Sara Revuelta: en silla de ruedas a los Juegos Paralímpicos de Tokio
Sara Revuelta (Madrid, 1997) sabe que se encuentra ante una cita histórica. Es la primera vez que la selección española femenina de baloncesto en silla de ruedas se clasifica para unos Juegos Paralímpicos. «Habíamos estado en Barcelona, pero solamente porque éramos las organizadoras», aclara días antes de embarcarse rumbo a Holanda y Alemania para disputar algunos partidos de preparación antes de Tokio, que arranca el próximo 24 de agosto. «Al final ves recompensado todo el esfuerzo, esos veranos en los que estás compitiendo y no ves a tu familia o amigos. Es bonito formar parte de esa selección que, después de tantos años, ha conseguido mostrar que merece estar entre las mejores».
Una selección en la que Revuelta –cuya historia, y la de otros deportistas paralímpicos, está incluida en el libro Sin límites, del periodista Ramón Chamorro– participa desde hace ocho años como escolta. Cuando la deportista tenía 2 años y medio le diagnosticaron leucemia. «Entiendo que para mis padres tuvo que ser muy duro, porque los dos son enfermeros y, cuando la oncóloga les confirmó la enfermedad, sabían exactamente a qué se enfrentaban». Comenzaron entonces «dos años en los que mis padres tuvieron que trabajar, acompañarme continuamente en el hospital y no desatender a mi hermano mayor en casa». Ella pasó todo ese tiempo recibiendo quimioterapia: primero oral, luego intravenosa y, por último, intratecal, que es la que se administra a través de una punción en la columna vertebral.
«Esta última fue la que me curó», aunque fue «también la que me dejó en la silla de ruedas», asegura Revuelta. La inyección «provocó una reacción extraña en mi médula espinal que, junto con una polineuropatía, provocó una lesión medular». Al principio se quedó tetrapléjica y solo podía tragar y mover la cabeza, pero poco a poco fue recuperando movilidad. «En la actualidad tengo sensibilidad, pero no movilidad controlada».
El suceso obligó a la niña y a su familia a elegir. «Cuando tienes una discapacidad hay dos opciones: lamentarse y abandonarse, o seguir adelante». No duda de la elección que tomaron Sara y sus padres, hasta el punto de que la joven ha compatibilizado su faceta como jugadora profesional con la carrera de Física en la Universidad Complutense de Madrid. «Quería tener un plan B para cuando me jubilase del deporte y Física me gustaba. Lógicamente no he cursado el 100 % de los créditos cada año, es imposible con el ritmo que llevamos, pero ya la he acabado a falta del trabajo final, que lo he dejado para el año que viene».
La enfermedad en la vida de Sara también posibilitó un paso hacia los demás. «Nunca me llevó a preguntarme por qué yo». Más bien, «pensaba que si me había tocado a mí tenía que ser por algún motivo», asegura. «Si me he quedado en silla de ruedas seguro que es porque así voy a disfrutar más de la vida o, quizá, porque a lo mejor así voy a poder ayudar a otros a disfrutar de la suya». Y esgrime una tercera posibilidad: «Tal vez pueda ayudar a otras personas con discapacidad a encontrar un deporte».
La silla de ruedas también trajo la incomprensión. «Quizá lo más duro es cuando llegas al colegio y los niños no te aceptan, porque no lo ven como algo normal». En realidad, «lo que ocurre es que nadie les ha hablado de ello». En este sentido, Revuelta cree que en España hemos evolucionado muchísimo como sociedad. «Hace 30 o 40 años la persona que tenía una discapacidad era considerada una minusválida», término que ya está desterrado. Pero, de todas formas, «todavía nos queda mucho camino por delante» y, por eso, «más que las barreras arquitectónicas, que también», esta joven madrileña y jugadora paraolímpica, pide derribar «las barreras mentales».
Ramón Chamorro
Ciudadela Libros
2021
246
17,50 €