Santos Urías: «Algunas parroquias del centro de Madrid no tienen catequesis infantil»
En algunas de las 19 iglesias del centro de Madrid no hay comunidad propia porque los fieles están de paso, pero sí una inquietud por servir, asegura el delegado para esta zona
¿Qué es la Delegación de Pastoral para el Centro y qué hace?
Empezó en noviembre de 2023. Lo primero que hemos hecho es acercarnos a las parroquias de la zona. Son 19 y abarcan la almendra central de Madrid. Hemos escuchado a estas comunidades y nos hemos puesto a su disposición, porque la principal tarea es generar espacios de mayor coordinación y comunión. Ya se hace y hay muchísimas cosas.
¿Qué tiene en común la feligresía de estas iglesias?
Son parroquias con un gran número de personas de paso o que acuden a ellas pero no viven en su demarcación. También hay una realidad migrante que, en muchos casos, es itinerante. Vienen directamente al centro, están un tiempo y se trasladan a otros lugares más asequibles. Algunos templos tienen muy desarrollado el tema cultual, celebrar la Eucaristía y atender confesiones. Otras parroquias desarrollan más el cultural, que tiene que ver con conciertos o visitas guiadas. En algunas no hay mucha comunidad propia, pero sí una inquietud por intentar servir. Una de las cosas más bonitas de las visitas es que en todas ellas hay un deseo muy grande de vivir el Evangelio.
¿A qué problemas se enfrentan los fieles?
Uno de los problemas de los feligreses en estos barrios es la gentrificación. A veces hay viviendas que se utilizan para alquiler turístico. Hay templos que han desarrollado una pastoral con un enfoque hacia el turista, pero hay que ver cómo desarrollar comunidades que tengan cierta vida y vincularlas a la Iglesia de Madrid. También nos encontramos con parroquias que ya no tienen catequesis de infancia; sí de iniciación en la fe, enfocada a gente que participa en la religiosidad popular y no está confirmada. Son particularidades que, aunque existen en el conjunto de la diócesis, aquí están mucho más acentuadas.
¿Qué proyectos específicos se están abordando en común?
Algunas cosas de perfil social. El centro abarca tres vicarías, la III, la V y la VII. Hasta ahora, la coordinación con las concejalías de Centro y de Servicios Sociales la hacían las vicarías una a una. Estamos intentado hacerla de forma más articulada. Hemos tenido encuentros muy interesantes con el jefe de Servicios Sociales del distrito Centro, Javier Pomar. Hay buena relación. Algunos temas nos preocupan mucho, como el sinhogarismo. En el centro están en esa situación un número notable y llamativo de personas. Bastantes comunidades hemos manifestado esta inquietud y preocupación.
¿Tienen interés en formarse los feligreses del centro?
Se ha propuesto un taller de escucha, acompañamiento y acogida que ha hecho la parroquia de la Santa Cruz. Ha durado dos jornadas. Estaba pensado para unas 15 personas, pero participaron 18 y hubo lista de espera. Fue un taller muy interesante que abrió la puerta a la inquietud de alguna gente. Otros se han enfocado en la formación para la escucha, en abordar las situaciones de la gente que está en la calle o en la propia acogida dentro de la comunidad. Por ejemplo, hay gente que pasa por la iglesia y pregunta por una cuestión personal, por cómo incorporarse a un proceso pastoral, por una cuestión de ayuda social o por los horarios de Misa. Hay que ver cómo hacer una acogida más articulada y más sensible.
¿E iniciativas de espiritualidad?
Hemos abierto El Desierto en la Ciudad, un espacio de oración basado en el nombre y la idea de un libro de Carlo Carretto de los años 80 del siglo XX. Hemos propuesto un retiro mensual, los últimos sábados de mes de 10:30 a 13:30 horas. La acogida ha sido muy buena. El primero lo dirigió una oblata en las Góngoras, el convento de las Mercedarias Descalzas al lado de Chueca y Santa Bárbara. Hubo unas 40 personas y un ambiente muy bueno. Un segundo encuentro lo dio el jesuita Pablo Guerrero en las trinitarias de Lope de Vega, por la calle Huertas. Son sitios contemplativos. Fuimos unas 60 personas y estuvo muy interesante. Vamos viendo cómo la gente está participando.
¿Hay trabajo en red con la Delegación de Piedad Popular?
El delegado, Carlos Aguilar, y yo nos hemos reunido en cuatro ocasiones y hemos estado viendo la posibilidad de ir acompañando procesos, especialmente cuando hay necesidades de formación. Hay un buen número de realidades de religiosidad popular en el centro y tenemos que trabajar para poder vivirlo como una riqueza de la archidiócesis. Todo eso genera vínculos de pertenencia. La religiosidad popular encarna una serie de posibilidades, como el Papa Francisco nos decía, para trabajar la vinculación con el conjunto de la Iglesia. En la religiosidad popular hay gente que participa, es una realidad que llama. La cuestión es cómo acompañarla y cómo ayudar a los sacerdotes. Ellos son la mayoría de veces los directores espirituales de los miembros de las hermandades. Tenemos una persona dentro del equipo encargada de esto.