Sebastián Gayá: un precursor de la nueva evangelización
Su personalidad discreta llevó a don Sebastián Gayá a permanecer siempre en la penumbra. Sin embargo, la espiritualidad e ímpetu de este sacerdote mallorquín fueron claves para configurar un movimiento de renovación eclesial que se adelantó al Concilio Vaticano II al proponer la santidad para todos, y animar una pastoral de vanguardia, kerygmática y evangelizadora, en comunión con la jerarquía. A los cien años de su nacimiento, y para reconocer su actualidad y la importancia de su legado, el próximo sábado, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Madrid celebra un acto conmemorativo, con una Misa presidida por el cardenal Antonio María Rouco y con una ponencia del obispo de Tarrasa
30 de julio de 1913, en Felanitx, Mallorca. Catalina Riera da a luz a su primer hijo, al que, al día siguiente, bautizarán con el nombre de su padre: Sebastián. Nadie puede imaginar en ese momento que ese pequeño, al que 40 días después consagrarán a la Virgen a causa de su frágil salud, será uno de los renovadores de la Iglesia en España, precursor del Concilio Vaticano II y co-iniciador de un movimiento de renovación eclesial que hoy se extiende por los cinco continentes, y que ha tocado la vida de más de 10 millones de personas. Porque, en efecto, Sebastián Gayá fue uno de los tres iniciadores del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, reconocido por la Santa Sede, junto al laico Eduardo Bonnín y al entonces obispo de Mallorca, monseñor Hervás.
Hijo de una familia humilde, sus padres emigraron a Argentina para sobrevivir. Allí sintió la llamada al sacerdocio, y a los 13 años regresó en solitario a España para emprender el camino hacia la ordenación. Un camino trufado de penalidades y que culminó con su ordenación sacerdotal el 22 de mayo de 1937, en plena Guerra Civil. Durante la contienda, decidió evangelizar en medio de las tropas y creó seis centros castrenses de Acción Católica. Gracias a esta labor apostólica, descubrió la que llamó su segunda vocación: la evangelización entre los jóvenes, los alejados y los tibios.
En 1944, fundó la Escuela de Propagandistas, desde la que gestó, junto a Bonnín y el respaldo de Hervás, lo que sería el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, que nacería formalmente en enero de 1949, con el primer Cursillo. Como explica monseñor José Ángel Sáiz Meneses, obispo de Tarrasa y Presidente de la Fundación Sebastián Gayá, «además de participar en el nacimiento de Cursillos, continuó colaborando a su expansión por Europa y colaboró en todos los procesos que se iban sucediendo a nivel internacional». Y eso, a pesar de haber sufrido, en silencio y en obediencia a su obispo, el descrédito y las calumnias de un sector eclesial que se resistía a su novedosa forma de evangelizar, y que lo llevó incluso a ser desterrado a Madrid, porque, «en el ambiente religioso de la España de los años 40, los Cursillos supusieron una novedad profunda y transformadora».
Monseñor Sáiz Meneses, en cuya vocación influyó la figura de Gayá, explica que «era un hombre de profunda espiritualidad cristocéntrica, trinitaria y kerigmática, fundamentada en la gracia de Cristo que se recibe en la Iglesia a través de los sacramentos, la Palabra y la oración, y que se proyecta en la caridad y en la amistad. Una mística arraigada en lo fundamental cristiano y orientada hacia la evangelización. Era un verdadero padre espiritual, pero sin paternalismos; un auténtico hermano y amigo; un magnífico maestro y pedagogo que sabía sacar lo mejor de cada uno; un hombre de comunión que unía, ejerciendo un liderazgo fuerte a la par que discreto, desde una profunda humildad». Y añade: «Sebastián puso su vida en manos del Señor, hizo rendir al máximo los talentos que había recibido, fructificó admirablemente en el surco en el que había sido depositado. Creía con profundo convencimiento que todos los miembros de la Iglesia están llamados a la santidad y al apostolado, y así lo transmitía. Dicho de forma lapidaria: fue un precursor de la nueva evangelización».
El próximo sábado, día 30, a las 18:30 horas, en la parroquia madrileña de Santa María Micaela, la Fundación Sebastián Gayá y el Secretariado del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Madrid celebran el centenario del nacimiento de Sebastián Gayá, con un acto presidido por el cardenal Antonio María Rouco Varela, y en el que monseñor Sáiz Meneses, obispo de Tarrasa, pronunciará la conferencia Sebastián Gayá, una vida al servicio de la evangelización. También será presentada una selección de escritos de Gayá, elaborada por el sacerdote Jordi Girau, Decano de la Facultad de Filosofía de San Dámaso, con el título Carisma y espiritualidad del Movimiento de Cursillos de Cristiandad. «Un libro –explica Girau– no sólo para cursillistas, porque sirve para enfervorizarse y entusiasmarse en la evangelización, además de para conocer y comprender el carisma de Cursillos. La actualidad de Sebastián Gayá está, entre otros aspectos, en que hizo vida un ideal: que en la medida en que asumimos nuestra misión de apóstoles, crecemos en la fe y damos fruto para gloria de Dios».