Se necesitan peluqueras para la macroboda de San Sebastián - Alfa y Omega

Se necesitan peluqueras para la macroboda de San Sebastián

La parroquia San Sebastián Mártir ha hecho un llamamiento para poder atender a las 18 mujeres que celebrarán su matrimonio el próximo 29 de agosto en una única celebración: urgen peluqueras y flores para las novias

Begoña Aragoneses
Natalia en su negocio 'Beauty Uñas y Pestañas' en el centro comercial Zoco Las Pirámides.
Natalia en su negocio Beauty Uñas y Pestañas en el centro comercial Zoco Las Pirámides.. Foto: Viviana Cruz.

Cuando Natalia (25 años) se enteró de que en su parroquia se estaba organizando una macroboda de varias parejas a la vez, no dudó en ofrecerse para lo que hiciera falta. «Con mi chico siempre hemos ido a la iglesia y nos hicimos muy amigos del padre Javier». Se refiere a Javier Sánchez-Cervera, párroco de San Sebastián Mártir. Siguiendo la llamada del Papa Francisco —«prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades»—, organizó una boda de varias parejas a la vez como una forma de ponerle fácil a la gente el que se acerquen al Señor. Natalia, llegada de Colombia hace cinco años, sentía que su ofrecimiento al párroco era «una forma de devolverle todo lo que nos ha dado a nosotros». Así, Natalia será la profesional que haga las uñas de ocho de las novias. Haría las de todas, pero su trabajo se lo impide; está sola y no puede abarcar a las 18. «Ahorrando cada céntimo» acaba de abrir su negocio, un local de uñas en el centro comercial Zoco Las Pirámides. En cada una de estas mujeres, Natalia empleará cerca de dos horas, en los locales parroquiales, convertidos en salón de belleza para la ocasión, o en su negocio, donde «quizá estén más cómodas». Y deja a su elección el tipo de manicura, «lo que cada una quiera, con lo que se sienta más a gusto: manicura francesa o granates…». Eso sí, será semipermanente, que dura tres semanas, «para que en su luna de miel, sus uñas estén perfectas», dice entusiasmada.

 La que se está encargando de organizar todas las citas es Liz, la secretaria de la parroquia, que reconoce que lo más tedioso ha sido la gestión de los expedientes matrimoniales. A su vez, está cerrando las sesiones de peluquería y de maquillaje. Con lo segundo no hay problema porque se han ofrecido varias mujeres, pero lo que necesitan como agua de mayo son peluqueras. «Solo tenemos una y hay novias que hasta nos están pidiendo si pueden peinar a sus hijas», dice. 

Con las flores les pasa igual: «Tenemos mucha mano de obra para hacer los arreglos, pero necesitamos ayuda económica para comprar las flores». Destaca que la parroquia se comprometió a hacer los ramos de novia, los prendidos del ojal de los novios y los adornos de los bancos. Lo de colocar flores en el templo ya lo tienen solucionado, porque la Hermandad del Cristo de los Remedios lo decorará el día anterior para la fiesta patronal. Pero, para el resto, se puede ayudar a través del número de cuenta ES02 0075 0654 1606 0023 3935 o del código Bizum 00227.

Silvia, con su familia, será una de las novias del próximo 29 de agosto
Silvia, con su familia, será una de las novias del próximo 29 de agosto. Foto cedida por Silvia.

 Liz perfila las características de las parejas que van a contraer matrimonio: todos son convivientes —el requisito para casarse era un mínimo de cinco años de convivencia—, algunos incluso llegan a los 30 años de pareja, muchos tienen hijos, y nunca se casaron porque lo fueron dejando, porque les suponía un gasto fuerte… 

Así le pasó a Silvia, una de las novias. Después de una relación de diez años con su Antonio César —él de Brasil, ella de El Salvador—, y una niña de 5 años, Ainhara, ahora cumplirán el sueño de su vida. Tuvieron siempre la intención de casarse, «pero lo vas dejando por la rutina, el trabajo, la niña…». Un día, en Misa, el párroco anunció la macroboda en los avisos. «¡Este es el momento!», se dijeron. La niña los había animado muchas veces, «papá, cásate con mamá», así que no se lo pensaron. Silvia ya lo tiene todo, hasta el vestido de novia. «Solo me faltaba la fecha de la boda; yo ya estaba preparada desde antes», relata, ilusionada. Ahora que se va a cumplir «este milagro», porque «el Señor ha hecho todo», ya solo «nos queda esperar el momento», algo que vivirán con intensidad, sobre todo, después del cursillo de novios que realizaron todas las parejas a mediados de junio. 

Gracias a esa formación «nos hemos dado cuenta todavía más de la importancia del sacramento en una familia, sobre todo cuando hay hijos», afirma. Por eso ahora Silvia sabe que lo importante del día 29 de agosto será la boda en sí; «lo demás, la celebración, el viaje, es añadidura».