Madrid se reúne para que el Sínodo «no se quede en las estanterías»
Quienes fueron responsables en 2021 de la fase local del Sínodo sobre la sinodalidad convocan a todos los madrileños en el Seminario Conciliar de Madrid este viernes a las 18 horas
«El Sínodo que hemos celebrado entre 2021 y 2024 es el acontecimiento más importante de la Iglesia después del Concilio Vaticano II», reivindica para Alfa y Omega Antonio Ávila. Es el coordinador del equipo de consulta e implementación del Sínodo en Madrid y uno de los participantes en el encuentro que la archidiócesis convoca este viernes para todos los fieles que se implicaron en su fase local. Tras la elaboración en Roma, durante la Asamblea General de octubre pasado, del documento final, ahora la pelota está en el tejado de las Iglesias locales. Y, como declara el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, «no queremos que se quede en las estanterías». Por ello, cita a los madrileños este viernes a las 18:00 horas en el Seminario Conciliar para «entre todos, sinodalmente, afrontar la implementación del Sínodo en esta diócesis». También a quienes no participaron en la consulta diocesana de 2021 y 2022. «Mucha gente se puede incorporar en este nuevo momento».
Ávila pide tomar el toro por los cuernos. A su juicio, «nos llevaría a una frustración muy grande que, tras este cambio de mentalidad, no hubiera cauces concretos para el ejercicio». Tras charlar con personas de todos los ámbitos, considera que actualmente coexisten «la ilusión» con «la preocupación de que esto se quede en palabras». Por lo que tiene una serie de recomendaciones prácticas para materializar el Sínodo e imponerse a «la indiferencia y el desconocimiento». La primera: «Tiene que haber representación de todo el pueblo de Dios» en los consejos pastorales parroquiales, de las vicarías y en el diocesano. Y es fundamental «que sean lo suficientemente dinámicos» para discernir con agilidad las cuestiones concretas. El coordinador del Sínodo en Madrid señala otra clave: «La corresponsabilidad pasa por la administración de los bienes». Lo que emplaza a los laicos —especialmente a aquellos empleados en banca o en seguros— a sumarse a los consejos económicos de sus parroquias y hablar de dinero sin pudor, porque «para abrir todos los días la puerta del templo hay que pagar la luz y el agua».
¿Dónde y cuándo?
La reunión con participantes en la consulta sinodal será el viernes 21 a las 18:00 horas en el Seminario Conciliar de Madrid.
Existe un tercer elemento al alcance de los menos duchos en finanzas. «Yo los invito a conocer el documento conclusivo del Sínodo. Merece la pena leerlo y se entiende», asegura Ávila, quien recuerda que «está disponible en cualquier librería y en la web de la diócesis». Y da una última indicación: que todos los interesados envíen un correo a consultasinodal@archidiocesis.madrid «para estar informados de todo lo que vamos haciendo» y así no descolgarse de este proceso.
Eva Fernández, presidenta de Acción Católica General y madre sinodal —es decir, participante en Roma de la fase universal del Sínodo junto a obispos y laicos como ella— tiene una propuesta concreta para Madrid, una ciudad de más de tres millones de habitantes en la que las enormes distancias pueden ser un lastre para la vida comunitaria: «Necesitamos aumentar el sentido de pertenencia y ser una Iglesia más cercana, familiar y relacional», sentencia. En un territorio donde «muchas personas viven en un sitio, trabajan en otro y hacen la vida social en otro», subraya la necesidad de «generar parroquias existenciales» donde, aparte de recibir la Eucaristía los domingos, exista verdadera comunidad. «¿Cuánta gente vive en Getafe pero trabaja en Madrid?», incide. A su juicio, esto señala la necesidad de colaborar en toda la provincia eclesiástica —formada también por Alcalá de Henares— para que los fieles se sientan Iglesia independientemente de sus idas y venidas.
La madre sinodal intuye otra prioridad para la archidiócesis, un territorio encuadrado en una Comunidad de Madrid en la que ya hay un millón de vecinos nacidos en Hispanoamérica. «Tenemos que integrar como agentes pastorales a gente de otras culturas aprovechando el valor de su formación». Una clave que la Conferencia Episcopal Española ya comenzó a trabajar en mayo del año pasado con su exhortación pastoral Comunidades acogedoras y misioneras, un documento insistente en la evangelización «con» los migrantes como sujetos activos y no solo «para» ellos, como si no tuvieran agencia.
La presidenta de Acción Católica General señala también la diocesanidad. En un territorio como Madrid, «donde hay muchísima gente joven y realidades de la Iglesia», advierte del riesgo de «hacer una vida paralela a la del resto de la diócesis». Y pide habitar la Iglesia local «con la generosidad de no pensar solo en mi movimiento, sino en que la gente se encuentre con el Señor y crezca en la fe», también en la parroquia de su barrio.
Fernández asegura que «la corresponsabilidad es real y se puede vivir si todos queremos». Ella, que se ha propuesto transmitir a los madrileños lo que vivió en Roma como laica, recalca que en la fase universal del Sínodo «fuimos capaces de entrar en diálogo y a veces en confrontación con cardenales, presidentes de conferencias episcopales y prefectos de dicasterios». Por lo que «si en las altas esferas se puede, en nuestras parroquias también». Para ello, encarga a los católicos «ser profecía social de que en nuestro mundo, donde hay tanta polarización, con el diálogo se pueden conseguir cosas».
«¿Dónde está el laico?»
Susana Arregui, laica y directora del Secretariado de Apostolado Seglar de la archidiócesis de Madrid, aclara una confusión típica alimentada a menudo por la prensa. El Sínodo no versa exclusivamente —de hecho, en muchos círculos menores en Roma ni se trataron esos temas— sobre el diaconado femenino, las parejas homosexuales o la comunión de los divorciados. «Hay muchísima más riqueza». Y advierte de que «si hablamos de participación real y la única que se debate para la mujer es que sea presbítero… ¿dónde está la del laico? Estaríamos cayendo en el clericalismo otra vez».
Explica que una de sus responsabilidades es «motivar a movimientos y asociaciones para que participen en la fase diocesana». Lo logró en la consulta de 2021 y 2022 y ahora mantiene un contacto fluido con estas realidades para cuidar que sigan vinculadas al proceso. También ellas están invitadas a la reunión de este viernes.
Arregui confiesa que «la sinodalidad me parece un campo apasionante». «La primera vez que oí hablar sobre ello a Luis Marín en la Conferencia Episcopal, me dije: “Esto me gusta, esto lo quiero yo”». En cuanto al descenso en el número de católicos en Europa, un tema ampliamente tratado durante el Sínodo, opina que «lo importante es que seamos lo que tenemos que ser». «No tenemos que hacer masa sino fermento», emplaza.
«No existía esa participación»
Carlos Aguilar, delegado para la Piedad Popular de la archidiócesis de Madrid, se muestra convencido de que el Sínodo comienza a dar sus primeros frutos en el territorio. «Se ve en cómo se trabaja en la diócesis; ya no se hace solo por áreas sino en grupos de trabajo en los que se juntan varias para abordar una tarea común». Un caso reciente es la Comisión Diocesana de la Pastoral de las Personas Mayores, donde están integradas la Delegación de Pastoral de la Salud, la de Familia y Vida, Vida Ascendente, Cáritas y CONFER.
Aguilar celebra también la apuesta del cardenal por incluir diferentes vocaciones en los órganos de gobierno, lo que considera prueba de la corresponsabilidad a la que se llama. Cita el Consejo Mixto o el Grupo Consultor del Seminario de Madrid, ambos compuestos por seglares y consagrados. «Antes no existía este nivel de participación en la vida de la Iglesia. Cuando algo era de laicos, era solo de laicos. Y cuando era de curas, solo de curas. Ahora hay una visión de que todo nos afecta a todos», declara.
En el ámbito que más le atañe, el de las hermandades y cofradías, asegura que «aunque el sacerdote o el capellán es el consiliario, hay un protagonismo laical muy fuerte». Y «las que procesionan por el centro de la ciudad de Madrid están trabajando muy coordinadamente».
Por su parte Adrián Cervera, militante de Juventud Obrera Católica, señala que «ahora es cuando debemos empezar a dar los pasos». En 2021, con 22 años, fue uno de los participantes más jóvenes en la fase local del Sínodo y la promovió en su parroquia. Ahora, con 26, vaticina que «el encuentro de este viernes va a dar pie a ese impulso, va a refrescar y a revitalizar esta conciencia».
- Garantizar la participación de laicos en los consejos pastorales parroquiales. También en los de las vicarías y en el diocesano.
- Incluir perfiles técnicos en los consejos económicos porque «para abrir la puerta del templo hay que pagar la luz».
- Leer personalmente el documento final del Sínodo.
- Contactar con consultasinodal@archidiocesis.madrid para mantenerse informado y enviar propuestas.
- Hacer de las iglesias «parroquias existenciales» a pesar de las distancias.
- Valorar a los migrantes como agentes pastorales.
- Demostrar que el diálogo es posible en un mundo polarizado.
- Centrarse en la participación de los laicos más que en cuestiones doctrinales.
- Incluir varios tipos de vocaciones en los órganos de gobierno.
- Fomentar el trabajo conjunto entre hermandades y cofradías.
- Difundir el Sínodo entre los jóvenes y las parroquias.