«Se nos ha quemado la cubierta de la parroquia, pero eso no va a acabar con la vida»
Tras el incendio accidental de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada (en la Cañada Real de Madrid), vecinos, administraciones públicas e Iglesia unen fuerzas por su reconstrucción
«Tenemos una mirada muy preocupada por las personas drogodependientes que están en los alrededores de la parroquia porque la atención que recibían no se puede desplazar a otro lugar», cuenta a Alfa y Omega Agustín Rodríguez, párroco de Santo Domingo de la Calzada. Su iglesia, ubicada en la Cañada Real de Madrid, fue pasto de las llamas en la madrugada del jueves y aún busca una solución para los feligreses y las entidades benéficas que operan en la zona.
La continua caída de trozos de escayola en la entrada de la iglesia hace sospechar al párroco que se puede desplomar, por lo que no abrirá el templo para celebrar Misa ni para reuniones de asociaciones. De hecho, mientras hablaba con este semanario, el sacerdote se dirigía al templo con un responsable del departamento de obras del Arzobispado de Madrid, que próximamente indicará vías para colaborar con la reconstrucción.
«Esto lo que nos pone de relieve es el misterio de la muerte y resurrección. La vida es más fuerte que la muerte. Se nos ha quemado la cubierta, pero eso no va a acabar con la vida», reflexiona el sacerdote.
Hasta que terminen las obras, cuya duración aún se desconoce, el párroco baraja celebrar la Misa dominical «en el bar de Mariano, un lugar muy emblemático de la Cañada». Por su lado, Cáritas valora asistir a sus beneficiarios en las instalaciones de una fábrica de muebles de la zona.
«La gente se está volcando con nosotros»
El continuo servicio de Agustín Rodríguez y las numerosas entidades benéficas que se reúnen en Santo Domingo de la Calzada ha llevado a los vecinos de la Cañada Real a sentir la parroquia como suya. «Si estás trabajando siempre allí lo haces con la idea de celebrar con el pueblo. Que los demás sientan lo tuyo como suyo me llena de satisfacciones ye me da la sensación de haber hecho un buen trabajo», celebra.
La implicación de la Cañada Real con la parroquia es tal que, en el momento del incendio, varios de los drogodependientes instalados en sus alrededores trataron de sofocarlo. «Las mesas que ahora están llenas de escayola y barro es donde desayunaban. Son sus cosas, ellos son los perjudicados. Que lo hayan sabido expresar en un momento difícil es muy bueno. En esos momentos es más fácil ponerse de perfil y pensar que alguien lo arreglará luego», reconoce el sacerdote.
Estos mismos vecinos fueron los que defendieron la parroquia cuando, después de que los bomberos apagaran el fuego, un grupo de personas tratara de entrar en ella por la fuerza para llevarse escombros y objetos de valor. Finalmente, solo consiguieron llevarse el microondas.
«La gente se está volcando con nosotros. Todos tenemos la sensación de que se nos ha quemado la parroquia», dice Rodríguez, quien recalca el apoyo que ha recibido de los ayuntamientos de Rivas Vaciamadrid, Coslada y Madrid así como de la Delegación de Gobierno de la Comunidad de Madrid, diferentes grupos políticos y «amigos de otros círculos y espacios».
Un sentido de pertenencia que responde a la naturaleza de Santo Domingo de la Calzada, un espacio multifuncional en el que todos caben. «También la comunidad musulmana que está allí porque entienden que la parroquia es un lugar suyo que viven como algo propio», añade el párroco.