Cuenta que Nik colabora con muchas organizaciones solidarias. Pero rápidamente señala que «no importa si es buena persona o no. Todos deben volver a casa. No es justo para nadie ser rehén en Gaza».
🇵🇸 Durante la rueda de prensa tras el encuentro con Francisco, la delegación palestina aseguró que el Papa definió la ofensiva israelí como «un genocidio». La Oficina de Prensa de la Santa Sede aseguró en un comunicado que «no le consta» el empleo de esa palabra. Y en conversación con medios vaticanos, el secretario de Estado, Pietro Parolin, lo descartó porque «es un término con consecuencias muy precisas a nivel internacional».
🇮🇱 Por su parte, algunos miembros de la delegación israelí expresaron ante los medios su «decepción» con el Papa por no nombrar explícitamente a Hamás. «Siempre es difícil contentar a todos», respondió a los periodistas el secretario de Estado. Además explicó que, durante sus intervenciones, «normalmente el Santo Padre utiliza términos bastante generales» para que «quien quiera entender, entienda».