Se buscan curas para el SARCU
El cardenal Osoro pide por carta a los presbíteros de Madrid que se sumen al Servicio de Asistencia Religiosa Católica de Urgencia (SARCU)
«Ser del SARCU es un regalo». Pablo Genovés es el sacerdote coordinador del Servicio de Asistencia Religiosa Católica de Urgencia (SARCU), que se puso en marcha en Madrid hace «cuatro años y casi siete meses» y que en este tiempo ha atendido, aproximadamente, a 1.100 personas. Es un regalo porque cuando suena el teléfono «y lo coges, y escuchas a alguien que lo está pasando mal, que está angustiado, que no sabe qué hacer, que te pide ayuda… Al colgar, das gracias a Dios, porque no sé qué he hecho durante estos diez, 15 minutos que hemos estado charlando, pero ha habido una persona que se ha quedado un poco más tranquila y con la que, además, hemos rezado juntos un padrenuestro o un avemaría. Qué regalo».
Cuando nació el SARCU, los iniciadores «imaginábamos la U de urgente como de urgencias sacramentales». Son las llamadas con salida para Unciones fundamentalmente, o para acompañamiento de difuntos, pero de estas ya no hay tantas. «Se ha cambiado ante la urgencia del que sufre a las tres de la mañana; detectamos mucho dolor, que a veces es de una soledad, o de una preocupación por un hijo, o el tema del suicidio, que nos aparece con frecuencia… El dolor es muy multiforme». Mucha gente quiere contarlo, y quiere hacerlo con un sacerdote. No ha habido ni una sola noche en todo este tiempo de vida del SARCU sin uno atento al teléfono. «Esto es un regalo para mí como cura y para todos como Iglesia», asegura Genovés, que puntualiza que el SARCU no es el Teléfono de la Esperanza, y tampoco son psicólogos –aunque haya algún sacerdote que sí lo sea–. «Somos una voz de aliento, alguien que se sienta junto al pozo con la samaritana y entabla un diálogo para intentar que esa persona beba, serene un poco su ser».
La referencia a la samaritana enlaza directamente con la carta que el cardenal Carlos Osoro ha enviado a todos los sacerdotes de la diócesis pidiéndoles «con insistencia que consideréis seriamente sumaros a los 44 sacerdotes –solo 44 de nuestro presbiterio diocesano– que actualmente forman el SARCU». Curas que «hacen realidad –continúa– lo que os decía en mi carta de inicio de este curso: “Quiero ver a tantos hombres y mujeres de hoy […] que nos están diciendo de modos muy diferentes: ‘Dame de beber’. Y ese grito […] no puede dejar de escucharlo la Iglesia de Cristo”». En la noche, como apunta Genovés, «no hay pastoral, pero resulta que también es tiempo de salvación». Y en ella, en la que «muchas veces se trata solo escuchar, no sabes hasta dónde llegamos; el Señor sabrá». Porque, «¿qué pasó con la samaritana tras ese encuentro salvífico en el que se vio abrazada? Este es el camino».
El SARCU requiere una noche de guardia de forma rotatoria entre todos los curas del servicio, de 22:00 a 7:00 horas, en la que no hace falta estar despierto permanentemente: «Yo dejo el teléfono en la mesilla y me voy a dormir –se descomplica Genovés–; sí es verdad que además dejo los óleos, el Viático…». En su carta, el arzobispo de Madrid anima a los sacerdotes: «Encontrad vuestra respuesta al SARCU en la oración junto a María, Nuestra Señora de la Almudena, que hizo de su vida un sí continuo a Dios». «¡Ojalá la carta del cardenal me llene el correo de curas!», concluye Genovés.