Se llamaba Moisés - Alfa y Omega

Se llamaba Moisés, tenía tan solo 4 años, era originario de Costa de Marfil y a mediados de junio de 2023 su madre lo embarcó en una balsa neumática en Cabo Bojador, en la costa norte del Sáhara Occidental, para que pudiera tener una vida mejor en Europa. Pero la embarcación se hundió y Moisés murió en aguas del Atlántico. Moisés fue recordado este pasado domingo junto a los 6.663 migrantes que durante el último año han perdido la vida en los viajes de esperanza intentando llegar a Europa.

En la liturgia Morir de Esperanza, que cada año organiza la Comunidad de Sant’Egidio con ocasión de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, se han recordado los nombres de muchos hombres, mujeres y niños migrantes que han perdido la vida en mares, desiertos y otras rutas terrestres mientras realizaban peligrosos viajes en busca de un futuro mejor. Vicente Martín, obispo auxiliar de Madrid, que presidió este año la Eucaristía, dijo: «Recordar sus nombres es como recuperarles, porque no son cifras sino personas únicas, irrepetibles e imprescindibles, imágenes de Dios».

Sabemos por el libro del Éxodo que la hija del faraón salvó la vida de Moisés mientras flotaba en las aguas del Nilo en la cesta de mimbre donde su madre lo había puesto. De hecho, en hebreo Moisés significa «sacado del agua». Ya de adulto, Moisés condujo al pueblo de Israel por el desierto hasta la tierra prometida, abriendo las aguas del mar Rojo para que los israelitas pudieran salvarse de la persecución del Ejército egipcio.

El pequeño Moisés de nuestros días murió en el mar porque no se encontró con la compasión de la hija del faraón, sino con una Europa sumergida en un mar de indiferencia. Aun así, nos condujo al corazón mismo de Dios, donde ningún hombre ni ninguna mujer es olvidado. Su recuerdo nos pide trabajar para construir un mundo más humano, donde nadie más tenga que volver a morir así.

Se llamaba Moisés, tenía 4 años.